La violencia fractura el 15-M
El movimiento intenta desmarcarse de los incidentes de la Ciutadella - El apoyo a los indignados cae en las redes sociales por su radicalización- Los indignados alejan su protesta del Parlament tras los incidentes
Hoy hace un mes que una cincuentena de jóvenes hastiados pasaron su primera noche en la plaza de Catalunya. Querían protestar, de la misma forma que lo hacían desde un día antes en Madrid, en contra del panorama político, económico y social. El movimiento creció, y llegó a su punto álgido el viernes 27 de mayo, cuando intervinieron los Mossos d'Esquadra con el pretexto de retirar objetos peligrosos de la plaza. La carga policial acabó con 121 heridos (36 de ellos mossos) y 10.000 personas clamando a favor de los indignados y en contra de la acción policial.
La llegada ayer al Parlament en helicóptero del presidente de la Generalitat, Artur Mas, y varios consejeros y diputados, porque no podían entrar de otra forma, cambió la imagen del movimiento. La fotografía de los diputados insultados, abucheados, zarandeados y, en algunos casos, escupidos y agredidos con pulverizadores, tampoco ayudó. Bajo la etiqueta en Twiter de "asíno", decenas de personas expresaron su malestar por lo ocurrido en el Parlament. "Decepción, tristeza, condena, no nos sentimos representados...".
La jornada acabó con 6 detenidos y 45 heridos leves, 18 de ellos 'mossos'
La Red hervía en críticas a unos indignados que, en su mayoría trataron ayer de mantener su protesta de forma pacífica. Pero grupos de radicales y violentos reventaron la manifestación. En un comunicado, el movimiento condenó los actos violentos y aseguró que no representan el espíritu de sus reivindicaciones.
El martes a las siete de la tarde, varios millares de indignados se plantaron junto al Parlament. Con el parque de la Ciutadella cerrado a cal y canto para evitar problemas, se quedaron a dormir en las inmediaciones sin ocasionar problemas. Poco antes de las siete de la mañana de ayer, empezaron los conflictos.
Varios furgones de los Mossos d'Esquadra llegaron a la entrada del paseo de Pujades. Con una primera carga, se abrieron paso entre varios centenares de manifestantes, que habían colocado una serie de contenedores como barrera. Tras los primeros rifirrafes, la policía acordonó la entrada del Parlament. Poco antes de las ocho, llegaron los primeros parlamentarios, entre ellos el portavoz de CiU en la Cámara, Joan Rull.El primero en recibir la ira de algunos de los que protestaban fue el exministro socialista Celestino Corbacho, que llegó a las ocho y media a pie. Varios agentes de paisano que estaban junto a la puerta recibieron el aviso de que se acercaba a la sede. Como con el resto de los diputados, salieron a buscarle fuera del cordón. Corbacho, con su propia escolta, más una decena de Mossos d'Esquadra a su alrededor, caminó entre gritos e insultos, y una botella de agua, que voló sobre su cabeza.
Poco después, los parlamentarios ecosocialistas Joan Herrera, Dolors Camats y Jordi Millares sufrieron empujones, insultos y gritos. Y Joan Boada, exsecretario general de Interior, hasta se llevó pintadas con un pulverizador en la cabeza y escupitajos, que le hicieron salir corriendo. La estampa era muy distinta de la del viernes 27 de mayo, cuando más de 300 agentes de los Mossos d'Esquadra acudieron a la plaza para limpiarla y acabaron a porrazos contra personas sentadas en el suelo y con las manos en alto.
Los enfrentamientos violentos se agravaron a medida que pasaban las horas. Cuando corrió la noticia de por dónde iban llegando los parlamentarios, algunos indignados corrieron a esa zona para evitar su entrada y amedrentarlos en el camino. Incluso lograron evitar que accediesen los coches y dos periodistas identificados con el chaleco naranja que lleva la prensa recibieron golpes por parte de una persona, que los propios indignados se llevaron.
El movimiento del 15-M está dividido desde que el día 5 decidió marcharse de la plaza de Catalunya. Entonces nacieron las primeras fricciones entre los que querían permanecer y los que optaban por irse. El domingo, la plaza debería haber sido desocupada, pero hoy permanecen aún las tiendas, donde pasan los días los más radicales del movimiento.
