La arqueóloga que salió del museo
La inglesa Anna Champeney recupera el oficio de los telares en la Ribeira Sacra
Anna Champeney (Norwich, 1969) ha heredado de las viejas tecelás de O Cebreiro un oficio que la agonía demográfica del rural gallego había condenado a morir sin descendencia. Experta en historia antigua y arqueología, con esta técnica ancestral se ha tejido una nueva vida en la Ribeira Sacra. En su taller textil de Cristosende (A Teixeira, Ourense) imparte cursos y elabora piezas de lino y algodón que comercializa a través de la red. Su objetivo es sacar la artesanía tradicional de los museos.
Ha apostado por darle futuro a un rural que comenzó estudiando como vestigio del pasado. Anna llegó a Galicia en 1989 en el papel de etnógrafa: "Un profesor me habló de las pallozas de Os Ancares y de su parecido con la Inglaterra de la Edad de Hierro, y decidí hacer un trabajo sobre las semejanzas entre ambas". Llegó a Piornedo con una tienda de campaña y al volante de un Ford Fiesta, con una idea preconcebida de lo que iba a encontrarse que no se ajustaba exactamente a la realidad: "Yo quería venir en burro, pero al final me decidí por el coche y por traerme también a mi madre". Se quedó cuatro semanas.
El de la felpa, un proceso con 1.400 años, es el más común en las colchas "La artesanía es comunicar, crear, explorar", asegura Champeney
El trabajo de campo le sirvió de base para redactar un estudio titulado La representación de la vida rural en Galicia a través de los museos, cuando en 1993 hizo un máster sobre museología. "Los museos hacen parecer la vida cotidiana como algo distante y raro", dice. Una beca de una fundación de estudios anglo-españoles le permitió repetir experiencia en 1995. Esta vez llegó en furgoneta y para establecerse en O Cebreiro siete meses. Trabajaba en la Hostería de Pilar para pasar el tiempo, ganar un pequeño salario y conocer gente. La taberna era su base de operaciones y convirtió a los veterinarios de la zona en sus informadores: "Ellos me ayudaban a localizar a los artesanos en las aldeas". Así llegó hasta Liñares (Pedrafita) y conoció a Hermelinda: "Fue la persona que despertó mi interés por los telares. Me planteé un cambio de vida".
De vuelta en Inglaterra, montó una exposición en el Museum of Rural Life de la Universidad de Reading con las piezas de artesanía gallega que había ido reuniendo. Consiguió que le renovaran la beca, y esta vez trató de desvelar el significado oculto en los dibujos de las colchas de telar, para averiguar si existía un lenguaje. "No llegué a ninguna conclusión", reconoce.
Profesionalmente, se especializó en la organización de exposiciones de artesanía contemporánea. Así conoció a Lluis Grau, un catalán que había dado el paso de abandonar Barcelona por la vida rural y el oficio de cestero. Con esos mimbres, decidieron armar el resto de su vida.Quisieron empezar de nuevo en Galicia y, fascinados por el Canón do Sil, se quedaron en la Ribeira Sacra. En Cristosende descubrieron el lugar perfecto para montar su proyecto vital en torno a la artesanía. Compraron dos casas en ruinas: una como taller y la otra como establecimiento de turismo rural, A Casa dos Artesáns.
Con una beca del Centro de Artesanía de Lugo, Anna regresó a Liñares armada con un telar portátil para aprender el oficio de tejedora al lado de Hermelinda. Así se formó en la técnica de la felpa: "Es un proceso único, con más de 1.400 años de antigüedad, en el que cada bucle de felpa se saca con los dedos, y es el sistema más común en Galicia para hacer colchas".
Tras años de formarse como museóloga, Anna quiere ahora sacar la artesanía de los museos y hacer piezas para vivir, no para exhibir. "Yo trato de partir de la manera tradicional y darle nuevos bríos", explica. Se trata de cambiar la función del objeto, haciéndolo útil para la nueva sociedad, pero preservándolo como era. "La gente compra ideas y diseño: un saco para llevar la harina al molino puede guardar otras cosas". Sus creaciones son ecológicas. Emplea como materia prima el lino y el algodón y los trata con tintes naturales. Y sigue estudiando. "Me interesa más la investigación en sí misma que la creación final; la artesanía es comunicar, crear, explorar", asegura. Por eso dice sentirse diseñadora, no sólo artesana. "Me gustaría poder colaborar con el sector de la moda".
Una conexión a Internet deficiente es su principal vía de acceso al mercado global y su ventana al mundo más allá de la Ribeira Sacra. En su web (textilesnaturales.com) vende sus creaciones y escribe un blog con su día a día, que va del telar a la tecla y de la tecla al telar. Anna quiere disfrutar y sentirse realizada. En su taller ofrecen cursos de fin de semana para aprender la artesanía de los telares y la cestería, al tiempo que los visitantes pueden disfrutar del Canón do Sil. A esta fórmula la han bautizado como "turismo creativo". Sus deseos de revivir el rural se van cumpliendo: en su aldea de Cristosende, en el ayuntamiento más envejecido de Galicia, se han rehabilitado ya cinco casas.
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