René Allio, cineasta de los humildes
Para el cineasta francés René Allio era absolutamente cierto aquello de que "el éxito es un equívoco". Pintor y hombre de teatro, nacido en Marsella en 1924, no dirige su primer largometraje hasta 1965. Se trata de La vieille dame indigne, una libérrima adaptación de Brecht protagonizada por madame Sylvie, que encamó a una anciana que, una vez viuda, decide conocer el mundo subida al dos caballos de su vecino profesor. El éxito es enorme, pero no se repetirá. Su trabajo sobre el realismo y sobre los sueños y deseos populares no volverá a conectar con los espectadores. En Rude journée pour la Reiné, una Simone Signoret metida a fregona hacía convivir la miseria real con su escapismo por la vía de las fotonovelas, mientras que en Láune et l'autre una mujer huía de su vida mortecina adoptando la personalidad de su hermana. Con Les camisards (1970-72) inventó un nuevo tipo de cine histórico y abordó, desde una perspectiva no centralista, lo ocurrido en 1689, cuando los protestantes se enfrentaron al poder. De la mano de Michel Foucault filmará Moi Pierre Riviére, ayant egorgée..., que es la crónica de un proceso judicial y el cómo las razones de los humildes son siempre pisoteadas. Fallecido el pasado lunes 27 de marzo, Allio estaba enfermo desde hacía varios años y su último filme es Transit (1990), una adaptación de la novela de Anna Seghers. También había seguido trabajando para el teatro y la televisión, siendo quizá su última aportación cultural el haberse ocupado, de manera magistral, de la escenografía y la luz del renovado Museo de Historia Natural de París.-
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