Patrimonio con más vida
El turismo subió un 400% en Lugo tras el reconocimiento de la Unesco y Compostela destaca por su rehabilitación
¿Y nos van a dar más dinero?, se preguntaban todos cuando en 1985 la Unesco reconoció a Santiago como Patrimonio de la Humanidad, recuerda el ahora alcalde, Xosé Sánchez Bugallo. Pues resulta que no. Por lo menos, no directamente. El nombramiento, dice, es como un honoris causa y no tiene aportación económica pero, a cambio, pasa a ser, de alguna forma, responsabilidad de todas las administraciones públicas, ya que es el Estado el que propone los monumentos. El reconocimiento también ayuda, facilita "vender el producto y la capacidad de atraer gente", por lo que los ingresos indirectos llegan en forma de turismo.
Lo saben bien en Lugo, donde diciembre de 2000 supuso un punto de inflexión. La muralla romana, que acumula más de 17 siglos de historia, pasó ese día a formar parte de la élite de los monumentos mundiales y las cifras del turismo se dispararon. Los datos oficiales que maneja el Ayuntamiento dicen que, desde entonces, se ha producido un incremento del 400% en el número de visitantes, con una media superior a los 70.000 turistas cada año.
La lucense Porta Miñá se convirtió en uno de los espacios mejor rehabilitados
Santiago evaluó y adaptó el nivel de protección de más de 2.600 edificios
Ese día, el alcalde, José López Orozco, quiso huir de protagonismos personales y colgó una pancarta en el Ayuntamiento donde reivindicaba el protagonismo de toda la ciudad: "Lo conseguimos entre todos". El mandatario era consciente de que las puertas de la muralla se habían abierto a la internacionalización del monumento y el incremento del flujo de turistas era cuestión de tiempo.
En Compostela les recibe una ciudad histórica a la que el Ministerio de Cultura otorgó en 2005 el premio Ciudad Patrimonio de la Humanidad por su labor constante de conservación y rehabilitación. Antes, en 2002, recibía de la ONU el Premio Buenas Prácticas por la planificación de la protección y rehabilitación de la ciudad histórica. "Santiago de Compostela era una ciudad en vías de extinción. Construidas en el medievo, las edificaciones del centro histórico de la ciudad se iban deteriorando con el paso de los años y los residentes se mudaban. (...) En diez años, Santiago de Compostela ha recuperado 2.000 edificaciones, el centro histórico ha recobrado vida y miles de turistas la visitan cada año". La Agencia del Hábitat de la ONU lo tiene claro: Santiago es un ejemplo de recuperación.
Pero Sánchez Bugallo defiende que el plan diseñado para la zona vieja de la ciudad es una "histórica decisión" municipal de los años 80, pensada antes del reconocimiento de la Unesco que, "sin lugar a dudas, fue positivo", aunque no por ello se hizo "nada distinto de lo que se tenía que hacer". Así, entre 1987 y 1997 se evaluaron más de 2.600 edificios de la ciudad vieja, se les adjudicó un nivel de protección adaptado y se clasificaron los elementos que no pueden ser alterados. El Gobierno cuenta además con una concejala de Rehabilitación e Cidade Histórica.
Los algo más de dos kilómetros de perímetro de la muralla de Lugo hace tiempo que dejaron de ejercer su labor de defensa para convertirse en un elemento integrador entre la antigua Lucus Augusti y la vida que ahora se desarrolla a su alrededor. Con todo, el mayor espaldarazo de esta faceta integradora llegó a partir de su declaración. El casco histórico de Lugo que rodea la muralla era un espacio degradado en muchos puntos, especialmente el situado al lado de una de las puertas más significativas: Miñá. Desde que la Unesco entendió que la muralla merecía ser Patrimonio de la Humanidad, la Porta Miñá dejó de dar entrada a la gente que acudía al sexo de pago, para convertirse en uno de los espacios mejor rehabilitados de Galicia. La intervención urbanística dejó al descubierto joyas arquitectónicas de inmuebles urbanos que hoy aparecen habitados y alejados de lo que fue un territorio comanche de meretrices y papelinas de heroína.
Al amparo de esta declaración continúa, a día de hoy, la faceta rehabilitadora en inmuebles; ha surgido un centro de interpretación de la muralla y cada año se produce alguna intervención arqueológica que deja al descubierto joyas del esplendoroso pasado de la fortificación.
De fondo, hay un debate sobre la conservación de los bienes concretos que, como la recién nombrada Torre de Hércules o la muralla de Lugo, son Patrimonio de la Humanidad. Aunque hay protecciones mucho más complejas, como las de las ciudades, a las que no se las puede meter "en una urna de cristal porque tienen que seguir cumpliendo su rol". "Una ciudad, para ser ciudad, tiene que seguir estando viva", recuerda Bugallo.
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