40 maquinistas desesperan a 372.000 viajeros
Renfe culpa del paro en Rodalies a una "sinvergüencería"
Resignación e indignación combinadas por igual resumen la tercera jornada de retrasos vivida ayer en todas las líneas de Rodalies de Renfe. Desde el pasado domingo, decenas de maquinistas están protagonizando una huelga de celo en protesta por la modificación de los horarios y turnos de trabajo. Ayer el conflicto se saldó con unos 372.000 usuarios afectados, unos 40 trenes anulados y retrasos que oscilaron entre los 10 y los 45 minutos durante todo el día.
El director de Viajeros de Renfe, Enrique Urquijo, calificó de "sinvergüencería" la acción de los trabajadores. Aseguró que se trata de unos 40 maquinistas, de entre los cerca de 500 que tiene Rodalies, que están llevando a cabo acciones que dificultan el tráfico. Según el directivo, todos pertenecen a Semaf, sindicato corporativo mayoritario del sector. Según los trabajadores de esta agrupación, se han limitado a cumplir a rajatabla los turnos que la empresa les ha impuesto, que son tan ajustados que hacen que un incidente pequeño cause enormes demoras. Según Urquijo, son empleados que cobran 60.000 euros anuales y trabajan 3 horas y ocho minutos al día, y que lo único que quieren es "cobrar más y trabajar menos". Advirtió de que Renfe no está dispuesta a ceder en el pulso con los sindicalistas. La empresa tampoco pueden garantizar hoy el servicio.
La mayoría de los trabajadores, aseguraron ayer varios sindicalistas, están en contra de los turnos que la empresa impuso el domingo después de que fracasaran las negociaciones para pactar los horarios. Sin embargo, según aseguró ayer Renfe, son miembros de Semaf los que han originado el caos. Según Urquijo, algunos llegaron tarde a su puesto alegando que no disponían de transporte público. Otros, abandonaron el tren en la vía con la excusa de que su asiento no era cómodo. "Me parece increíble lo que están haciendo", insistía visiblemente alterado Urquijo. Este sindicato, aseguró, es mayoritario en toda España entre los maquinistas, y en el resto han aceptado un acuerdo. En Cataluña, dijo, se aceptó el nuevo convenio en junio, pero ahora protagonizan la huelga de celo para impedir cambios que se comprometieron a aceptar.
La Generalitat, titular del servicio de Rodalies, ha abierto expediente a Renfe, que es la encargada de prestarlo. Renfe mantiene que el problema no son los horarios, sino que los maquinistas buscan el modo de lograr 50 contrataciones y menos horas de trabajo. A seis de ellos, dijo ayer el directivo de Renfe, se les ha abierto expediente disciplinario. La medida no les aparta de su puesto, sino que abre un proceso de casi dos meses hasta que los maquinistas sean o no sancionados.
A primera hora del día reinaba el despiste y la improvisación en estaciones como la de Terrassa (Vallès Occidental). En la taquilla no había información y se limitaban a recordar que volvía a haber huelga. Las pantallas indicaban el horario teórico de circulación, pero no el real. Cuando la megafonía, de repente, anunciaba el paso de un tren, la taquillera gritaba "corran, corran, que ese sí que pasa".
A Neli López la esperaban en los juzgados en Barcelona. "Si en 10 minutos no viene el tren me voy en Ferrocarrils de la Generalitat", se quejaba impotente. Muchos de los afectados reclamaban la devolución del billete, una opción a la que el viajero siempre se puede acoger si el retraso supera los 15 minutos y que animó ayer a reclamar la Agencia Catalana de Consumo. Alfredo, un profesor de 30 años que hacía cola para exigir ese derecho, miraba nervioso el reloj. "Estoy de acuerdo de que tengan derecho a huelga, pero que avisen. Así pondrían horarios y nos organizaríamos". No solo los viajeros se sentían poco informados. Uno de los vendedores de billetes confesaba a los viajeros que no sabía nada. "Nadie nos da información. Yo me informo mejor por Twitter", lamentaba.
En Sants, las pantallas sí indicaban los horarios reajustados, pero eso no calmaba mucho los ánimos. Entre los pasajeros se mezclaron hacia las dos de la tarde grupos de maquinistas que acudían al cambio de turno. Uno de ellos, Juan Carlos de la Pinta, criticaba que Renfe banalice las reivindicaciones del colectivo. "No es verdad que por una silla se pare un tren. Yo un día no puse en marcha un tren que iba a Puigcerdà, pero porque no había arena, un elemento básico para que el tren frene y eso comprometía la seguridad de los pasajeros". El maquinista, miembro de CGT, pide que se respeten los descansos que tienen por ley y que se les comprima la jornada laboral, como se hacía hasta el domingo, para pasar la menor cantidad de noches posible fuera de casa.
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