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Columna
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'GH' en el barco

David Trueba

El barco es una serie que transpira cálculo, rigor y exaltación de la fórmula. A veces el pragmatismo de sus guionistas, la perfecta graduación de elementos, la puntual aparición del truco o el recurso, da más miedo que el villano del Este que se ha colado en el pasaje. Responde a un arquetipo del éxito televisivo engrasado y probado. El embarque de los personajes ya era una proposición clara, lo tomas o lo dejas, esto es lo que hay. La ración de cuerpos jóvenes en duchas mixtas, las alteraciones hormonales, el humor racionado con el costumbrismo, el cura frente a las tentaciones como un pájaro espino a quien la testosterona pondrá en prueba teologal, la embarazada, el cojo, el polizón hijo natural, dan para saciar las glándulas salivares de la legión de buenos consumidores de pasiones. Súmenle las exigencias autóctonas, como la cocinera con acento del sur y su carácter expansivo frente a los secretos tan subrayados como ocultos de los demás.

Por supuesto el capitán es viudo, cumpliéndose una vez más el sueño húmedo de toda serie española. Lo interpreta Juanjo Artero, que es un actor que hace tiempo que venció al más difícil todavía, y al que los creadores, seguramente hijos de aquel mojón de nuestra infancia que fue Verano azul, donde era nada menos que Javi, colocan de padre de una niña a la que se le permite embarcar con una bicicleta y casi silbando la melodía de Carmelo Bernaola. Dirigida con fe, prolongará el momento dulce de Antena 3 con la ficción nacional, y más aún con Mario Casas dentro, que en este momento hasta si decidiera ir a misa repuntaban las vocaciones.

Glee, una de las series más populares norteamericanas, reescribe Operación Triunfo, allí American Idol, con los elementos enriquecedores de la ficción. Personajes, tramas y aritmética emocional bien exprimida. El barco propone una reformulación del Gran Hermano, fracasado como experimento social y que ya solo funciona como reality seudoerótico. La serie aísla a los personajes y da vueltas al torno de presión desde todos los extremos, el amoroso, el de la intriga, la acción, la supervivencia y los secretos sanguíneos. Sería interesante completarla con un debate ficticio posterior, donde supuestos familiares despellejen los sucesos del episodio.

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