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Televisión

El gran bazar de los formatos

Cada vez más programas son fórmulas globales importadas

Carmen Pérez-Lanzac

Sobre la mesa de trabajo de Bob Merrillees, consejero delegado de Grundy (el tentáculo español de FreemantleMedia, una de las productoras más importantes del mundo), destaca una carpeta que contiene el dossier de Mamá quiero ser artista, el nombre con el que Merrillees ha rebautizado Quinceañera, un reality de Telemundo (EE UU). Merrillees ha pagado una opción de compra del formato que le autoriza a ofrecerlo a las cadenas españolas. Pasado el plazo, el derecho expirará (aunque la crisis está avivando la picaresca en el sector). "¡Esto es un arte mágico!", dice Merrillees, un tipo grueso y campechano. "Tengo que pensar como las cadenas para ver a cuál le puede interesar".

A pocos kilómetros, Leonardo Baltanás, de la división de producción de Telecinco, echa un vistazo a su despacho, lleno de sobres con las propuestas de decenas de productoras (hay 200 en España). Cogemos uno al azar: Zebra le propone poner en marcha una versión de Trade up, un concurso con el eslogan '¿Te gustaría robarle un millón de euros a tu vecino?'. "Y de todo esto", dice Baltanás, "lo que acaba viendo la luz es mínimo".

La parrilla es una trituradora de formatos. El año pasado, las seis generalistas estrenaron 32. Sólo nueve han sobrevivido a 2009. Y en lo que va de año ya han rodado varias cabezas. "Todos buscamos un Gran Hermano, el próximo programa que revolucione la tele", explica Mariano Blanco, director de programas de Cuatro. "Rastreamos ferias, Internet, productoras... No hay fronteras".

Una vez que una cadena le echa el ojo a un programa, negocia con sus dueños los derechos del formato (entre el 4% y el 10% del coste de explotación del programa). Después, baja a Tierra y lo adapta a la audiencia española, "el momento en que realmente te la juegas", según Baltanás.

Según las normas no escritas de la televisión, a los españoles no les gusta el bla, bla, bla, quieren ritmo. Para asegurarse de que su criatura no acaba masacrada por los intereses de unos y otros, muchas productoras incluyen por contrato la figura del flying producer, la persona encargada de que todo se haga conforme a lo estipulado. Rob Molloy, flying producer del difunto Guiness World Record (Telecinco), explica el dilema: "Las cadenas intentan hacer una adaptación lo más entretenida posible para ganar audiencia y nosotros proteger la integridad del producto y que se respeten los valores de la marca". Merrilles pone el ejemplo de Factor X para explicar los sudores de la adaptación: "Syco, la propietaria, nos dio permiso para hacer un grupo con los concursantes que no llegaran a la final, pero se negó a la posibilidad de hacer una repesca con los cuatro primeros eliminados".

Si comprar un formato cuesta dinero y adaptarlo es una lucha, ¿por qué no se desarrollan más en casa? "Porque es más sencillo apostar por un programa que viene avalado por una buena audiencia y del que puedes ver una cinta que arriesgar con uno nuevo", dice Baltanás. "Es ley de vida". "En España, por desgracia, la factoría de formatos pura y dura no existe", dice Ferrán Marín, analista de formatos de Barlovento Comunicación. "Los pocos ejemplos que conozco han fracasado. Y eso pasa porque las cadenas prefieren pisar sobre seguro y por la falta de un marco legal que defienda de los plagios. Sólo existe el registro de la propiedad, que a veces no tiene valor pericial, y los creadores están indefensos".

Robert Fonellosa es socio de la productora Four Luck Banana. Hace unos meses, viendo su serie favorita, House, tuvo una idea: un reality que buscase casos similares a los del médico. "Lo propusimos a las cadenas, pero nadie daba el paso. Decidimos arriesgarnos y grabar un piloto". Hubo suerte. Misterios médicos se ha estrenado en Telemadrid, IB3 y Castilla-La Mancha TV. ETB y Canal 9 lo harán pronto.

"El sector audiovisual español ha pasado de importador a adaptador", resalta Pedro Pérez, de la Asociación de Federaciones de Productores Audiovisuales, que insiste en que cada vez exportamos más. España vendió en 2007 formatos por valor de 35 millones de euros (en 2001 fueron 22 millones). El 72% eran series de ficción y animación. El 38%, programas. Un ejemplo es El coro de la cárcel, de la bilbaína 3Koma, que ya tiene réplica en Noruega e Italia (y una nominación al Emmy internacional). 3Koma vendió una opción del formato a una productora australiana, pero caducó sin éxito. Meses después, una cadena del país estrenó un programa sobre la formación de un coro de presos. "Posiblemente es un plagio pero hay poco que hacer", explica Ruth Martínez, de 3Koma. "En lo relativo a temas legales, en televisión está todo por escribir".

El jurado de <b><i>Factor X </b></i><b>(Cuatro),</b> el formato que Grundy compró a Syco
El jurado de Factor X (Cuatro), el formato que Grundy compró a Syco

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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