Entra en vigor el código ético de los Mossos
El consejero de Interior, Joan Saura, fue jugador de fútbol en sus años mozos en las categorías inferiores del Barça y sabe lo que es marcar un gol en el último minuto. El código de ética de los Mossos d'Esquadra, proyecto estrella de su mandato, entró ayer en vigor, a solo 11 días de las elecciones autonómicas. Lo hizo después de tres años de agrias polémicas por un texto al que se oponen sindicatos policiales y mandos del cuerpo, que ayer lamentaron su entrada en vigor porque arroja "desconfianza y dudas" sobre el cuerpo. Saura, sin embargo, lo ha querido sacar adelante antes de dejar el cargo.
El código, que ayer se publicó en el Diari Oficial de la Generalitat, ha quedado descafeinado. No solo por los cortes a los que se le ha sometido, ni por su bajo rango legal (una resolución), sino porque su aplicación será compleja. No es más que un manual de buenas prácticas policiales, sin capacidad sancionadora, que desarrolla un texto similar vigente en Europa. Además, CiU ya ha anunciado que, si gobierna, lo anulará.
El texto recoge los derechos de los agentes y sus deberes con los ciudadanos. Además, enumera los principios básicos de la actuación policial, por ejemplo, la "oportunidad" y la "proporcionalidad"; defiende el valor del papel "mediador" de los Mossos, e insta a los agentes a ser cuidadosos hasta el límite con las armas, que solo deben emplearse en situaciones absolutamente necesarias. Los sindicatos argumentan que el código es innecesario porque no añade nada nuevo al estricto régimen sancionador del cuerpo.
La profundización en el control democrático de la policía ha marcado el tormentoso paso de Saura por Interior. El consejero ha impulsado medidas como la aprobación del reglamento de armas (que prohíbe el uso de artilugios ilegales como el kubotán), la ISO (para calibrar la calidad del sistema), la carta de servicios (que fija, por ejemplo, los tiempos máximos que debería esperar un ciudadano para presentar una denuncia) y, sobre todo, la instalación de cámaras en todas las comisarías.
La sucesión de casos de presuntos malos tratos en la comisaría de Les Corts de Barcelona llevó a Interior a instalar cámaras en las salas de cacheos. La medida, adoptada para evitar abusos policiales y también denuncias falsas contra la policía, topó con fuertes resistencias, pero ahora está más o menos aceptada.
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