La térmica de Sant Adrià trabajará este año 1.500 horas
Endesa ultima la nueva central de ciclo combinado
Ahora, en el ocaso de su vida, la central duerme buena parte del tiempo. Cerca de 84 trabajadores se encargan del mantenimiento, de velar por que todo esté a punto para el día en que suene el teléfono y una voz ordene desde el otro lado que hay que poner las calderas en marcha.
Se ha quedado obsoleta y funciona unos días al año, cuando hay un pico en la demanda o una avería en otra central. Acabará 2009 con unas 1.500 horas de funcionamiento entre los dos grupos que todavía están activos. Y lo hará a un ritmo bajo, porque ya no explota los 700 megavatios que tiene disponibles. Lejos quedan los años de máximo esplendor, a mediados de la década de 1970, cuando en la central trabajaban 850 trabajadores.
"Solamente por el precio que cuesta el kilovatio generado aquí, ocupan el último nicho de producción. Se recurre a ellas en caso de necesidad. Sus dos equipos, en las mejores condiciones, pueden tener un rendimiento de un 30%, mientras que los vecinos del otro margen del río, quemando el mismo combustible, pueden rendir al 57%", explica Miguel Monzón. La central de ciclo combinado que jubilará a las tres chimeneas, en la margen derecha del Besòs, ya está prácticamente lista. Endesa ha invertido en construirla 300 millones de euros y tendrá una capacidad de 840 megavatios. Con ella en funcionamiento, el suministro en Barcelona y el área metropolitana parece más que garantizado.
Al penetrar en las entrañas de la térmica se descubre el complejo entramado de conductos que la recorren y se puede intuir que tanto el mantenimiento como la reconversión de la instalación son dos opciones muy costosas. No sólo por el trabajo que requeriría, sino también por la inversión económica que implicaría el proyecto. Algunos de los elementos de su interior remiten a los inicios de la térmica y parece que dentro el tiempo se haya congelado. Las vistas desde la cota 100 cortan la respiración y el paseo por la pasarela que une las torres no es apto para los que temen las alturas. Desde allí se ve cualquier punto de Barcelona y asoma el Maresme. A sus pies queda Sant Adrià. Allí, además de ser un símbolo de identidad, las torres traen recuerdos negativos. Por sus humos y porque recuerdan a las huelgas de trabajadores. En la ciudad, una de sus calles, la de Manuel Fernández Márquez, homenajea a un trabajador muerto a manos de la policía durante su construcción.
Para saber qué pasa con la central todavía habrá que esperar. Endesa aguarda hasta el día del cierre y a que el Ministerio de Industria le comunique que puede cerrar la instalación. Mientras tanto la eléctrica, el Consejo Comarcal del Barcelonès Norte, los ayuntamientos de Sant Adrià y Badalona, y Banesto, partes implicadas en la transformación de la zona, continúan reuniéndose para darle forma al proyecto.
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