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Reportaje:La crisis de Delphi

El estilo Delphi

La multinacional americana despide en Marruecos a 446 trabajadores por reclamar sus derechos laborales

Zhora lleva cuatro horas esperando bajo la lluvia ante la reja que guarda la entrada de Delphi en Tánger. Espera que alguien se acerque y le diga algo sobre la solicitud de trabajo. "Ahí puede esperar hasta la noche si quiere... O varios días. Para la empresa las personas no existen; somos esclavos", comenta, mirándola, Amina Bekkali, 32 años, ocho de antigüedad, despedida en enero por la multinacional de cableado para coches, junto a 600 compañeros más, por "promover actividades sindicales" según la empresa. Zhora tiene 26 años y ha venido de Fez, a 300 kilómetros, porque alguien le ha dicho que en Delphi podrían contratarla. Podrían... Pero su breve currículum (estudios primarios) o su aspecto (viste chilaba y pañuelo) puede que no le gusten a Dalila, la jefa de Recursos Humanos y entonces, tras varios días de esperar, tendrá que volverse a su casa.

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"En Delphi, en cuanto alguien se queja le echan y le sustituyen por otra persona. Ahí dentro es el infierno", asegura Mokhtar Khoulhna, 36 años y cuatro en la empresa, licenciado en Letras, sindicalista, y uno de los primeros despedidos por la multinacional americana hace tres meses. Mokhtar, Amina, Mékki y Ali comentan lo que solía decirles Dalila cuando iban a quejarse por algo: "Vosotros sois esclavos; no tenéis derecho a nada".

Amina y sus compañeros denuncian el cambio de horario arbitrario, o los abusos en los contratos; de los que dicen que no se respetan nunca; según ellos "son papel mojado". "Ni uno de los 598 artículos que tiene el Código de Trabajo Marroquí se cumple", asegura Mokhtar. Y el secretario general para el Norte de Marruecos de la Confederación Democrática de Trabajadores (CDT), Elouafi Driss, corrobora estos datos: "Está claro que la ley en nuestro país no se cumple. Multinacionales como Delphi están protegidas por el Gobierno y pueden hacer lo que quieran". Elouafi cree que los abusos de algunas empresas en Marruecos, en estos momentos, están sobrepasando todos los límites.

En la fábrica de Dhelphi de Tánger trabajan 4.200 personas de las que unas 3.000 son mujeres. El salario medio es de 160 euros al mes frente a los 1.600 que, por ejemplo, ganan los trabajadores de Delphi, en Puerto Real. Del horario de trabajo en Tánger... nunca se sabe. Los empleados de Delphi hacen 10, 11, o más horas diarias hasta completar, en muchos casos, 72 semanales. Sin embargo la ley estipula que son 44 las horas, no más de 8 diarias. "No cobramos horas extras, ni nos entregan la nómina, y trabajamos sábados y domingos que tampoco nos pagan como festivos. Por supuesto, no tenemos vacaciones ni indemnización si nos echan. Nada", enumera Mokhtar. El acoso sexual y los favores son moneda de cambio frecuente también. Amina lo sabe bien. "A veces te mandan a trabajar de forma arbitraria a un puesto mejor; tú te sorprendes, pero a los pocos días aparece el capataz y te insinúa que has de agradecérselo o te castigará enviándote a un puesto más duro o amenazándote con echarte", explica.

En diciembre pasado, un grupo de trabajadores pidieron ver sus nóminas. Querían saber si Deslphi cotizaba por ellos a la caja marroquí de pensiones (CMR), pues habían comprobado que la empresa, en muchos casos, no les daba de alta. Asimismo querían cobrar las horas extra y descansar cuando menos un día por semana; tener vacaciones una vez al año. Lo denunciaron en la Inspección de Trabajo y la respuesta de la empresa fue el despido. En total 446 despedidos con contrato en vigor, además de otros 150 que la Unión Nacional Marroquí de Trabajo calcula. Por su parte la empresa, calla en Marruecos y en París, su central europea. En cambio Amina, Mokhtar, y muchos de sus compañeros, puede, incluso que en el juicio que va a celebrarse el 23 de abril próximo, por demanda de la empresa contra ellos, sean condenados a la cárcel o a indemnizar a Delphi por los daños causados en sus instalaciones.

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