Estamos arreglados
Soy el que la jodió. Yo y unos cuantos más, no querría arrogarme todo el mérito. Tampoco muchos, ya sabes, en el mundo de las finanzas somos pocos y elegidos. Siempre sois los mismos, me dices. Pues sí, te respondo, y seguirá siendo así. Pero no te quejes, bien que te agarraste a las ubres de la ganancia fácil cuando también había beneficios para ti. Ahora, como un bebé impaciente y hambriento, gritas "¡teta!" y te alarmas cuando apenas ves brotar una gota de tu maná particular.
Pero tranquila, criatura, aguanta que esto pronto lo arreglamos. Entre todos, eso sí. Para empezar, ¿qué haces con esos ahorros escondidos bajo el colchón? Vamos, eso es una actitud muy poco responsable, si tú no compras, otros no venden y yo no puedo prestarte dinero para que compres más. Todos salimos perdiendo. ¿Acaso no confías en mí? ¿Dices que necesitas ese dinero, que es tu salvaguarda por si pierdes el empleo? Venga, ya vale de tanto pesimismo. Así, no hay quien salga adelante.
¿No has prestado atención a la campaña tan emotiva que te hemos regalado? "Esto sólo lo arreglamos entre todos". No te quejarás. Cuatro millones de euros hemos destinado los principales bancos y empresas de este país, todos amigos míos, por supuesto, para que te animes un poco. "¡Explórate a ti mismo!", te dice Susana Griso. "Es posible", apunta Gasol. "Si nos unimos", añade Buenafuente. "La solución es de todos", sentencia Ferran Adrià. Son ellos quienes te lo dicen. ¡Tus héroes! Los triunfadores. Deberías hacerles caso.
Sé que ahora estás preocupado. No temas. Nosotros, los que contamos, los elegidos, vamos a inundar el mercado de productos y mensajes positivos. Quiero que vuelvas a creer en mí y en ti mismo. En todo lo que puedes hacer. Sólo tienes una vida, ¡exprímela! Piensa en tus deseos, en tus caprichos. Ven a verme, seguro que encontramos el modo de que puedas hacerlos realidad. Vuelve a soñar con la ubre rebosante de néctar de la felicidad.
Y si te has de quejar a alguien, ya sabes ¿no? Por supuesto, qué listo eres, lo has adivinado al instante. ¡Para eso están los políticos! Tanto da que estén en el Gobierno o en la oposición. Tú y yo sabemos que no sirven para nada. Dices que todos son unos corruptos y que sólo buscan su propio enriquecimiento. ¡Cuánta razón tienes! Vamos, sigue así. Critícales, abuchéales, ponles nerviosos. Con un solo mohín de disgusto tuyo ellos se echarán atrás. ¡Benditas encuestas! Y después, castígales sin tu voto. Que se queden huérfanos de legitimidad.
Tú deja a la calaña política en nuestras manos. Por ahora, nos obedecen sin chistar y creen comprar nuestra complicidad. Con las ayudas que nos inyectan, nosotros vamos arreglando nuestra casa. Pero con ellos no se puede bajar la guardia. En cualquier momento, te amenazan con medidas de control. Ya sabes, el típico comportamiento prepotente e intervencionista del Estado. ¿Cómo dices? ¿Que si queda algo de esas ayudas para ti? ¡Por supuesto! ¡Si tú eres nuestra razón de ser! Adelante, ya te lo he dicho antes, ven a verme y hablamos.
¡Ay, querido consumidor!, perdón, ciudadano. No creas, para mí también son tiempos difíciles. Es cierto que mis ingresos no han disminuido, pero es duro psicológicamente. ¡Si tú supieras cuánto añoro los años de euforia! Cuando los beneficios crecían y se multiplicaban. ¡Igual que los edificios! Beneficio, edificio, ¡ilusorio pareado! En aquellos días de prosperidad, nosotros, me refiero a mí y a mis amigos, desde las atalayas de los consejos de administración, veíamos extenderse nuestro reino de oro sin más límites que nuestra ambición.
Pero ahora, la fiesta ha terminado y resulta desagradable tener que hacer de portero de discoteca. Tú no. Tú tampoco. Tú menos. Y siempre hay alguno que se pone chulo. Entre otros, esos emprendedores que nos acusan de conservadores o de cosas peores. Se plantan en nuestros despachos y nos escupen sus grandes ideas. ¡Ideas! Utilizan esa palabra como si hubieran encontrado la piedra filosofal, como si se creyeran poseedores de alguna verdad absoluta. Las ideas son demasiado intangibles como para confiar en ellas. Nosotros, ya sabes, yo y mis amigos, necesitamos tener ciertas garantías, ciertos beneficios garantizados.
También me resulta deprimente ese eco miserable que empieza extenderse, esas palabras tan tristes, aburridas y trasnochadas: ahorro, solidaridad, reducción de consumo... Afortunadamente a ti también te horrorizan esas proclamas que parecen llevarnos al tiempo del blanco y negro. No hagas caso. Todo pasará. Los que así hablan son los fracasados de siempre, esos que prefieren compartir la miseria a ver el enriquecimiento ajeno. Una patética banda de envidiosos e ilusos.
Algunos graciosillos se han unido y han creado grupos de Facebook que critican nuestra campaña. "Esto sólo lo arreglan los que lo jodieron", dicen. Pues van a llevar razón. Ya lo digo yo, dejadnos, que esto lo arreglamos bien arreglado. Entre todos. Yo y mis amigos, por supuesto. Tú confía en mí. ¿Ya te he dicho que compres, verdad?
http://alteregosalterados.blogspot.com/
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