El gigante deportivo da alas a Jeremy Scott
El excéntrico diseñador firma una colección para Adidas
La unión del más excéntrico de los diseñadores de moda con una multinacional de germánico vigor llama la atención. Incluso, en una industria tan saturada de extrañas parejas como la de la moda. Pero los contrayentes están felices. De una parte, Jeremy Scott, nacido en Kansas City y voluntarioso iconoclasta en la treintena. De la otra, Adidas, pez gordo de la ropa deportiva que tras flirtear con varios creadores de vanguardia ha decidido sentar cabeza junto a este estadounidense, tan famoso por las burradas que se le ocurren para vestir a la gente -el vestido jukebox o el jersey hamburguesa- como por su peinado mohicano.
El fruto de su unión cumple este otoño su segunda temporada. Es una de las tres colecciones que componen la línea Originals by Originals. En París, rodeado de plumones inspirados en la carta de ajuste, Jeremy Scott parece en plena luna de miel. "Sigo siendo un diseñador independiente", asegura. "Esta colaboración es bastante pura y está muy cerca de mi filosofía y diseño. De hecho, las piezas son intercambiables con mi trabajo individual". Sólo que mucho más baratas: sus precios van de los 75 euros de una camiseta a los 600 de un abrigo.
No es el primer movimiento atípico de la carrera de Scott. De hecho, la rareza es un atributo que cultiva con avidez. En 1997 aterrizó en la estirada escena parisiense con una marca deliberadamente grosera, que importaba lo más estridente de Los Ángeles. Enloqueció a las revistas de tendencias y a Karl Lagerfeld. El alemán lo tomó bajo su protección y llegó a declarar que sólo él podría sustituirle en Chanel.
Un ruido mediático que le abrió las puertas de los armarios de las estrellas del pop. Sus excéntricos diseños parecen hechos para un escenario. A él los subieron Madonna o Kylie Minogue. Lo cual colmaba sus sueños de infancia. "De niño veía la tele y quería pertenecer a ese mundo de ropa alucinante y entretenimiento. No deseaba ser diseñador de moda exactamente. Lo que adoraba era la cultura pop, era un estudioso de ella".
Así, la colaboración con Adidas cierra un círculo vital. Supone distribuir sus diseños de forma masiva y global. Ahora está un poco más cerca de dominar el mundo. A la manera de su admirado Mickey Mouse. Las zapatillas con alas que ha convertido en emblema de este idilio se agotaron a los pocos días de salir a la venta. La próxima remesa (esta vez, plateadas) saldrá en octubre por 180 euros. "Nunca he querido ser underground porque sí. Mi objetivo es influir en la vida de la gente. A través de los medios, mi trabajo se conoce muy lejos, pero hay muchos países en los que mi ropa no se vende. En cambio, Adidas está en todas partes y eso lo cambia todo". Excepto a él mismo. "Soy tan genuino que nada va a distraerme de mi auténtica identidad", remata con ese descaro que le da de comer.
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