El soñador en su crepúsculo
En una secuencia de Las aventuras del barón Munchausen (1989), la imagen del firmamento estrellado se revelaba reflejo sobre una superficie acuosa para, acto seguido, transformarse en banco de arena lunar. El momento revelaba la presencia de un poeta detrás del espectáculo. En El imaginario del doctor Parnassus hay un juego parecido: la silueta de alguien que danza sobre el agua se torna reflejo de la sombra de un ahorcado. El ahorcado en cuestión es Heath Ledger, en imagen premonitoria de la trágica muerte que se lo llevó en pleno rodaje, sumando un nuevo capítulo a la legendaria mala suerte que planea sobre Gilliam, cineasta condenado a desarrollar su obra bajo el signo del conflicto y el contratiempo pertinaz.
EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS
Dirección: Terry Gilliam.
Intérpretes: Heath Ledger, Christopher Plummer, Lily Cole.
Género: fantástico. Reino Unido, 2009.
Duración: 122 minutos.
En esta ocasión, el director ha dado con una atrevida solución para batir a la (mala) suerte, que evoca los vergonzantes apaños de Saratoga (1937) y Plan 9 from outer space (1956) -películas que suplieron la muerte de sus estrellas (Jean Harlow y Bela Lugosi, respectivamente) con dobles muy poco convincentes-, pero desarticula su nefasto recuerdo: Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell se convierten en sustitutos oníricos del malogrado actor, en un juego que acaba sirviendo a la contradictoria naturaleza del personaje. La dimensión elegiaca de El imaginario... se extiende mucho más allá de la figura de Ledger: este cuento oscuro sobre el pulso crepuscular entre el diablo y un soñador impenitente, convencido de que sólo la ficción puede salvar a la humanidad, funciona como suma gilliamesca, al tiempo que paladea su condición de caótico, irregular, fascinante y algo airado anacronismo.
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