Los que miran
La primera foto que la Casa Blanca difundió universalmente a raíz de la operación contra Bin Laden orientó de manera muy profesional nuestra mirada. Se trataba de una instantánea del fotógrafo oficial de la institución, Pete Souza, donde veíamos al presidente Obama, el vicepresidente Biden y a la secretaria de Estado Hillary Clinton mirando con bien distinta gestualidad los monitores donde seguían vía satélite la operación de asalto. Una ley del cine dice que siempre es más largo e importante el plano del personaje que mira, que el inserto de lo que está mirando.
Gracias a ello, desde ese momento, la opinión pública mundial se ha hecho muchas más preguntas sobre la responsabilidad del poder, lo complicado de tomar una decisión y hasta lo acertado o desacertado de la estrategia. En resumen, el presidente Obama ha sido mucho más protagonista de la noticia que el propio Bin Laden. Porque el que mira, y no lo que mira, vuelve a ser el protagonista de una mirada.
El problema es que los medios de comunicación y sus consumidores no se conforman con la estrategia narrativa. Quieren también su dosis de morbo y curiosidad satisfecha, porque somos los que miramos los que exigimos nuestro protagonismo. Por eso la Casa Blanca no quiere mostrar las fotos de Bin Laden muerto, pese a la demanda mundial. Hasta ahora, la ola interna de popularidad ha beneficiado a sus intereses. No quiere variar el foco ni humanizar al terrorista, porque sabe, sabemos, que la muerte lo humaniza todo. Ayer, este periódico publicó las primeras fotos del asunto que alcanzaron el mercado tras la venta a una agencia internacional por parte de un miembro de las fuerzas de seguridad de Pakistán. Costaba leer el periódico en el metro mientras uno intentaba que ningún niño se topara con las imágenes tan crudas.
España es un país con la sensibilidad gore endurecida, porque desde pequeños nos educamos con toreros corneados en la aorta en el telediario de la comida. No sé si otras sensibilidades están tan endurecidas, pero nuestros medios no se plantean dudas sensibles. Lo único seguro es que la Casa Blanca conoce las razones por las que esas imágenes permanecen reservadas. Lo que está por ver es si logra mantener esa luz apagada.
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