Por Gaza, ¿vale todo?
Como era de temer, la operación militar israelí contra Hamás en Gaza ha deteriorado hasta límites intolerables la ya precaria situación cotidiana de los habitantes de la franja y lleva causado un número de víctimas civiles al que es preciso poner término de una vez. Ciertamente, esas víctimas inocentes son muchísimas menos de las que han provocado los compadres islamistas de Hamás en Irak con sus atentados desde 2003, muchísimas menos de las que han perecido en Darfur a partir de esa misma fecha, muchísimas menos de las que caen cada mes en el inextricable conflicto del Congo desde hace una década..., sin que ninguna de esas y otras masacres (que, en algunos casos, sí tienen ribetes genocidas) haya suscitado movilizaciones o protestas dignas de mención. Pero si este contraste de conductas ilustra la hipocresía -perdón, la sensibilidad selectiva- de tantos paladines de los derechos humanos, ello no exime al Gobierno de Israel de la responsabilidad por la actuación de sus tropas, ni disminuye la gravedad de lo sucedido en Gaza.
En la manifestación del sábado abundaron los mensajes apologéticos de la lucha armada contra el "enemigo sionista"
Criticar la actuación de las fuerzas armadas israelíes, movilizarse en demanda de un alto el fuego inmediato, expresar solidaridad con Gaza y repulsa por las víctimas palestinas no combatientes -ya puestos, hasta por las hebreas, aunque sean ahora mismo poco numerosas- son, pues, actitudes no sólo legítimas, sino naturales y muy respetables, que incluso adoptan un número creciente de ciudadanos israelíes. Ahora bien, para apoyar esa causa desde aquí, ¿vale todo?, ¿cualquier argumento, cualquier aliado, cualquier método, cualquier consigna? ¿Se ha convertido la israelofobia en un dogma, en una doctrina obligatoria so pena de ser tachado de fascista?
Lo pregunto porque, estos días, sesudos articulistas locales han dado por finiquitado el derecho de Israel a la existencia soberana ("el Israel actual no tiene futuro") mientras otros muchos rotulaban frívolamente la tragedia de Gaza como un "genocidio" y un "holocausto". Lo digo también porque, en la manifestación barcelonesa del pasado sábado, los partidos democráticos convocantes y asistentes -partidos de gobierno, con inclusión de dos consejeros de la Generalitat- no pudieron o no quisieron evitar que se vitorease repetidamente a Hamás, que se quemaran banderas norteamericanas e israelíes, que desfilasen numerosos encapuchados con indumentaria más o menos miliciana, y que uno de ellos exhibiese una pistola, dicen que simulada.
¿Recuerdan ustedes la zapatiesta que se organiza en el País Vasco si, en una manifestación, se queman banderas, aparecen encapuchados -no digamos ya un arma- y se lanzan vivas a ETA? ¿Acaso ha sido suprimido del Código Penal el delito de apología del terrorismo? Pues bien, entre las organizaciones terroristas identificadas como tales por la Unión Europea, Hamás figura igual, en la misma lista -y no con menos motivo-, que ETA. Sin embargo, ni Iniciativa, ni Esquerra Republicana ni el PSC han creído necesario desautorizar o condenar los vivas a Hamás y demás gestos de exaltación de la violencia que se dieron en el cortejo por ellos encabezado.
Ahora supongamos -no es difícil, porque ha sucedido más de una vez- que en Euskadi aparecen un día miles de pasquines con los nombres y las fotos de una serie de periodistas u opinadores a los que se tacha de "torturadores", "carceleros", "cómplices de la represión española", "apologistas del GAL", etcétera. Inmediatamente, todos los demócratas reaccionarán con energía, considerando que eso supone señalar, marcar a posibles víctimas del terrorismo etarra, y tanto la fiscalía como las fuerzas de seguridad actuarán en consecuencia.
Bien, pues por Cataluña han sido distribuidos en los últimos días 40.000 ejemplares de una revista titulada Aturem-ho! Publicació de suport al poble palestí i pel boicot a l'Estat d'Israel. En una de sus páginas, y bajo la firma -a saber si real o simulada, como la pistola...- de Josep Maria Navarro, el sedicente "movimiento internacionalista" "denuncia e identifica" con nombres y fotografías a media docena de opinadores catalanes, disidentes del mainstream antiisraelí actualmente hegemónico, y los acusa de "lobby sionista", de "apologistas de la destrucción y violencia" en Gaza; afirma que "ríen los asesinatos selectivos y los desgraciados daños colaterales entre la población civil", que se expresan "a favor de los asesinos sionistas", que son -que somos- "cómplices de genocidio, de torturas y de limpieza étnica".
A pesar de la enorme gravedad -incluso en términos penales- de esas imputaciones sin fundamento, cabría desdeñarlas como el berrinche histérico de quienes no soportan la existencia de otro discurso que el suyo. Sucede, sin embargo, que hay una realidad transnacional llamada terrorismo islamista o yihadismo; que, desde el restaurante El Descanso hasta los trenes de Atocha y los suicidios de Leganés, ese terrorismo lleva causados en España dos centenares muy largos de muertos; que, como han demostrado numerosas investigaciones policiales, uno de los nódulos de esa red asesina es Barcelona, y que, también en Barcelona, el pasado sábado abundaron los mensajes verbales y gestuales apologéticos de la lucha armada contra el "enemigo sionista".
Ello no obstante, ningún portavoz autorizado de Esquerra, de Iniciativa o del PSC ha tenido a bien condenar ese chantaje, esa amenaza tácita contra seis conciudadanos, y el consejero Joan Saura ha equiparado la convocatoria del pasado sábado con una manifestación antiterrorista. ¿Antiterrorista, con vítores a Hamás? ¿Qué pasa, que hay un terrorismo malo y uno bueno?
Joan B. Culla i Clarà es historiador.
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