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Reportaje:

Basket sostenible en A Coruña

El Leyma asienta jugadores y aficionados antes de llegar a la elite

La relación de A Coruña con el baloncesto está plena de tiempos muertos. En un entorno del que han salido jugadores internacionales como Fernando Romay o Miguel Juane, nunca se ha conseguido asentar un equipo en la elite. Ferrol, Lugo, Ourense o Santiago lo han logrado con mejor o menor fortuna, Vigo mantiene su pujanza con el Celta femenino e incluso en Arousa la pasión por la canasta se ha colado en el escaparate deportivo nacional. En A Coruña dicen que todo lo puede el Deportivo, pero en su día al baloncesto lo adelantó el hockey sobre patines. Apenas se recuerda la gloria del Medina femenino, campeón nacional en 1966. Fue también a finales de los sesenta cuando el Bosco tuvo una breve experiencia en la máxima categoría. Desde entonces, A Coruña sólo ve a los mejores en finales de Copa, amistosos o acontecimientos extraordinarios como la guerra en Yugoslavia, que obligó a la Jugoplastika de Split a buscar refugió en la ciudad para jugar la Copa de Europa. Entonces se demostró que hay afición: más de 6.000 personas siguieron los partidos del cuadro croata, al que asumieron como local.

El primer equipo renunció a la LEB Oro para no dañar a la cantera
No siempre juegan los mejores, el club premia las notas y el compañerismo

El Bosco murió, la Jugoplastika se marchó y ningún otro proyecto (Basketmar, Sondeos) logró consolidarse. Pero A Coruña late baloncesto. Este jueves el Básquet Coruña recibirá en la gala del deporte que organiza la Xunta el premio a la mejor entidad deportiva gallega de promoción de base. Originario del barrio de O Ventorrillo, unió fuerzas con otro radicado en Arteixo, pero no comenzó a crecer hasta 2005, diez años después de su fundación. "Entonces teníamos setenta niños", recuerda el presidente, Julio Flores. Hoy trabajan con 34 equipos, 461 deportistas y 40 entrenadores. Además 124 niños más se encuadran en unas escuelas fruto de convenios con colegios de la ciudad, un esfuerzo vocacional en el que mucha gente entrega tiempo, ocio e incluso dinero, pero que ofrece compensaciones. "Cuando juntamos a los chicos para hacer la foto de familia te olvidas de todo lo que has pasado", reflexiona Flores, un biólogo que jugó en el viejo Bosco y que ejerce de concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento. Dice que por eso no le gusta salir mucho en los papeles, no quiere que se confundan roles. Lo que calla es que seguramente se apasiona más con la canasta que con un pleno municipal. Y detalla con convicción las claves del crecimiento del club. "Trazamos un plan estratégico con tres patas equilibradas: las categorías base, la promoción del baloncesto en nuestro entorno y la proyección del primer equipo", explica.

La elite no es el fin, pero puede ser la consecuencia. En A Coruña han elegido el camino más ortodoxo, también el más lento. "De todos los niños que tenemos en cuatro o cinco años con suerte habrán llegado uno o dos, pero con los demás habremos conseguido que les guste el baloncesto, serán nuestros aficionados", reflexiona Charlie Uzal, ahora delegado del primer equipo y entrenador del segundo, hasta 2009 pivot y referencia en el vestuario. "Es admirable que aquí hasta los cadetes dispongan de un recuperador cuando se lesionan", explica.

Quizás el secreto esté en el crecimiento sostenible. El pasado verano el club tuvo la opción de acceder a una plaza en la LEB Oro, la antesala de la ACB. Flores y su directiva entendieron que no estaban preparados. "No teníamos garantizado un presupuesto y hubiera peligrado el resto del proyecto". Cada euro que se embolsara el americano de turno se hubiera quitado de la cantera y por eso decidieron quedarse un escalón más abajo. Ahora sienten que ya llega el momento, que el viejo Palacio de los Deportes de Riazor podría acogerles. "Podríamos meter 2.000 espectadores en cada partido", augura Flores, que cree que por ahí habría una buena vía para captar nuevos patrocinios que se sumen al de Leyma. El techo lo marcan los recursos económicos y la falta de instalaciones. "Aunque queramos alquilar más pabellones no hay". El Básquet Coruña se deja 12.000 euros anuales en ese concepto.

A fuego lento se cuece el baloncesto en A Coruña. Con respeto y valores. No es común que un club deje de ganar campeonatos por tener voluntariamente a sus mejores jugadores en el banquillo. De benjamín a cadete los entrenadores tienen orden de dar cancha a todos sus jugadores en los dos primeros cuartos; en los dos últimos se decantan por aquellos que han sumado más puntos en unos baremos que valoran el compañerismo, el respeto al contrario, la puntualidad, las notas académicas o los hábitos saludables. No, no juegan los mejores. "Nuestro objetivo no es ganar campeonatos", desvela Flores. Pero los ganan.

Niños del Club Basket Coruña juegan durante el descanso de un partido del primer equipo.
Niños del Club Basket Coruña juegan durante el descanso de un partido del primer equipo.GABRIEL TIZÓN

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