Estrategias
Amigos que se preocupan por mí, al ver el lío en el que me he metido aceptando esta columna, me preguntan: ¿pero no hay días en que es casi imposible encontrar algo de lo que hablar? Créanme, lo complicado es encontrar algo de lo que no hablar. Es tal la cascada de asuntos de importancia que uno se siente afortunado de pertenecer a este tiempo en el que nos ha tocado vivir pese a la deprimente lista de discos más vendidos. Uno se da cuenta de que las estrategias, que aparentemente se presentan como inamovibles, se ven forzadas a cambiar a diario. Los republicanos norteamericanos llevan desde el verano pasado insistiendo en que la reforma sanitaria, lo que han dado en llamar el Obamacare, nunca pasaría las votaciones del Congreso. La madrugada pasada ha sido ratificado y toca virar la estrategia. Ahora se apoyan en encuestas de población, aparentemente contrarias a la reforma. Han puesto a aullar a sus tertulianos más extremos y confían en que las elecciones de medio mandato serán el revolcón definitivo del sueño de Obama. Y si no, se agarran a que algunas reformas sólo entrarán en vigor dentro de cuatro años y para entonces otro Gobierno habrá revocado la ley. Pero todos sabemos que los pasos adelante no pueden ser desandados.
El mejor análisis casi siempre lo encuentro en el programa de Stephen Colbert, un cómico que nació para el gran público en el Daily Show de Jon Stewart con su personaje de conservador agresivo, y que ahora puede disfrutarse en un espacio propio llamado ColbertNation, que se atrapa en la Red. Hace unos días estudió con perspicacia los discursos de Obama previos a la votación del Congreso. En todos ellos, Obama comenzó quitándose la chaqueta y arremangándose la camisa blanca. Ese gesto escenificaba que la política es oficio de braceros, que las cosas se cambian a golpe de pulmón. Obama se la jugó y ha ganado el asalto más difícil. Es como la salida de Google de China. No podemos trampear con los principios, ceder al cálculo con cobardía. Hacer dinero o ganar las elecciones no puede ser la excusa para tragar con la censura o el inmovilismo. Hay que cambiar lo que es injusto. Avanzar es la única estrategia.
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