Saberes industriales
Conviene no llamarse a engaño: con su capacidad para mantener la tensión del espectador durante una hora y media, aunque se sepa de antemano cómo acabará toda la historia; con su uso constante de acrisoladas fórmulas bien asentadas en la industria -cómo se fabrica una biografía épica, cómo se concita la adhesión sentimental del espectador; de qué arteras formas se le invita a comulgar, llantos incluidos, en la ceremonia de glorificación que el propio filme propone-, Veronica Guerin es un destilado de saberes industriales, una verdadera colección de bien medidas dosis para conmover y, al mismo tiempo, llenar las taquillas. Es, dicho rápido, cine comercial de denuncia. Porque Veronica Guerin es un personaje real, una periodista irlandesa asesinada en 1996 por mafiosos dedicados al tráfico de drogas, a quienes ella había denunciado en las páginas del diario en el que trabajaba.
VERONICA GUERIN
Dirección: Joel Schumacher. Intérpretes: Cate Blanchett, Ciáran Hinds, Brenda Friker, Gerard McSorley, Barry Barnes, Paul Ronan, Colin Farrell. Género: criminal. EE UU, 2003. Duración: 96 minutos.
Sacrificio
El caso, ya aireado incluso por alguna película reciente -se ocupa del asunto, parcialmente, El General, último título de John Boorman estrenado entre nosotros-, conmocionó Irlanda y, si hemos de creer a Joel Schumacher, el director del asunto, y más aún a su astuto productor, Jerry Bruckheimer, su sacrificio cambió prácticamente la vida del país, puesto que llevó, nada menos, al cambio de la Constitución para perseguir a las fortunas que no pueden declarar su procedencia; y, de paso, dio con todos los involucrados en el tráfico en la cárcel: ¿qué más se puede pedir?
El problema, no obstante, y hablando con seriedad, es que en su afán por convertir a la Guerin (la estupenda Cate Blanchett) en heroína, Schumacher y sus guionistas no se paran en minucias, y la hacen un ser tan sin mácula, una mujer tan íntegra, valiente y arriesgada, que resulta punto menos que suicida.
Un personaje así, tan de hagiografía laica, queda muy bien en una película que no le plantee a su espectador más problemas que una identificación muy primaria: es el caso.
Pero para quien aspire a explicaciones más plausibles, a quien se preocupe por las causas que propiciaron esa delincuencia, a quien se pregunte cómo pudieron medrar esos personajes a la sombra de un poder político que aquí ni se cuestiona, ésta, decididamente, no es su película.
Babelia
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