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Reportaje:

La playa de los condenados

El arenal de Cedeira acogió durante la Guerra Civil un campo de concentración de represaliados republicanos que llegó a albergar a más de 700 presos

Desde el otoño de 1937 hasta agosto de 1938, la playa de A Magdalena de Cedeira fue el escabroso escenario de un campo de concentración franquista que llegó a albergar a 724 presos, hacinados en tres viejas naves para la salazón del pescado que hacían las veces de cárcel. Allí eran recluidos e identificados en función de su "peligrosidad política" antes de "pasearlos" o derivarlos a otras prisiones.

Algunos reclusos lograron esquivar la muerte dando a sus captores identidades falsas. Otros desaparecieron para siempre fusilados en la playa de Vilarrube (Valdoviño), a pocos kilómetros del centro de detención cedeirés. Es uno de los episodios menos conocidos de la Guerra Civil española en Galicia, que el Ayuntamiento ferrolano acaba de rescatar del olvido.

"Por las penosas condiciones, morían de tuberculosis y septicemia"
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En marzo del 2009, IU presentó una moción que fue respaldada por toda la corporación, a excepción del PP, que se abstuvo. Instaba al municipio a recuperar los fragmentos de una represión que "nunca se contó" y plasmarlos en un libro. El resultado es la unidad didáctica Ferrol 1936. Golpe de Estado e Represión, editada por el Ayuntamiento y presentada esta semana como manual escolar para mostrar a los chavales como se vivió en la ciudad el inicio de la contienda y sus sangrientas consecuencias.

"Buscamos la forma de subsanar el vacío en los libros de texto sin ningún revanchismo. Se trata de llamar a las cosas por su nombre y abordar la atroz represión", señala la edil de Educación, Mercedes Carbajales, del PSOE. Hace casi un año, le encomendaron esta tarea al profesor cedeirés Xosé Manuel Suárez. El resumen de sus investigaciones es una publicación de 52 páginas divididas en doce temas ilustrados con fotos, mapas, listas de represaliados y actividades en gallego orientadas a los alumnos de Secundaria y Bachillerato.

Hay que esperar hasta el noveno capítulo para toparse con el Campo de Concentración de Presentados y Prisioneros de Cedeira, como se denominaba. Allí fueron trasladados centenares de marineros, jornaleros, panaderos, carpinteros, ferroviarios, mineros o agricultores, apresados cuando trataban de huir a Francia en pequeños buques pesqueros cuando la guerra comenzaba a torcerse para el bando republicano.

Suárez cuenta que el centro comenzó a funcionar en octubre de 1937. Asturias caía en manos del ejército de Franco, y con ella, toda la resistencia del frente del Norte. La flota falangista se apostó en el Cantábrico para interceptar cualquier embarcación en fuga. Detenían a sus ocupantes para trasladarlos hasta Ferrol, A Coruña o Ribadeo o recluirlos en prisiones flotantes como el Plus Ultra, fondeado en la ría ferrolana. Desde allí eran derivados a los campos de concentración de Cedeira, Muros e Rianxo. "No eran campos de exterminio", precisa el profesor, para marcar distancias con el régimen nazi, "eran instalaciones temporales por todo el litoral gallego donde se recluían a los presos hasta su identificación".

El de Cedeira era una fábrica de conservas de pescado reconvertida en cárcel. Un suelo de tejas y algo de paja sobre el cemento. Estaba rodeado por una empalizada de alambre de espino. Cuentan los vecinos que los mandos franquistas acostumbraban a pasearse por el centro para identificar a todo aquel sospechoso de simpatizar con la II República o integrar las filas de su ejército. Una fotógrafa local los retrató, uno por uno. Esas fotos sirvieron para dictar la condena de muchos anarquistas, sindicalistas y milicianos.

En 1937, por este campo de concentración pasaron 369 reclusos. La mayoría eran asturianos (254), pero también encerraron a 46 gallegos, 28 leoneses y 13 vascos. Figuraban, además, ocho extranjeros y otros tantos llegados de Cantabria, Andalucía, Aragón, Extremadura, Madrid o Cataluña. Entre los presos más jóvenes se contaba Gerardo Menéndez, un peón asturiano de 15 años, y entre los veteranos, Aquilino Martínez, un marinero de 58.

"Las condiciones eran penosas y más de uno falleció de tuberculosis o septicemia", explica Suárez. Con todo, dice que algunos vecinos se arriesgaron llevándoles comida y agua para aliviarles el sufrimiento. Las viudas de los represaliados de Cedeira se acercaban hasta la playa para recibirlos. En marzo del 38, el número de presos alcanzó los 724. A partir de esa fecha, descendió progresivamente hasta que el centro se clausuró a finales de ese mismo año.

Paisaje de Cedeira que ocupó entre 1937 y 1938 un campo de concentración franquista, junto a la playa de A Magdalena.
Paisaje de Cedeira que ocupó entre 1937 y 1938 un campo de concentración franquista, junto a la playa de A Magdalena.GABRIEL TIZÓN

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