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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Raro, incatalogable

Al morir la noche, rodada en 1945, es una película inglesa rara, incatalogable. Alrededor de una leve trama argumental -varias personas reunidas por un azar cuentan experiencias inexplicables de vivencias reales de pesadillas- se narran una serie de relatos cinematográficos, algunos de gran fuerza, que son un modelo del realismo mágico, al borde todos ellos de lo fantástico, pero sin llegar nunca a cruzar la frontera de lo cotidiano. El resultado es un muy aceptable filme, en términos generales, con momentos inquietantes, de poderosa factura y originalidad. Sobre todo en lo relativo a la creación de un clima mórbido que unifica los relatos. Externamente esta película sigue una moda inaugurada en los Estados Unidos por Seis destinos, en 1942, y tiene secuelas tan cercanas como La conquista del Oeste. La fórmula tuvo un éxito notable y se ramifico en otras muchas películas de tono menor.Eran producciones organizadas alrededor de varios directores que se encargaban cada uno de una parte del filme, generalmente en forma de sketchs, lo que permitía ver contrastadas y conjugadas sus a veces violentas diferencias de estilo. En Al morir la noche los directores fueron los británicos Robert Hamer -más tarde conocido productor de filmes de terror-, Charles Crichton, Basil Dearden... y un extraño director brasileño, afincado entonces en Inglaterra, llamado Alberto Cavalcanti.

Todas las historias narradas atrapan la atención, pero dos de ellas tienen algo especial, un sello casi imperceptible de pudorosa audacia y de otra dimensión imaginativa: son el cuento de la Navidad y el extraño relato de superposicion de: personalidades entre un ventrílocuo y su muñeco, interpretado por un Michael Redgrave joven y todavía no convertido en sir y santón del teatro y la pantalla inglesas. Estos relatos son los dirigidos precisamente por Cavalcanti, en cierta manera un intruso dentro del cine inglés.

Alberto de Almeida Cavalcanti había nacido en Río de Janeiro, Brasil, en 1897. Era arquitecto. En los años 20 se unió a los hervideros variguardistas de París y entró en el cine como escenógrafo. En 1926 hizo su primera película, descriptiva con brotes superreales, Rien que les heures, pero ni esta ni sus otras dos películas francesas, en las que desarrolló su peculiar concepción del realismo, más tarde teorizada en su libro Film e realidade, tuvieron éxito fuera de los cenáculos.

En 1934 se instaló en Inglaterra, apadrinado por el documentalista John Griergson, y allí hizo sus mejores trabajos, entre ellos Mar del norte, un documental que se ajustaba al patrón de la escuela documentalista británica, y, entre varios filmes de ficción, rodados en los legendarios estudios Ealing, estos dos excelentes relatos cortos de Al morir la noche. En 1950 volvió su país, donde se convirtió en uno de los patriarcas del cine brasileño.

Al morir la noche se emite hoy a las 21.50 por la primera cadena.

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