Un gran seductor, amigo de Sarkozy
Stephane Richard se enfrenta a un tremendo reto para el que no hay universidad ni master en el mundo que prepare: detener la cadena de suicidios de France Télécom, la tercera operadora de Europa. En los dos últimos años, 30 trabajadores se han quitado la vida, algunos en el mismo centro de trabajo y otros dejando claro antes que era por la presión laboral con la que trabajan.
Richard cogerá las riendas de la compañía, aunque Didier Lombart, el que era también consejero delegado, conservará su puesto de presidente hasta que se jubile el año próximo.
A sus 48 años y con cinco hijos, Richard ha sabido nadar entre lo público y lo privado, la derecha y la izquierda, las grandes empresas y las finanzas. De origen humilde -de su pasado siempre sale que su abuelo fue pastor-, logró hacer una fortuna gracias a varias operaciones empresariales e inmobiliarias. Nicolas Sarkozy, presidente de la República Francesa y amigo suyo, bromeó cuando le condecoró con la Legión de Honor: "Tú has triunfado, eres rico; quizá algún día sea como tú".
Asume un tremendo reto para el que no hay universidad ni 'master' que prepare
Pero no sólo los poderosos se rinden ante este seductor. Sus colaboradores, los sindicatos, la mayoría de los que han tropezado con él en sus carreras, le califican como un hombre "atípico" por su talante campechano y por gestos como el no llevar corbata en un mundo donde esa prenda es casi el uniforme. Ese talante negociador, dialogante y empático que muchos le atribuyen le va a hacer buena falta para negociar las nuevas condiciones de trabajo de la compañía, que tiene el compromiso de convertirse en un modelo de conciliación y de respeto a las demandas de los empleados. Será, según ha dicho Richard al diario Le Monde, "una nueva empresa, donde los empleados tendrán mejores condiciones. Un nuevo proyecto industrial, pero con dimensión social". France Télécom, participada en un 26,7% por el Estado francés, se enfrenta hoy con una de las etapas más difíciles y ambiciosas, con un proyecto de empresa a desarrollar en los próximos tres años que prevé la implantación de banda ancha en toda Francia. Para hacerlo, Richard tiene claro lo que hay que tener: "Un objetivo, un calendario, un método, como en la guerra".
A pesar de su pasado de izquierdas, fue jefe de gabinete de la ministra de Economía Christine Lagarde, quien lo heredó de su antecesor. Pero enseguida se ganó su confianza y se convirtió en su mano derecha. No en vano se autodefine como un "liberal en economía y social para el resto".
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