"Hay que reintegrar la economía en la sociedad"
A principios del siglo XX, el sociólogo alemán Max Weber señaló que Occidente había iniciado un proceso de "desencantamiento del mundo" que nos lleva a desear todo tipo de bienes y artilugios materiales a la vez que perdemos la conexión con la "magia" y el "sentido" intrínsecos a la vida.
Un siglo más tarde, parece que se avecina el comienzo de una nueva era: el posmaterialismo. Al menos así lo vaticina el doctor en Filosofía, Jordi Pigem (Barcelona, 1964), que entre 1998 y 2003 fue profesor del prestigioso máster en Ciencias Holísticas del Schumacher College, en Inglaterra. En su último libro, Buena crisis (Kairós), reflexiona sobre las oportunidades constructivas de la crisis sistémica que vive la sociedad.
"Se trata de crecer en lo que somos más que en lo que tenemos"
Pregunta. Usted afirma que vamos hacia un mundo posmaterialista...
Respuesta. La filosofía del materialismo ha entrado en crisis porque no funciona. Se basa en una visión del mundo obsoleta, una visión reduccionista y fragmentadora que ve el mundo como una mera suma de objetos inertes y tiende a oponer a los seres humanos entre sí y contra la naturaleza. Economistas como Vilfredo Pareto crearon teorías sobre el homo oeconomicus basadas en los modelos mecánicos de Newton. Dichos modelos fueron superados por la física hace un siglo, pero siguen dominando la economía. La crisis actual puede ser una oportunidad para transformar este paradigma y humanizar la economía.
P. ¿Humanizar la economía?
R. La solución a la crisis económica no puede ser sólo económica. La crisis económica es sólo el síntoma más visible de una crisis más amplia, una crisis sistémica que tiene una dimensión cultural, social y ecológica. La creciente incidencia de las depresiones, por ejemplo, refleja el hecho de que muchas personas se sienten como meros engranajes de un sistema en el que sólo cuenta lo que puede ser cuantificado y que hace muy difícil encontrar un sentido a la propia vida. El economista E. F. Schumacher, a quien Keynes había señalado como el mejor candidato para continuar su legado, ya advirtió que necesitamos una economía como si la gente importara.
P. Pero el producto interior bruto (PIB) muestra que en las últimas décadas hemos avanzado en progreso y desarrollo...
R. El PIB es un indicador del flujo de transacciones económicas, pero no dice mucho sobre el verdadero progreso y bienestar, que queda mejor reflejado en indicadores como el Índice de Desarrollo Humano o el Happy Planet Index. Muchos costes negativos del estilo de vida consumista, desde el deterioro ecológico a los accidentes de tráfico, en la medida que mueven dinero, tienden a aumentar el PIB. Es un indicador modélico de la mentalidad economicista, para la que sólo importa lo que puede ser cuantificado y convertido en lucro.
P. ¿Y qué hay de la filosofía del decrecimiento?
R. Ya no es posible seguir creyendo en el crecimiento material ilimitado como motor de la sociedad y en el consumo como camino hacia la plenitud. El crecimiento material ilimitado era una utopía, porque todo lo que es material es limitado. En cambio, lo verdaderamente ilimitado es nuestra capacidad de crear, de aprender y de innovar, así como nuestra capacidad de crear un mundo más sostenible y solidario. Ese mundo está amaneciendo ya en iniciativas como el comercio justo, la banca ética o el consumo ecológico y consciente.
P. ¿Qué se puede hacer en el plano personal?
R. Hemos de salir del paradigma materialista y reconocer el valor de todo lo que es cualitativo e inmaterial, que es lo que verdaderamente llena de sentido nuestras vidas: nuestros valores, nuestras relaciones, nuestra vocación, nuestra contribución a un mundo mejor. Se trata de crecer en lo que somos más que en lo que tenemos. Y ello puede aplicarse a todas nuestras decisiones y acciones cotidianas.
P. ¿Cómo puede integrarse todo esto en las empresas?
R. Con una visión más amplia y a largo plazo. Reintegrando la economía en la sociedad y en los ciclos naturales, es decir, en el mundo real. Aprendiendo de la eficiencia de la naturaleza, como enseña la biomímesis. Y adoptando, por ejemplo, una nueva cuenta de resultados en la que también se valore la aportación de las empresas a crear una sociedad más solidaria, sana, sabia y ecológica. -
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