'POLI' DANESA
En julio, el canal AXN dio una primera pista sobre los próximos estrenos de la temporada y emitió el primer capítulo de la serie danesa The killing. Ya tenemos un motivo para ver la tele cuando terminen las vacaciones. No es ningún descubrimiento. Data de 2007, tiene premios internacionales -la serie y la actriz protagonista- y los estadounidenses han hecho lo de siempre: en vez de emitirla... la recocinan y hacen su propia versión. Es cine negro del bueno.
Lo más destacable es cómo en un relato de un drama, de hecho más de uno, se administran los énfasis. Ninguna puntuación sobrecargada. Una espeluznante sobriedad. Para la antología del género, en este episodio de presentación hay una escena memorable. Una chica ha desaparecido. La policía sospecha que ha sido asesinada. Los padres la hacían con un antiguo novio. El padre acude donde se ha descubierto el cuerpo. Está en contacto con su esposa por el móvil. No le da la noticia. Ella, simplemente, escucha sus lágrimas. El móvil acerca la escena del drama a la madre, que está en su hogar. Una imagen que aniquila al espectador más resistente.
El personaje protagonista es una comisaria de policía a punto de abandonar su puesto. Interpretada por Sofie Grabol, Sarah Lund es obstinada y con un enorme olfato para orientarse por las zonas más oscuras de la escena, enfrentándose a unos colegas a quienes les fatiga su persistencia en indagar sobre lo improbable, lo inconveniente.
Aparecen todos los arquetipos previsibles en un caso de asesinato, pero la galería de sujetos no resultará inocente. La serie, explican sus autores, ha querido explorar el mundo político, sin compasión, y la tardanza en encontrar los culpables les permite sostener la sospecha fundada sobre algunos tipos que viven subidos al poder. Algo más, pues, que un simple misterio criminal.
The killing (Forbrydelsen, para no confundirse con su pariente estadounidense) es otro ejemplo de cómo creadores nórdicos han sabido releer los códigos del género negro.
Dinamarca, un país sin montañas, parece un país sin escondites. Falso. Los criminales están en los paraderos aparentemente de más sosiego, más accesibles.
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