Esa escisión se reflejó ayer en los disturbios, que acabaron con seis detenidos y 45 heridos leves, 18 de ellos mossos. Junto a la parada de tranvía de Ciutadella-Vila Olímpica, los mossos cargaron con dureza en ocasiones. Se produjeron seis detenciones. El movimiento, en una asamblea posterior a los incidentes, admitió que la protesta les había debilitado y en un comunicado condenaron la violencia y la atribuyeron a unos pocos, que no representan el espíritu de su protesta.
Quizá por eso, en lugar de quedarse junto al Parlamento, acordaron trasladar su protesta a la plaza de Sant Jaume. Aunque en ese traslado volvieron a revelarse algunas fracturas internas: varios cientos de ciudadanos permanecieron ante la Ciutadella para dificultar la salida de los diputados y despidieron a los que se marcharon al grito de: "¡Traidores!". El grueso de la protesta, unas 1.200 personas, realizó una sentada pacífica ante el Palau de la Generalitat. "Pues a aguantar aquí hasta que se cansen", suspiró uno se los antidisturbios que custodiaba el acceso al recinto. Acertó. Mientras, el grupo de la Ciutadella se desplazó hasta el Arc de Triomf, en la cara norte del parque. Allí un miembro leyó un comunicado en tachaba al 15-M es un movimiento pacífico -"¿Se tacha de violenta a la afición de un equipo de fútbol cuando soporta a un grupo ultra"?-; dijo que el plan no era increpar a los diputados y que la mayoría de indignados había controlado a los más crispados. La asamblea les desbordó al considerar que entonaba un mea culpa inmerecido. "¡Si no ha pasado nada!", exclamó más de uno de los participantes.
Ante el Palau de la Generalitat no hubo la más mínima violencia pero tampoco la complicidad ciudadana que el movimiento se granjeó los primeros días de protesta. A lo largo de la ruta, en la que fueron cortando el tráfico, la mayoría de vecinos les vio pasar con cierta apatía aunque algunos protestaban por el engorro de tanta manifestación errática. "Que se queden en un sitio y reflexionen bien qué quieren cambiar", ilustró Luis Sánchez, dueño de un café de la la plaza. Ya de vuelta a la Ciutadella, la asamblea acordó un descanso parcial. "Los que quieran, pueden irse a descansar y recuperar fuerzas para mañana", insistió un portavoz. Los antidisturbios empezaron a desfilar y los manifestantes notificaron anoche que abandonar el cerco al Parlament.
Con información de Ferran Balsells y Àngels Piñol.
Auge y descrédito de una protesta
- 15 de junio: Unas 2.000 personas bloquean los accesos del Parlament. Grupos de radicales zarandean, escupen, empujan y agreden a algunos parlamentarios. Hasta 32 personas, entre ellas el presidente de la Generalitat, Artur Mas, tienen que acceder a la Cámara en helicóptero. El día se salda con 45 heridos (18 de ellos mossos) y el descrédito del movimiento. Los acampados hacen un comunicado condenando la violencia de unos pocos.
- 11 de junio: Otra asamblea refrenda la decisión. La división es evidente. Cada día hay menos personas.
- 14 de junio: Los indignados acampan junto al Parlament de Cataluña de forma pacífica.
- 27 de mayo: Los Mossos cargan en la plaza para limpiar y la acción acaba con 121 heridos. Una cacerolada por la noche reúne a más de 10.000 personas en repulsa por ello.
- 5 de junio: Una reñida asamblea decide abandonar durante la semana el campamento nocturno. Surgen las primeras voces divergentes que no quieren irse.
- 20 de mayo: La Junta Electoral Provincial prohíbe la acampada en el día de reflexión. Las autoridades no intervienen.
- 15 de mayo: Miles de personas protestan contra la situación económica y política en Madrid y Barcelona. Nace el movimiento 15-M.
- 16 de mayo: Unas 50 personas acampan en la plaza de Catalunya. La noche antes, ya han acampado en la Puerta del Sol de Madrid. El movimiento crece día a día y se repite en varias ciudades.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Cargas policiales
- Plaza de Cataluña
- Ayuntamientos
- Orden público
- Comunidades autónomas
- Protestas sociales
- Barcelona
- Acción policial
- Policía autonómica
- Parques y jardines
- Cataluña
- Administración local
- Malestar social
- Policía
- Administración autonómica
- Seguridad ciudadana
- Fuerzas seguridad
- Areas urbanas
- Problemas sociales
- España
- Urbanismo
- Administración pública
- Sociedad
- Justicia