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Las horas más bajas del centro Príncipe Felipe

Una mala gestión y planificación explican el fracaso del modelo

En 2004, meses antes de la inauguración del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia, Rubén Moreno, su máximo responsable, hablaba de convertir el edificio en el trampolín que diera pie a la creación de un parque científico industrial ligado a la biomedicina en Valencia. "Habrá un cinturón de empresas que alimenten y se alimenten del centro".

Siete años después, el problema va más allá de que no exista ni una de estas empresas. El futuro del centro está sujeto a revisión, hasta el punto que se estudia reducir sus 27 grupos de investigación y abrir el complejo a empresas que quieran ubicarse en él para rentabilizar las instalaciones. Prácticamente, una renuncia a la idea original de hacer del Príncipe Felipe uno de los referentes estatales de la investigación biomédica.

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"El despropósito actual obedece a una filosofía equivocada desde el principio, a una gestión nefasta y a la prepotencia basada en la ignorancia política". Estas son las causas de la actual crisis del CIPF, según indica un prestigioso investigador a este diario. Esta opinión es compartida por otros colegas que añaden otros aspectos para explicar las horas más bajas del Príncipe Felipe.

- Filosofía equivocada. "Un centro de investigación no se hace de arriba abajo, sino al revés", manifiesta un investigador que ha seguido al centro desde su diseño inicial. "No es normal que se construya primero el edificio y luego se le busque utilidad". En el caso del CIPF primero se pensó en hacer un gran y espectacular centro de investigación aprovechando una suculenta subvención de la Unión Europea (el 70% de los 60 millones de euros que costó su construcción y equipamiento). El resultado final ha sido que parte de la costosa tecnología utilizada no se haya empleado. Además, la heterogeneidad, e incluso el aislamiento entre sí de los distintos grupos, o la falta de un plan estratégico claro que marcara la dirección a seguir -que han reclamado los científicos desde su fundación-, han sido otras de las causas de que no se hayan alcanzado las metas esperadas.

- Mala gestión. "La gestión de la ciencia debe ser muy profesional, y en este caso se ha impuesto la política", apunta otro reputado científico valenciano. Detrás de esta frase se esconde el reproche por la elección de Rubén Moreno como director general, una persona que ocupó altos cargos de responsabilidad en la Consejería de Sanidad y, más tarde, el ministerio, bajo los Gobiernos de Eduardo Zaplana y José María Aznar. La filosofía del centro ha ido pareja a la de los grandes eventos auspiciados por el PP. Costosas exhibiciones pirotécnicas, que desaparecen sin dejar rastro. Grandes fichajes por los que apostó Moreno, que han fracasado. La investigadora Almudena Ramón, una de las figuras de la regeneración de lesiones medulares, acabó litigando con el director general tras una sonora bronca. Miodrag Stojkovic, el primer europeo que clonó un embrión humano con fines terapéuticos, fue otro fiasco.

- Derroche de medios sin utilidad. El centro cuenta con dos quirófanos robotizados que costaron 1,1 millones de euros y están en desuso. También se destinaron 1,5 millones de euros para cuatro salas blancas (zonas de experimentación que garantizan condiciones de aislamiento total) que no han sido homologadas. "Una sola hubiera sido más que suficiente para las necesidades del centro", comentó a este diario Deborah Burks, excoordinadora del área de Medicina Regenerativa.

- Polémicos contratos. En 2008, el director general del centro adjudicó un contrato a la empresa Abast por 113.700 euros sin IVA para que ejecutara una aplicación informática destinada a integrar la gestión económica y financiera. Sucesivos contratos hasta 2010 elevaron el coste final a 227.300 euros. En marzo de este año, sin embargo, se adjudicó un nuevo concurso con el mismo objetivo a Teconom Telecomunicaciones y Energía por 101.650 euros. También ha habido polémica con el contrato de limpieza o la compra de jaulas inutilizadas.

- Asfixia económica tras años de abundancia. La Generalitat financió el centro con 9,8 millones en 2009. En 2010 redujo el apoyo a poco más de 6 millones y este año a 4,6. La mitad que hace dos años. Esta caída en picado tan brusca del compromiso financiero del Consell -que probablemente continúe en 2012- ha dejado al centro en una delicada situación económica. A ello se suma que 1,7 millones de euros de una subvención del Gobierno estén en el aire por superar la Generalitat su objetivo de déficit.

- Soluciones fallidas. En diciembre de 2009 y cuando los problemas del centro Príncipe Felipe comenzaban a aflorar, la Generalitat confió a Carlos Simón la dirección científica. La maniobra pretendía quitar peso a Rubén Moreno, enmendar los errores de éste e impulsar la actividad investigadora. Las nuevas ideas de Simón han chocado con los recortes, por lo que decidió dimitir junto al comité científico hace dos semanas.

Los investigadores consultados por este diario destacan que en el centro trabajan excelentes profesionales. Pero también que, con una gestión más modesta y sin el millonario apoyo de la Generalitat, entidades como por ejemplo la Fundación del hospital Clínico de Valencia, que la semana pasada recibió el título de Instituto de Investigación Sanitaria por parte del Ministerio de Ciencia, o La Fe han obtenido importantes resultados. No es fácil comparar la producción científica. Pero los grupos del Clínico, por ejemplo, publicaron el año pasado 425 trabajos, mientras el Príncipe Felipe publicó 128. Entre 2005 y 2009, el Príncipe Felipe, que estaba llamado a ser la locomotora de la investigación médica valenciana, publicó 847 y La Fe 1.300.

La semana que viene está prevista una reunión del patronato del CIPF que dará las primeras pistas sobre cuál será su futuro.

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