De Salamanca a todo el mundo
Clay Formación exporta sus cursos 'e-learning', con los que factura 1,5 millones de euros anuales, al extranjero
PEPE VARELALa formación e-learning, ese método pedagógico que utiliza herramientas y medios diversos como Internet, intranet, CD-ROM, producciones multimedia (textos, imágenes, audio, vídeo...), comenzó casi con el nacimiento de la Red. Desde mediados de los años noventa del pasado siglo, muchos son los que han confiado a Internet el maestro del futuro... un futuro que parecía estar más cercano de lo que la realidad se ha encargado de demostrar que estaba, pero al que, poco a poco, se va llegando gracias a compañías de ciberaprendizaje como Clay Formación Internacional.
Esta firma, que tiene sede en Salamanca y fue fundada por Francisco Lamamie y Manuel Alfonso Cabezas, ambos antiguos alumnos de la histórica universidad local, ofrece más de 200 cursos online, relativos a las más variadas áreas del conocimiento y la empresa -medioambiente y calidad, energías renovables y desarrollo sostenible, recursos humanos y prevención de riesgos laborales, marketing y publicidad, asesoría y gestión de empresas, etcétera-, a clientes particulares y corporativos repartidos por España, México y Argentina, y de forma más modesta, a otros instalados en EE UU, "donde tenemos un acuerdo con la Universidad de Seattle para la enseñanza de español a extranjeros", dice Manuel Alfonso, gerente de cuentas de Clay.
Manuel Alfonso Cabezas observa, no exento de un cierto orgullo, cómo a partir de ClayNet, una plataforma interactiva "al principio mayormente dirigida a estudiantes de la universidad" que facilitaba trámites como la búsqueda de alojamiento, cursos de idiomas para extranjeros o visitas culturales, la compañía se ha convertido en una escuela de formación en red que da trabajo a 35 personas y que facturó un millón y medio de euros el pasado ejercicio.
Con sus oficinas centrales ubicadas en los locales de un barrio residencial de la universitaria ciudad castellana -"es la ventaja de Internet, que puedes trabajar desde cualquier sitio y para cualquier sitio"-, Clay, en su día, hija de la Universidad, y hoy, una suerte de socio tecnológico de la institución, ha sabido aprovechar el conocimiento salido de sus aulas para crecer y fortalecerse. Ahí está, por ejemplo, el desarrollo del equipamiento técnico necesario para favorecer el acceso a todos los contenidos ubicados en su web a cualquier persona que sufra discapacidades como ceguera o sordera -"ha sido todo un reto en investigación e inversión tecnológica para mejorar, por ejemplo, sistemas de reconocimiento de voz".
Como buenos emprendedores, Francisco y Manuel tienen claro que la fortaleza y posibilidades de futuro de una empresa como la suya depende de su riqueza en conocimiento, además de su capacidad para prever qué será del sector en el que operan pasado mañana. "Por esa razón, para nosotros es una ventaja poder aprovechar el caudal de investigación y profesionales que nos aporta nuestra cercanía a la Universidad de Salamanca", dice Alfonso. Atentos a ello, y teniendo claro que el mañana de la formación en Internet estará asociada a los dispositivos móviles, han desarrollado, en colaboración con el departamento de investigación universitario, el proyecto ClayMobile, evolución y aplicación práctica del proyecto fin de carrera de Nazareth Álvarez, una alumna de Ingenierías Informáticas de la Universidad de Salamanca. "Se trata de una aplicación que permite adaptar a dispositivos móviles la navegación jerárquica por nuestra página, así como visualizar, descargar y adaptar contenidos. El sistema funciona en las plataformas Android, iPhone y Java2ME".
En Clay tienen claro que uno de los mayores inconvenientes a la hora de afrontar la educación a través de Internet es la posible desmotivación del alumno. "Hay que motivar solventando todas las dudas en el momento en el que se plantean, ya que existen estudios en los que se ha comprobado que gran parte del abandono de los cursos de formación online está provocado porque el alumno se siente desatendido", afirma Manuel Alfonso.
Y a tenor del interés que ha despertado Clay en el mercado, se ve que este modo de trabajar ha tenido éxito. "Nuestros clientes son muy variados. Desde empresas multinacionales con actividad por todo el mundo hasta otras más pequeñas, nacionales y extranjeras, que operan en sectores tan diversos como servicios, financiero, químico o tecnológico". Por cierto, clay es una palabra inglesa que significa arcilla, y eso es lo que desean conseguir los fundadores de la compañía de enseñanza, que cada cual, como si sus manos moldearan un pocillo de barro, pueda hacerse su propia autoformación. -
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