"Me tranquiliza saber que no voy a ser un director maldito"
El único cineasta español en Cannes sólo tuvo tiempo de ver una película durante el festival y, encima, no le gustó. Una relativa mala suerte que se esfumó ayer, cuando recogió el premio de la crítica internacional (Frispesci) para el mejor filme de la Quincena de Realizadores por su ópera primera Todos vós sodes capitáns. Ya en Barcelona, donde estudió hace años, Óliver Laxe (París, 1982) interrumpe su "primera siesta en seis meses" para defender, una vez más, un "cine que confíe en el cine". Como el que hace Apichatpong Weerasethakul, el tailandés que se ha llevado la Palma de Oro este año. "Para mí no es un desconocido como para la mayoría de la gente", se desmarca, "lo considero uno de los directores más importantes de este siglo".
"Los niños son el pretexto para responder a mis preguntas"
"Sólo observando lo propio se consigue capacidad de reflejar algo interesante"
Rodada en una escuela infantil de Tánger con una cámara de 35 milímetros, Todos vós sodes capitáns muestra el diálogo entre unos niños con riesgo de exclusión social y un profesor de cine interpretado por el propio Laxe. Este gallego, hijo de inmigrantes, no se propuso describir lo que veía, sino responder a sus preguntas sobre el cine y "dejar que fuera el arte quien juzgara".
Pregunta. ¿Se esperaba el premio?
Respuesta. Siempre he confiado mucho en mi película, en mi lenguaje, en mi hipótesis y, sobre todo, en mi relación con el cine. Me ha hecho mucha ilusión el premio porque el jurado estaba formado por ocho personas de países diferentes y todas ellas de edades muy avanzadas. Han hablado con mucho cariño de mi película. Yo hago un cine que va en paralelo a un nuevo nivel de conciencia, así que me tranquiliza saber que no voy a ser un cineasta maldito.
P. ¿Cuál es este nuevo nivel?
R. Un cine que confía en el cine. Poco a poco, nos estamos emancipando de la imagen. En Tánger tuve ante mí la posibilidad de hacer una típica película de realismo español. Un filme que estilizara el drama. El problema es que, de esta manera, el drama se reduce, se vulgariza. Yo hice todo lo contrario. Llevé a cabo un proceso estilístico sobre el cine y sobre el arte.
P. ¿Y dónde queda el drama en este proceso?
R. Precisamente de esta manera es como el drama queda mejor exhibido. En mi película hay caricias, silencios, reflejos de luz. Elementos que describen la inadaptación de estos niños y, a través de ella, también la mía propia. Los niños son el pretexto para tratar de responder mis preguntas. ¿Qué es el cine? ¿qué es la creación? ¿por qué hacemos imágenes?
P. Los responsables de la escuela infantil de Tánger en la que grabó parte de la película interpretaron esa mirada como una "instrumentalización" de los niños.
R. Sí. Y me expulsaron por ello. Se sintieron utilizados porque vieron que mi único fin era hacer la película. Después de un tiempo, algunos monitores preguntaron a los niños qué pensaban de todo aquello y dijeron que no entendían nada. Que para ellos, una película era una historia con unos personajes. Después, les preguntaron qué hubieran grabado ellos. Y la mayoría apostó por el mar, un rostro, las niñas, los gatos y los perros corriendo. Imágenes, al fin y al cabo, que aparecen en mi película. En el fondo, hablo a través de ellos.
P. Usted es el único cineasta español en el Festival de Cannes de este año. ¿Es un síntoma del estado en el que se encuentra el panorama cinematográfico en España?
R. Que una película como la mía esté en Cannes y que sea la única cinta española que participa en el certamen debería llevar a la reflexión. Pero creo que todavía no se está haciendo. El ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Cinematográficas y las Artes Audiovisuales, dependiente del Ministerio de Cultura] todavía no me ha llamado.
P. ¿Cuál es el problema?
R. El problema es que es una pena que haya gente tan desinformada acerca de a dónde va el cine español. La mayoría de cineastas y productores están perdidos. Una de las claves es que el cine español se retroalimenta demasiado. Todo lo que se genera en este marco acaba siendo consumido en el mismo entorno y así no se avanza.
P. ¿Qué papel juega Galicia en este mapa del cine español?
R. Galicia, como periferia que es, sólo puede convertirse en un espejo al que otras identidades quieran mirarse si, primero, logra mirar dentro de sí misma. Ha sucedido en Rumania, por ejemplo. Sólo observando lo propio se consigue la capacidad de reflejar algo interesante.
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