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Derribada en una aldea de Palas la vivienda de una familia en paro

Ayer por la mañana, la familia Parada Buján, de Palas de Rei, se quedó sin casa. Desde primera hora, por si se calentaban los ánimos, un furgón de la policía hacía guardia con varios agentes en el lugar, pero la piqueta no empezó a actuar hasta bien pasado el mediodía. La empresa de demoliciones les había dado un margen a los propietarios para rescatar lo rescatable de la construcción, ventanas, puertas y otros elementos que, en el futuro, si la economía doméstica respira, reutilizarán en un nuevo hogar. Claro que, de momento, el panorama se presenta negro: los Parada, un matrimonio con dos hijos, vecinos de Ximonde (Vilar de Donas, Palas) de toda la vida, dormirán en adelante apretándose en casa de los abuelos porque José, el cabeza de familia, de 58 años, es parado de larga duración.

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Lo cierto, según explicaba ayer un cuñado, es que "no tienen ningunas posibilidades económicas" y nunca las han tenido. Por eso, en 1996, empezaron a construir su vivienda "con una licencia para hacer un alpendre, como se hacían siempre las cosas aquí". Alrededor, "todo eran fincas libres, a prado", pero poco después otros vecinos "empezaron a plantar árboles" y en la última revisión el terreno "pasó a ser considerado masa forestal". "Nunca", desde el Ayuntamiento, "les llamaron la atención" a los propietarios, que "hasta tenían luz", traída hasta la casa "con permiso" del consistorio. Nunca pensaron que la piqueta, tan poco activa con las ilegalidades perpetradas en Galicia, fuese a tirárselo todo.

Pero hace unos dos años, porque no habían podido pagarla antes, "le pusieron la cubierta". Y entonces, vino "la denuncia" por parte de "alguien" que la familia no quiere especificar para no buscarse más "problemas". "No fueron los vecinos, y tampoco el Ayuntamiento", aclaran. La cuestión es que "hace año y medio", según los propietarios, el juzgado dictó la orden de derribo, pero no volvió a saberse nada hasta ahora, cuando de forma precipitada tuvieron que recoger los bártulos de su vida. "Nos avisaron hace una semana de que iban a demoler la casa", explicaban ayer, afectadísimos, mientras veían cómo lo perdían todo.

PEDRO AGRELO

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