Donald R. Griffin, experto en comportamiento animal
Donald R. Griffin, considerado el fundador del estudio moderno del razonamiento y la conciencia animal, y que al principio de su carrera profesional contribuyó a desentrañar el secreto del sistema de navegación de los murciélagos, murió el pasado viernes 14 de noviembre en Lexington, Massachussets. Tenía 88 años.
Griffin, profesor emérito de Comportamiento Animal de la Universidad Rockefeller, creó en 1978 el campo conocido como etología cognitiva, rompiendo con ello un tabú científico al sugerir que los animales podían tener la capacidad de pensar y razonar, y que los científicos debían estudiar estos procesos mentales.
En sus publicaciones, Griffin sostenía que la gran complejidad y adaptabilidad del comportamiento animal, desde el complejo comportamiento de recolección de alimentos de los chimpancés hasta las inteligentes técnicas de pesca de las garzas, sugieren que los animales no son meros autómatas. Por el contrario, mantenía que son seres pensantes, aunque puedan pensar en cosas completamente distintas y de forma completamente diferente a los humanos.
Lo cierto es que en siglos anteriores hubo otros científicos que valoraron la posibilidad de que los animales tuvieran vida interior (Darwin incluido, quien escribió La expresión de las emociones en hombres y animales), así como muchas personas no científicas que creían desde mucho tiempo atrás que los animales tienen pensamientos, planes y sentimientos. Pero entre los científicos, especialmente entre aquellos que estudiaban el comportamiento animal, el razonamiento animal se consideraba un tema que quedaba muy fuera del dominio de la investigación científica.
Muchos científicos afirman que el único motivo por el que se prestó alguna atención al razonamiento animal se debió a que fue Griffin quien lo planteó. Respetado por ser considerado un científico riguroso, los biólogos le conocían por descubrir el método que utilizan los murciélagos para orientarse en la oscuridad.
En su época de estudiante, Griffin y un compañero, Robert Galambos, descubrieron que los murciélagos utilizaban sonidos reflejados para detectar objetos. En 1944, Griffin acuñó el término "ecolocalización" para describir este fenómeno.
Para muchos, la idea resultaba escandalosa. Griffin escribió en una ocasión: "En una reunión científica, un distinguido fisiólogo se quedó tan conmocionado con nuestra presentación que cogió a Bob por los hombros y le sacudió mientras le recriminaba diciendo: '¡Tú no quieres decir eso en realidad!".
Entre los numerosos -y ruidosos- críticos del creciente campo de la etología cognitiva figuran tanto científicos como filósofos. Los científicos se quejan de que el campo depende demasiado de la anécdota, es altamente subjetivo y antropomórfico, más parecido al modo en que el dueño de un perro imagina el día de su perro que a cómo un científico suele aproximarse al estudio del comportamiento animal. Además, la conexión natural de este campo con movimientos como el de la defensa de los derechos de los animales ha hecho que algunos científicos se muestren precavidos.
Pero para otros científicos, el razonamiento y la conciencia animal simplemente se han convertido en la última de la larga lista de características supuestamente exclusivamente humanas que hay que admitir que son compartidas más ampliamente dentro del reino animal. Estos investigadores reconocen la dificultad de estudiar el estado mental de un animal, pero afirman que estos obstáculos no deberían evitar que el razonamiento animal sea objeto de estudio científico.
Hoy los etólogos cognitivos estudian una gran diversidad de cuestiones sobre la forma en que pueden pensar los animales: por ejemplo, si los animales pueden formar conceptos o prever las acciones de los demás. "Hay una curiosa idea que he planteado en todas mis obras, que ante evidencias muy débiles, los científicos tendemos a hacer declaraciones negativas muy rotundas: no hay ningún animal que haga esto; los animales no pueden hacer aquello y demás, cuando lo cierto es que no lo sabemos. Creo que deberíamos tener la mente abierta", dijo una vez Griffin.
Nacido en Southampton, Nueva York, en 1915, se licenció y obtuvo el máster y el doctorado en Harvard. Fue profesor en Cornell y, más tarde, en Harvard, donde enseñó Zoología. Terminó su carrera profesional en Rockefeller. También fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias.-
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