Espléndido homenaje
A pesar de responder por el mismo nombre que una inmortal película de Fritz Lang, lo que esconde un filme como Metrópolis es, en realidad, un doble homenaje. Poco después de acabada la Segunda Guerra Mundial, Osamu Tezuka, un nombre que nada dirá a quien no esté familiarizado con el mundo de la animación japonesa, con los célebres manga, pero que pasa por ser el padre de este peculiar género, comenzaba a dibujar su peculiar visión del enfrentamiento entre libertad y totalitarismo que, inspirado en el filme de Fritz Lang, vería la luz en 1949. Y, segunda vuelta de tuerca, un hombre nacido en plena contienda, Rin Taro, que habría de ser uno de los discípulos de Tezuka, y que hoy probablemente ejerza similar influencia a la que otrora emanó de Osamu, rinde ahora un doble homenaje: a su maestro y a la imaginación del propio director germano-estadounidense.
METRÓPOLIS
Director: Rin Taro. Intérpretes: dibujos animados. Género: ciencia-ficción, Japón, 2001. Duración: 94 minutos.
No es, por tanto, Metrópolis una transcripción animada del filme de 1927, sino algo a la vez más ambicioso y más difícil: una recreación del complejísimo universo visual que Lang, con la ayuda de quien era entonces su esposa, Thea von Harbour, imaginó para uno de los más impactantes, pero también ideológicamente más ambiguos e influyentes filmes fantásticos de la historia del cine. Hay también aquí un protagonista femenino no humano, si se permite la aparente incongruencia -la androide Tima-; hay un enfrentamiento entre lo tenebroso representado por quienes detentan el poder, y lo mantienen mediante el terror más desembozado, y los que buscan la supervivencia; y hay, como no podía ser de otra forma, una clara toma de postura por los que sufren el imperio del terror.
Pero las razones por las que el filme de Taro, bien auxiliado en el guión, por cierto, por otro de los grandes del manga actual, Katsuhiro Otomo -el creador de Akira-, seguramente pasará a los anales del mejor cine de animación japonés tiene que ver justamente con lo que constituye el objeto mismo del filme: la capacidad para recrear, e incluso superar -es una cualidad de la animación el poder proponer todos los mundos imaginables, como es bien sabido-, la propuesta visual que Lang realizara hace más de 75 años. Por esa belleza fría, en ocasiones escalofriante; por su magnética capacidad para reproponer el siempre candente enfrentamiento entre libertad y totalitarismo, y por la destreza en el dominio técnico de la materia narrativa, Metrópolis está llamada a ser una de las películas más influyentes de la animación en los próximos años: al tiempo.
Babelia
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