Lídia Pujol, realidades paralelas
A pesar de irrumpir en el panorama peninsular con su primer disco bajo el brazo, Lídia Pujol no es ni una recién llegada ni una futura promesa. A sus 35 años la barcelonesa sabe muy bien lo que significa pisar un escenario: en su experiencia personal se suman el teatro, el musical (casi la ópera), la canción comprometida, la música antigua, tradicional, celta, yídish, el flamenco y hasta el rock directo y contundente. Entre sus compañeros de escenario, nombres tan diversos como Allen Ginsberg, Brian Dunning (líder de Nightnoise), Miquel Gil o el cantaor Miguel Poveda, mientras que Sergi Belbel y Calixto Bieito han dirigido sus experiencias teatrales. Todo eso, y muchas otras cosas, ha quedado finalmente plasmado en este primer disco totalmente personal.
Tras un título tan ambiguo
como sugerente, Iaie, se esconden las mil caras de la poliédrica Lídia Pujol. "La música es una manera de expresarme y los diversos estilos me permiten ser más que yo misma", explica como si estuviera pensando la respuesta por primera vez. "Yo misma no me intereso demasiado: si tengo que hablar de este mundo, lo haría de forma muy violenta y eso no me gusta. Si explico lo que veo a mi alrededor me pongo enseguida de muy mal humor, me violento y puedo ser muy radical. Tal vez por ello en mi música busco un mundo más fantasioso, fuera de la realidad que me sirva, que nos sirva, para calmar esa impotencia que generamos y degeneramos nosotros mismos. Entonces prefiero irme a otro lugar y respirar aire puro, si no todo sería muy chungo".
En ese otro mundo paralelo, que Lídia Pujol no quiere ver como una escapada sino como otra realidad necesaria, se entremezclan la poesía de Jacques Prévert o García Lorca con la tradición catalana, la música celta o las canciones judías. El francés, el castellano, el catalán y el gaélico se entremezclan con naturalidad en su disco. "Me interesa explicar historias y sugerencias que vayan más allá de mi propio discurso como Lídia López Pujol", subraya con contundencia el López, primer apellido que figura en su DNI, mientras no intenta retirar el largo flequillo que le cubre los ojos provocando que su mirada se pierda quién sabe dónde, tal vez en su interior. "Tengo una parte teatral que me permite meterme en cada historia y necesito que esa historia me haga reír, llorar, rabiar..., que me desmonte. Por eso busco mucho antes de escoger un poeta. De Prévert me gusta su sentido del humor muy naïf, me gusta esa inocencia que irradia, el contrapunto a lo que me rodea".
Lídia Pujol inició su camino musical como clon de Chrissie Hynde en el grupo Berlin Este. Como es mujer de extremos pasó sin solución de continuidad del rock a la música popular judía acompañada simplemente de un acordeón y de ahí a la música tradicional catalana con el grupo Els Trobadors. Después su dúo con Silvia Comas fue como un vendaval de aire fresco en el pobre panorama catalán del cambio de milenio. De la experiencia quedaron dos discos y un puñado de buenos recuerdos, pero las personalidades casi antagónicas de ambas cantantes provocaron el hundimiento de la embarcación sin haber llegado todavía a puerto. Su último trabajo escénico le ha llevado a París y Estrasburgo de la mano de Calixto Bieito para interpretar uno de los papeles protagonistas de la Ópera de cuatro cuartos de Bertolt Brecht y Kurt Weill que hace dos veranos estrenara en el festival Grec barcelonés. "No puedo comenzar a hablar de una cosa que me interese, política, género humano, relaciones... y no acabar llorando o discutiendo. Por eso me expreso a través de la música y de los poetas". Hasta ahora, Lídia Pujol sólo ha escrito una canción, El cuento de los dos suicidas en su primer disco con Silvia Comas, en la que habla del sida y del suicidio. "Cuando me pongo a escribir, o soy muy azucarada o muy criminal. O bosques, pajaritos, enanitos y duendes o metralleta. Lo que me preocupa mucho es emparentar cada texto con la música que le conviene. Es una de mis obsesiones desde que pude estudiar a fondo la música tradicional y encontré gran cantidad de aberraciones: melodías preciosas que llevan letras horribles o chabacanas. Cosas incomprensibles que para mí sería imposible cantar".
Lídia Pujol actúa el 27 de enero en Barcelona (Palau de la Música) y el 2 de febrero en Madrid (Galileo Galilei).
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