Un escritor contra los tópicos
Eduardo Mendoza defiende la importancia de la literatura y de la lectura durante un encuentro con adolescentes en Castellón
Los más de 600 jóvenes que ayer llenaron el teatro Principal de Castellón entendieron perfectamente lo que Eduardo Mendoza les quiso transmitir. Sin grandilocuencias, ni un lenguaje complicado y, sin darse importancia, tuteado por un cóctel de hormonas de entre 15 y 17 años, el escritor barcelonés se desmarcó de los tópicos que podrían seguir quienes, como él, se dedican a la literatura en papel.
"No todo lo que se puede aprender está en los libros", fue una de sus primeras afirmaciones. Pero, además, Mendoza aprovechó la pregunta de uno de los estudiantes para rebelarse ante el convencimiento de muchos de que los libros serían más leídos si contaran con las mismas campañas de publicidad con las que cuentan los videojuegos o las nuevas tecnologías. "La lectura tiene gran competencia por primera vez en la historia", adujo. Sin embargo, su consideración no fue para justificar que la lectura haya caído a un puesto poco relevante entre las aficiones de los jóvenes, sino que habló de la literatura como algo necesario. "Hay veces que no es divertido, pero hay que leer. Tampoco las matemáticas son divertidas y nadie se lo cuestiona", señaló. "Hay cosas que no las haces por diversión, sino porque hay que saberlas", añadió. Y así, aseguró que le parece "poco importante si es delante de una pantalla o de papel, lo importante es leer".
"No todo lo que se puede aprender está en los libros"
"No hay que ser fiel, ni con los libros ni con los autores"
Eduardo Mendoza se sometió a las preguntas de los jóvenes durante un encuentro, organizado por la Fundació Caixa Castelló. Y, pese a no cerrarse a convencionalismos, sí describió las bondades de bucear entre papeles. Y habló de su afición a las bibliotecas "sobre todo, a las grandes bibliotecas", porque, afirmó, "en Internet encuentras lo que buscas, pero en las bibliotecas encuentras lo que no buscas y es fantástico".
Sus preferencias, modelos o musas fueron otros de los temas sobre los que los jóvenes se interesaron y lograron saber que Mendoza no cuenta con una gran biblioteca porque prefiere, una vez leídos, regalar los libros o tirarlos "al contenedor azul" y conservar sólo los más consultados o afectivos. También desveló que, aunque hay libros especiales, como Guerra y paz, "no hay que ser fiel, ni con los libros ni con los autores", aunque se mantiene leal a la lectura de la Biblia, "un relato emocionante lleno de aventuras, personajes, historia, poesía y filosofía".
También conocieron cómo un verano, de hace 50 años, descubrió a Pío Baroja y comenzó a fijarse en él como modelo a seguir y que "orgulloso, aunque no mucho" se siente de su primer libro, La verdad sobre el caso Savolta, por la "ilusión, el esfuerzo y las horas" que le dedicó.
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