Al servicio del 'fandom'
A lo largo de los últimos años, las comunidades de fans parecen haber funcionado como una suerte de poder en la sombra al que la industria del cine-espectáculo parece mirar con una mezcla de curiosidad, respeto... y algo de temor. Un poder, en suma, capaz de proyectar su influencia sobre el mercado para premiar el respeto a las esencias o castigar aquello que el colectivo sanciona como traiciones intolerables. De las inercias de un Hollywood que solía tratar todo el material de partida como pura leña para alimentar sus calderas se ha pasado a una suerte de patológica obsesión por la fidelidad que, en ocasiones, engendra monstruos.
La notable trilogía de El Señor de los Anillos, firmada por Peter Jackson, fue el primer gran paradigma de una tendencia que ahora desemboca en esta dosificación en dos partes -cada una de ellas de hiperbólica duración- del desenlace de la saga Harry Potter. Los incondicionales agradecerán, posiblemente, el gesto, que permite aparcar la voracidad por la acción pura para ahondar en el desamparo de los personajes. Para el resto, Harry Potter y las reliquias de la muerte. Primera parte adopta el extraño y desconcertante aspecto de agigantada antesala -la escalada ante el clímax- en un doble episodio de final de temporada en una carísima serie televisiva.
HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
Dirección: David Yates.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emily Watson, Billy Nighy, Alan Rickman, Rupert Grint, Ralph Fiennes, Helena Bonham-Carter.
Género: fantástico. Reino Unido, Estados Unidos, 2010. Duración: 146 minutos.
De la mano del libro de J. K. Rowling, David Yates propone el arriesgado juego de descolocar a los personajes principales de su entorno emblemático (Hogwarts), situándolos en territorios de un extrañamiento que es, a la vez, simbólico y literal: Harry Potter, Hermione y Ron saben, por así decirlo, cuáles son las reglas del videojuego que les llevará a la victoria final frente a las fuerzas oscuras, pero se encuentran varados en -por seguir con la tosca metáfora- un limbo entre pantallas. La trama posee un enérgico arranque y sostiene una segunda secuencia -el cónclave maligno con sacrificio humano- que da la exacta medida de la turbiedad de tono que ha alcanzado la franquicia, pero el remanso narrativo que viene después ocupa el resto del metraje.
Un baile lánguido en la soledad de una tienda de campaña se convierte, así, en insólito momento culminante de este excéntrico blockbuster.
COMPRA ONLINE ‘HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE I’
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.