La trama que faenaba con dinamita llevaba 20 años actuando en las rías
La policía halla 130 kilos de explosivos y 1.750 detonadores incautados
Un año después del golpe policial contra la pesca furtiva con explosivos en las Rías Baixas, el juez de Cambados, Juan Carlos Carballal, ha cerrado la instrucción del caso con 15 imputados tras llegar al presunto suministrador de los 130 kilos de explosivos intervenidos en varias fases de esta operación. Un arsenal muy superior al incautado en acciones antiterroristas al que se suman 1.750 detonadores y 115 metros de mecha lenta, según el acta de destrucción de la Unidad de Desactivación de Explosivos de la Guardia Civil.
La reciente detención y posterior declaración inculpatoria de José Manuel López Puga, un jubilado de Arbo de 65 años, ha permitido cerrar una complicada investigación policial iniciada en noviembre de 2009 sobre el suministro y distribución de la dinamita entre barcos del cerco que desencadenó la Operación Abuelo el 22 de junio del pasado año.
Los imputados se enfrentan a penas de entre cuatro y ocho años
El propio López Puga admitió que llevaba casi dos décadas provisionando de explosivos a armadores del sector para multiplicar las capturas, sobre todo de sardina. Respecto a quién o quiénes le vendían la dinamita, Manuel López solo declaró que se la suministraba "un tal Mario" en la localidad portuguesa de Monçao.
También reconoció a la mayoría de los detenidos en esta operación como sus clientes habituales, identificando a los imputados José Antonio Tizón, Juan José Deza Castro y José Carlos Castro Fontán, apodado Pistón, entre sus compradores. Una confesión en toda regla que le provocó a López Puga un infarto al abandonar el juzgado.
El traficante confeso fue el último detenido, pero la pieza clave para determinar el origen de los explosivos de fabricación española pero que López Puga compraba en Portugal. El 30 de marzo pasado, la Guardia Civil interceptó la última entrega (10 kilogramos de dinamita y un centenar de detonadores) que hizo el proveedor jubilado a Juan Manuel Graña, un armador de Cangas de 63 años.
La instrucción se cierra después de que la Audiencia de Pontevedra haya avalado las escuchas telefónicas autorizadas por el juez y que permitieron obtener suficientes indicios sobre el uso de los explosivos. Algunos abogados habían recurrido las intervenciones solicitadas por la Guardia Civil para invalidarlas antes del juicio como pruebas contundentes contra los imputados.
Ahora será el Ministerio Fiscal el que determine el grado de acusación para los armadores implicados que se enfrentan a condenas de entre cuatro a ocho años por delitos continuados contra el medio ambiente, tenencia, tráfico y depósito de explosivos.
Además de las multas administrativas, los armadores podrían ser inhabilitados y quedarse sin licencia de pesca, una medida que van a solicitar los abogados que ejercen la acusación particular en representación de la Administración Central y de la Xunta.
Según un informe de la Guardia Civil sobre las actividades de la tripulación de la embarcación Playa de Portonovo, implicada en estas diligencias, este barco era el que más capturas realizaba hasta el 22 de junio de 2010, cuando estalla la operación policial. "Llegó a despachar en tres puertos distintos el mismo día, al excederse en los cupos diarios establecidos. Sin el uso de explosivos las capturas medias diarias pueden alcanzar los 100 kilos de sardina pero con explosivos la producción media es de dos toneladas por barco", señala el documento.
Uno de sus tripulantes, Juan José Deza Castro, reconoció que llevaba 14 años faenando en este barco y que durante la campaña de la sardina ha utilizado siempre dinamita, "unas 30 o 40 veces, o sea, en el 50% del tiempo que sale a faenar", según consta en su declaración ante el juez.
Otra de las tripulaciones implicadas es la del Andreu III, con base en el puerto de Cesantes (Redondela) cuyo armador es Jesús Sobral Andreu y su hijo Jorge Sobral el patrón. Tras un seguimiento policial sobre el que existe abundante material audiovisual, el patrón fue detenido en el muelle pesquero de Vigo después de comprobar el zulo que utilizaban como depósito de dinamita, al lado de una alcantarilla.
El armador del Nuevo Diego David, con base en Vigo, puso al descubierto una práctica delictiva extendida en el sector. José Antonio Tizón, entonces patrón de la cofradía, admitió ante el juez que era habitual la utilización de dinamita en, al menos, la cuarta parte de la flota.
'Cartuchazos' y 'rafadiñas'
Desde el mes de noviembre de 2009 hasta marzo de 2010, el seguimiento de las conversaciones telefónicas entre los principales imputados hizo aflorar los detalles de la trama. Los investigadores pudieron constatar que la utilización de explosivos en la campaña de pesca de cerco era una práctica muy extendida en el sector.
El seguimiento policial comenzó con José Deza Castro, tripulante del barco Playa de Portonovo al que se le intervino un verdadero arsenal de dinamita, 120 kilos ocultos en garrafas semienterradas en la leñera de su casa, en la localidad de Arra, ayuntamiento de Sanxenxo. Deza se comunicaba con otros barcos que supuestamente empleaban explosivos y a los que se refería como "los del oficio". La mayoría utilizaban secráfonos (dispositivos que cifran las conversaciones de voz) en sus comunicaciones internas como medida de seguridad.
En una de las transcripciones telefónicas José Deza habla con un tripulante de la embarcación identificada como Playa Covas sobre las escasas capturas y emplea los términos "cartuchazos" y "rafadiñas" para referirse a la dinamita.
Tripulante. (...) Esto no tiene buena pinta.
José Deza. No, buena pinta no tiene, porque si en este tiempo si ya no va el pescado...
Tripulante. Ni a tiros, después ni hostias ¿Eh?
José Deza. Sí, bueno vamos a darle un buen cartuchazo aquí, a ver si la cosa va mejor por la mañana, a ver.
Tripulante. No, para hundir no hay, eso también es cierto. Bueno, vale, bueno pues vale entonces (...).
Ese mismo día, por la tarde, se registra otra conversación:
José Deza. Sí, sí, hay que arriesgar y tirar aquí.
Tripulante. Pues vamos a ver qué pasa, vamos a entrar ahí en la Barrosa y echamos cuentas, a ver lo que hacen los de Aguiño si pasan por ahí, por la Pegriña, a ver lo que hay.
José Deza. Nosotros vamos por ahí, si se puede, y si no para dentro de la Ría.
Tripulante. Eso mismo.
José Deza. Vale luego, echamos una rafadiña, a ver qué pasa.
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