Michel Debré, ex primer ministro francés
Michel Debré, el "Robespierre del gaullismo", "el más intransigente de la V República", murió ayer en su domicilio, a los 84 años de edad. Ex primer ministro o titular de las carteras de Educación, Justicia, Economía y Finanzas, Exteriores o Defensa, ex candidato a la presidencia, padre del actual ministro del Interior -Jean Louis Debré-, senador y diputado desde 1948 y hasta 1988, académico y auténtico ideólogo de la V República, Michel Debré era un personaje en el que se resumen a la perfección la grandeza y las contradicciones del gaullismo y de una cierta derecha francesa.Nieto de rabino, de familia alsaciana instalada en París para escapar a la germanización de la región a partir de 1871, Michel Debré, abogado y "servidor del Estado", presta fidelidad al mariscal Pétain en 1941 después de haberse hecho una falsa partida de nací-, miento que borra sus orígenes judíos. Cuando los alemanes invaden, a finales de 1942, la llamada "zona libre", Debré opta por sumarse a la Resistencia. En agosto de 1944 conoce al general De Gaulle, que le encomendará la renovación de la Administración gala. Debré creará la célebre ENA (Ecole Nationale d'Administration), cuna de toda la actual élite político gestora del país.
Crítico encarnizado de la construcción europea, enemigo de la integración en la OTAN, antiamericano, jacobino y defensor de la "Argelia francesa", crea el periódico Le Courrier de la Colére para sostener la necesidad de refundar la República y hacerlo desde una óptica presidencialista encarnada por De Gaulle. Éste, una vez en el poder, le nombra ministro de Justicia y, entre 1959 y 1962, primer ministro. Dirige la represión secreta contra quienes ayudan a los argelinos pero acabará admitiendo la inevitabilidad de la independencia.
Modernizador del Estado y nacionalista convencido, favorecerá a interpenetración de las economías francesa y alemana; defensor de un servicio militar más prolongado, impodrá al Ejército una racionalidad económica que hoy desemboca en la profesionalización; partidario de aplicar "mano dura", contra los rebeldes de Mayo del 68, verá cómo De Gaulle acaba por dar la razón al conciliador Pompidou; continuador del gaulismo sin De Gaulle, obtendrá en 1981 un modesto 1,6% de los sufragios presidenciales. Él decía que "el general De Gaulle me hablaba de nuestra Constitución cuando las cosas iban bien y de tu Constitución cuando alguna institución le inolestaba". Antidemagogo, defendió en público causas impopulares que le hicieron pasar por un reaccionario radical cuando su acción política fue la de un reformador. Era, en resumen, el puño de seda en un guante de hierro-
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