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Reportaje:

Una pequeña Finlandia en Fuengirola

El barrio de Los Pacos concentra la mayor colonia finesa de la región, donde el turista puede desenvolverse sin hablar castellano

Javier Martín-Arroyo

Siivoustarvikkeita escrito en el toldo de la plaza central no es ninguna broma, indica la droguería. Lääkäri tampoco, es la consulta del médico. Ni siquiera Kampaamo Parturi, la peluquería de una calle cercana. En el barrio de Los Pacos, en Fuengirola, la calle de entrada desemboca en una plaza con bancos, árboles y donde las casas no superan la altura del primer piso. Todo dentro del tipismo, muy tranquilo y andaluz, hasta que los pequeños detalles saltan a la vista: como el trasiego de vecinos con cabelleras rubio platino que denota la mayor colonia de finlandeses de toda Andalucía.

Toñi Báez abrió su peluquería en 1976 y habla finés con desparpajo y "sin haber cogido un libro". Tiene su local junto a la urbanización que da nombre al barrio, creada en los años setenta por Teuvo Hakulinen, alcalde honorífico. Báez explica que durante estas tres décadas sus vecinos nórdicos han evolucionado, y de proceder de una selecta alta burguesía han pasado a ser gente más joven e incluso trabajadora. "En mi peluquería cotillean como cualquiera: que si el Papa, que si el Príncipe y Letizia...".

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La mayoría de vecinos son jubilados que vienen al comenzar el otoño, pero en mayo la población se reduce y se produce un relevo. Son sus hijos con los nietos los que ahora ocupan las casas para acudir fieles a la playa y salir de marcha. "El excesivo calor les supera y por eso los ancianos regresan a Finlandia, donde el clima es menos duro y les permite caminar", aclara Toñi.

Los restaurantes del barrio están a mediodía repletos de cuadrillas de albañiles y las grúas despuntan a la falda del monte, apurando el terreno urbanizable. Los Pacos es uno de los barrios por los que aún se expande, atrapada entre el mar y la montaña, Fuengirola, un pueblo donde la tercera parte de sus 67.000 ciudadanos son de origen extranjero. De ellos, la mayoría de los 2.350 finlandeses censados residen en este barrio. Pero si acudieron en busca de tranquilidad, cada vez son más los que venden sus casas ante el auge que ha cobrado la zona y el aumento del ruido.

Mirja y Tommi Saarela son una pareja a la que aún les compensa acudir la mitad del año. "Somos muy sanos y deportistas", explican. Mochila al hombro, suben al monte para caminar en dirección a Mijas, juegan al tenis, practican natación, estudian español, y sobre todo disfrutan del sol en su dinámica y singular fotosíntesis.

Después de dejar a los niños en la escuela, por estas calles se puede acudir al médico, pasar por la farmacia, comprar el pan, la fruta y el periódico. Y todo sin pronunciar una sola palabra de castellano. Es el día a día de muchos de los 4.300 británicos, 2.350 finlandeses y 1.000 suecos censados en Fuengirola, sin contar aquellos que no se registran. En agosto del año pasado, ante esta Babel que desubica a muchos, el Ayuntamiento sacó un bando en el que obligaba a los restaurantes a presentar los menús en castellano, al margen del idioma de la clientela que frecuente cada local.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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