Melatonina
Los directivos de Tele 5 le hacían zalemas en la puerta de los estudios, y Pedro Piqueras fue incisivo pero no agresivo con él. Y sin embargo, la cadena berlusconiana le tendió una trampa a Zapatero: sentado ya éste en el plató, Piqueras le pidió permiso para presentar un sumario de las noticias del día (al fin y al cabo se trataba de un telediario), y las caras que el presidente ponía ante las imágenes del niño parricida ("qué maleducada ciudadanía"), la quema de la embajada USA en Serbia ("ya lo decía yo") o la entente entre Raúl y Luis Aragonés ("éstos dialogan y no les culpan"), eran mostradas simultáneamente en un ángulo de la pantalla. Ni un actor de la Royal Shakespeare Company habría superado la prueba de las emociones distintas tan cambiantes.
Aun así, Zapatero estuvo muy bien en los 45 minutos de diálogo, y eso que no faltaron preguntas envenenadas hechas desde la calle y desde la Red, incluyendo la de un lastimoso analfabeto anti-canon. Sereno, contundente, mesurado y con un favorecedor corte de pelo que contrastaba con la aparición, en el excelente especial de Lorenzo Milá sobre el inicio de la campaña (TVE-1), de un Rajoy sudado y tortuoso en Cádiz. Zapatero sólo ganó el favor del 40% de la audiencia de la cadena, aunque tuvo gracia el resumen de la imagen que el presidente proyectaba al espectador medio: un 50% se lo imagina en sus ratos libres leyendo y un 20% viendo cine español. Yo votaría a un candidato de tales proporciones.
Zapatero aparecía (asimismo en el mitin de arranque electoral) tan suelto y tan fresco que no tuve más remedio que acordarme de Sánchez Dragó, al que la némesis médica acusa de corruptor psicotrópico. ¿Se habría tomado algo prohibido Zapatero? Puse el Diario de la noche (Telemadrid), pero Dragó sólo tenía un vaso con un líquido color carmelita y una flor que se llevó al acabar su informativo. Desde aquí me autoinculpo: yo también tomo melatonina.
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