La era del rock fragmentado
El periodista Carlos Pérez de Ziriza analiza en un libro la década 2000-2009, igual de creativa que precedentes pero de menor impacto
El periodista Carlos Pérez de Ziriza (Madrid, 1973), especialista en información musical en diversos medios, entre ellos EL PAÍS, y experto por tanto en destripar géneros, en desbrozar corrientes creadoras de sonidos fáciles, se plantó a finales de la década recién acabada con un dilema: "Se me hacía muy difícil ponerle una cara concreta, musicalmente, a la década".
Y para darse respuesta ha escrito un útil libro, "que pueda leer cualquiera, aunque no sea consumidor de música underground", titulado Fragmentos de una década. Tendencias, transformaciones y claves del rock del nuevo milenio (editorial Milenio). Así, para Pérez de Ziriza, los ochenta, aunque hubo más cosas, se identifican para el gran público "con el tecno-pop y los ritmos sintetizados, producciones muy chillonas y una estética muy colorista, frívola incluso" y los noventa con "el grunge o el post-rock o incluso el brit-pop". Pero durante la pasada década ha sido "más complicado que saliesen estilos nuevos, corrientes que aglutinasen... y tampoco los grupos surgidos han llegado a tener ni la mitad de popularidad".
"El mensaje del rock llega más difuminado", dice el experto
"Buscar y descubrir grupos requiere un esfuerzo mayor"
Sin embargo, esto no se debe a falta de creatividad. "Las audiencias están mucho más fragmentadas y el mensaje del rock llega más difuminado que antes", dice, "el consumo de música también ha cambiado mucho".
Por ejemplo, Pérez de Ziriza argumenta que "el impacto mercadotécnico del debut de los Strokes a la hora de abrir brecha, crear moda y tener una legión de seguidores fue muy similar al del Nevermind de Nirvana". Sin embargo, el grupo de Seattle de los noventa figura en las enciclopedias del rock y los de Nueva York no se han ganado aún ese hueco. Como argumenta el autor, ahora se cuestiona a la música por vivir del revival, del reciclaje de géneros. Una acusación a su juicio exagerada que ya se empleaba desde los ochenta.
Para el experto, las dosis de creatividad siguen siendo las mismas, y, además, un reflejo exacto de la sociedad. "Buscar y descubrir nuevos grupos requiere un esfuerzo mayor". Y es que, por ejemplo, si los grupos rupturistas salían antes sin problemas en la MTV, ahora es "una cadena de consumo adolescente". Eso sí, mientras Pérez de Ziriza recomienda los medios especializados y las radios como prescriptores de música, pone en cuarentena los blogs, donde "a veces priman, más que la opinión argumentada, las filias y las fobias de quien escribe; eso no es periodismo".
El libro se divide en 10 capítulos de análisis de cada año y otros tantos de repaso a las bandas y los discos recomendados. En sus páginas se analizan la repercusión de bandas como Primal Scream o White Stripes, la explosión de grupos canadienses, el consumo de música en Internet y hasta la crisis tras el boom de los festivales de rock. Y entre los puntos de polémica también destaca su crítica a "las reunificaciones, la mayor parte de ellas injustificadas, de bandas separadas, motivadas solo por el dinero", que, en su opinión "es una traición al espíritu primigenio del rock".
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