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Reportaje:Signos

El legado de Adriano

Cultura concluye la restauración de la cabeza de diosa hallada en Itálica

La restauración de la cabeza de diosa hallada en la antigua ciudad romana de Itálica (Santiponce, Sevilla) ha concluido. La cabeza ha levantado numerosas hipótesis. Se trata de una pieza de un valor incalculable vinculada a distintos periodos en la historia de Roma, épocas tan dispares como el gobierno de Adriano o la decadencia y destrucción del imperio ante las oleadas bárbaras. "Es el hallazgo escultórico más relevante hecho en Itálica en las últimas décadas", resumió ayer Pilar León, catedrática de Arqueología de la Universidad de Sevilla. Pilar León trabaja, junto a José Beltrán, profesor titular de Arqueología de la Universidad de Sevilla, en desentrañar las claves de la pieza escultórica.

Es el hallazgo escultórico más notable en Itálica en las últimas décadas

La consejera de Cultura, Rosa Torres, presentó ayer en Sevilla la restauración de la cabeza, que fue hallada el pasado enero. La restauración fue llevada a cabo en el taller de Material Arqueológico del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, organismo que depende de la Consejería de Cultura. La cabeza, esculpida en mármol blanco, tiene un tamaño mayor del natural. La pieza presentaba un buen estado de conservación cuando fue hallada. Para restaurarla se emplearon métodos mecánicos (palillos de madera, bisturís, cepillos, pinceles y microtorno) y se procedió a su limpieza química. La pieza se expondrá en el Museo Municipal Fernando Marmolejo de Santiponce y, posteriormente, en el Arqueológico de Sevilla.

Una de las principales líneas de investigación intenta aclarar a qué diosa pertenece la cabeza. "José Beltrán y yo investigamos la estatuaria ideal de Itálica, y esa cabeza forma parte de ella. No podemos decir con exactitud qué diosa era. He propuesto la posibilidad de que sea Afrodita", explica Pilar León. La catedrática de Arqueología aduce que "algunos signos externos de la cabeza, como el peinado o la diadema", avalan su hipótesis. También hay, a su juicio, "signos intrínsecos, como la expresión, la forma de los ojos y el movimiento de la boca", que dan fuerza a su idea de que representa a la diosa de la belleza y del amor.

La estatua a la que pertenecía la cabeza "debió de tener un carácter decorativo", según Pilar León. "No es presumible que fuera una estatua de culto o, al menos, no lo podemos decir", precisa.

La cabeza se puede situar en el siglo II. El emperador Adriano, que gobernó Roma entre los años 117 y 138, emprendió un programa de representaciones mitológicas. "El emperador Adriano se caracterizaba por ser un hombre culto y por su respeto a las creencias de todas las provincias. Además, en el caso de la Bética e Itálica, Adriano desarrolló un programa de exaltación dinástica iniciado por el emperador Trajano. Ambos emperadores pertenecían a la familia Ulpio-Aelia y eran oriundos de Itálica", detalla la catedrática de Arqueología.

"Trajano y Adriano son los primeros provinciales (personas procedentes de una provincia) que llegan al solio imperial. Son provinciales oriundos de la Bética. Numerosos senadores y caballeros oriundos de la Bética estaban instalados en Roma porque la Bética era poderosa políticamente y muy rica", recalca Pilar León. En el seno de esa sociedad surgió la escultura de una diosa que sigue hoy en el centro de atención.

La consejera Rosa Torres mostraba ayer tras su restauración la cabeza de diosa hallada en Itálica.
La consejera Rosa Torres mostraba ayer tras su restauración la cabeza de diosa hallada en Itálica.J. B.

El ocaso de un imperio

La Roma en que fue esculpida la cabeza de diosa hallada en Itálica era un imperio poderoso. La Roma regida por la dinastía Ulpio-Aelia dominaba extensos territorios de Europa, Asia y África.

Sin embargo, al cabo de los siglos, el poder de esta dinastía era un recuerdo.

El ocaso del imperio romano fue de la mano con la decadencia de Itálica. La cabeza de la diosa no tenía demasiado valor en la nueva época. Transcurría un periodo comprendido entre los siglos IV y V. Roma se desmoronaba. Agonizaban los valores y creencias que habían nutrido el poder espiritual de la diosa.

"Cayeron mármoles y se rentabilizaron para otras cosas. Probablemente, metieron la cabeza como ripio (material de desecho) de un muro. En un momento de convulsión bélica o de invasión, la cabeza no significaba nada para los que lo hicieron. Esto debió de ocurrir en un tiempo de revuelta militar y social sin que esté definido quiénes eran los que actuaban así. Fue un instante convulso de la caída del imperio", señala Pilar León, catedrática de Arqueología de la Universidad de Sevilla.

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