Herramienta
La serie Hung, recién estrenado en Canal +, trata de la herramienta con la que una persona cuenta para afrontar el futuro. El protagonista es un entrenador de equipo escolar al que las cosas le van tan mal que cuando su casucha se incendia termina malviviendo en una tienda de campaña. Es padre de dos hijos y su ex se ha liado con un dermatólogo de éxito que inyecta bótox como quien pasa la sal. Chico exitoso en su juventud está a punto de zampárselo la pesadilla americana. En unas terapias de reciclado profesional, una compañera de curso y cama le señala la herramienta con la que fabricarse un nuevo bienestar: su enorme pene.
Las series americanas de los canales de cable tienen filo. No persiguen agradar a una mayoría, como las series en abierto que reparten juego entre gustos y afinidades de la población. La gran serie americana contemporánea es atrevida, disfuncional, rara y a veces hasta deprimente. No existe nada más lejos de las ficciones familiares o de las historias de superación personal. Arrasan en el mundo porque describen a la gente mejor que la ficción edulcorada. Hung trata más de la crisis que del sexo, al que roza sin lija.
El cerebro tras la propuesta es Alexander Payne, autor de joyas como Entre copas, About Schmidt, Ciudadana Ruth, el episodio más brillante de Paris, je t'aime, y una gran comedia: Election. Retrata su país desde personajes torcidos que caminan de derrota en derrota hasta el triunfo final; posee fina ironía y poder de observación en un cine casi siempre formulaico e infantil. El protagonista de Hung es como todos los suyos poco expresivo, aparentemente convencional, consciente de su degradación. Para incomodar un poco más le hubiera venido bien ser afroamericano, como la mayoría de los deportistas universitarios que pululan tras el retiro por la Norteamérica rota. El tono parece el de una novela de Philip Roth contada sin rabia. En las películas Payne siempre cierra con grandeza el viaje de sus protagonistas, es dueño de una gran mano para los terceros actos. El problema es que las series de televisión son un segundo acto repetido hasta el infinito (o la cancelación), y eso puede impedir brillar su talento. Veremos si la herramienta del protagonista nos da el placer prometido.
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