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Reportaje:

Tony Lomba, el 'crooner' sin pudor

El nuevo espectáculo de Fandiño invita a dejarse llevar por la canción "hortera"

Tony Lomba subió, el pasado miércoles, al escenario del pub Ultramarinos, en Santiago, y lanzó la primera de sus numerosas andanadas de la noche: "Estoy harto de Bob Dylan, no sabe cantar; harto de Dylan y de ese Tea Party dylaniano que pulula por ahí". Lomba venía a hablar de su nuevo espectáculo, Y su atril, y su propuesta de crooner al borde de un ataque de humor corrosivo no casa en absoluto con revista de tendencias pop alguna. Quizás eso explique también sus invitaciones al público a reprimir "el indie que lleváis dentro" y dejarse llevar, aunque solo sea durante una velada, "por la canción más hortera del mundo". "Dios salve a la música ligera", escribió hace años en un flyer para su otro proyecto, Tony Lomba & Elio dos Santos.

Pero Lomba, el alias de Germán Fandiño, ha aparcado el dúo con el que en agosto hizo explotar el festival Cultura Quente de Caldas de Reis: su Bandera, bandera, una crítica radical del nacionalismo español por la vía de la exageración, fue malintepretada por una parte del público. "Casi se sale de madre", recuerda Fandiño, "alguna gente no entendió que sobre las tablas interpretas un personaje y yo decidí llevarlo al límite". Sin embargo, y pese que con su atril Lomba viste esmoquin al modo del Rat Pack de Sinatra y se lanza a un repertorio de baladas soul, boleros y clásicos hispánicos, la provocación sigue conformando uno de los núcleos de sus actuaciones. "El micro, a veces, es el power", se ríe, "y mi humor es ácido, un poco cabroncete, pero la gente sabe que en el fondo hay buen rollo".

Entre vivas a Esperanza Aguirre y anécdotas escatólogicas, con clases apuradas de historia de la música mainstream, sobre un fondo pregrabado, Lomba despliega su caudalosa voz para decir a Marvin Gaye o Aretha Franklyn en dialecto guachu guachu, a José Luis Perales, el ¿Por qué te vas? de Jeanette o a Vicente Fernández, charro. "Me gustan muchos estilos y cuando escucho una canción, me fijo sobre todo en la voz", explica, "el instrumento más importante de todos". Además, añade, le tira "la clase y la elegancia del rollo crooner". Para el que fuera integrante de Los Tres Sudamaricones también contó, a la hora de poner en marcha la gira Y su atril, la imposibilidad de cantar estas canciones con grupo. "Si no eres Bisbal y contratas una orquesta de a 300 euros el músico, no hay manera", dice, divertido.

Aunque la pasión de Germán Fandiño por la música romántica y la banda sonora española de los setenta parece sincera -"¿qué pasa?, ¿por cantar Raphael le estoy besando el culo a Carrero Blanco?"-, Y su atril no pierde la marca de la casa Lomba. "Al final, se trata de abrir la caja de Pandora de la gente, hay un rollo de liberación, de ser horteras sin pudor", teoriza quien considera a Nino Bravo uno de los más grandes entre los grandes. La audiencia lo podrá comprobar el próximo viernes en el Makin Station de A Ramallosa (Nigrán), el 18 de febrero en A Regueifa (Ponteareas) o el 27 del mismo mes en el pontevedrés Pequeño Karma.

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