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Entrevista:RICHARD FLORIDA | Economista

"Zapatero puede ser el líder más influyente del siglo XXI"

Miquel Alberola

Karl Marx pensaba que el trabajo físico unía a las personas y las alienaba. Richard Florida (Newark, New Jersey, 1957) piensa que es la mente humana la que lo hace. Empezó estudiando la mecánica de la industrialización y el capitalismo, y como profesor en la Universidad de Pittsburg trabajó para transformar fábricas cerradas en la ciudad en empresas de emprendedores. Ya no era suficiente con trabajar en el lado material, había que dar a cada ser humano la posibilidad de desarrollar todo su talento. Esa fue la base de las nuevas empresas tecnológicas que empezaron a cambiar la economía. Una de ellas, Lycos, nació para catalizar un cluster en Pittsburg, atraer nuevas empresas y crear futuro.

"Se necesita un entorno donde la gente creativa consiga lo mejor"
"No basta con que una ciudad sea preciosa y encantadora"

Pero Florida cambió los preceptos básicos de su idea en 1996 cuando un día leyó en el periódico que Lycos se iba a Boston. Boston era más caro que Pittsburg y además no concedía beneficios fiscales a la empresa. Tras investigar descubrió que Lycos no se iba por los costes sino porque allí había un grupo de personas que necesitaba. Marxistas y neoclásicos pensaban que la empresa era la base que atraía. Sin embargo era al revés: la clave era la gente. Sus reflexiones se concretaron a partir de 2002 en varios libros que se han convertido en best sellers, como El ascenso de la clase creativa o La fuga de la clase creativa.

Acaba de participar en Valencia en el I Congreso Internacional sobre Nueva Cultura Urbana y ahora vive en Toronto (Canadá), donde es profesor en la Rootman School of Management. Está considerado el gurú con más claves sobre cómo la creatividad está transformando la economía global. Hoy más de 150 millones de personas trabajan en el segmento creativo, lo que supone más de la mitad de sueldos. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero sigue de cerca sus postulados, incluso la cancillera alemana Angela Merkel lo citó como referente.

Pregunta. Sigue muy de cerca la política española.

Respuesta. Me alegré de que Zapatero fuera elegido por su actitud hacia la cultura y la diversidad. Tiene una posición diferente respecto a los inmigrantes, homosexuales y demás. Hay alcaldes muy interesantes en el mundo, pero no presidentes de nación. Pienso que lo más interesante es Zapatero. Puede ser el líder más influyente del siglo XXI porque trasciende los derechos más clásicos con los del siglo XXI, que son el derecho a expresarse uno mismo, de aprovechar el potencial de talento que cada uno tiene, de tener una propia identidad, vestirse como uno quiera...

P. ¿Qué implican esos nuevos derechos?

R. Un nuevo futuro, porque la alternativa es que gane la derecha conservadora, que maneja el miedo, como Bush en los Estados Unidos. La clase creativa es individualista, tiene sus gustos y va por libre. Lo que se necesita es integrarla de una manera cooperativa y que trascienda el individualismo. Se necesita un entorno donde la gente creativa consiga lo mejor.

P. ¿Qué repercusiones tiene en la economía hacer políticas creativas?

R. España tiene una historia impresionante, de música, de diseño, de pintura... Pero también hay que tener en cuenta la creatividad del día a día y para ello hace falta una política que crea en las personas y valore sus posibilidades. Y eso genera muchísima esperanza.

P. ¿Qué supone aplicar la creatividad a la economía? ¿La imaginación al poder del mayo francés?

R. Es una extensión de la imaginación al poder. En los años veinte y treinta, con Picasso y Stravinski, había una explosión de creatividad. La guerra la interrumpió. Y luego, la guerra fría. En los sesenta se superpuso el movimiento hippie y sus herederos son Silicon Valley y los emprendedores de la alta tecnología, que responden a las demandas de la imaginación al poder. A la derecha más recalcitrante le asusta. No sólo porque aparecen los derechos de los negros, de las mujeres y los homosexuales, sino porque también quieren volver a la fábrica más antigua y convencional. Los progresistas, en vez de dedicarse a oponerse a lo que dicen los más recalcitrantes, tendrían que ser aspiracionales e integradores. Tener un discurso propio. La esperanza es que haya un millón de Silicon Valleys cada uno dedicado a una especialidad: el queso, el vino, el textil...

P. ¿Qué define a la clase creativa, cuáles son los sectores?

R. Los que están aprovechando su creatividad son tres grupos: científicos, innovadores en general (artistas, la gente de los medios de comunicación, diseñadores, músicos...) y las profesiones liberales (médicos, abogados, profesores y financieros). Marx decía que la trabajadora era clase universal y ahora tenemos que conseguir que todo el mundo sea clase creativa.

P. La clase creativa es un fenómeno disperso. ¿Cuál es su geografía?

R. Es algo que me preocupa mucho. Thomas Friedman dice que el mundo es plano, pero yo estoy comprobando que cada vez se concentra más. No sólo hay un drenaje, una pérdida de talento, sino que además los medios intelectuales están migrando y hay zonas del mundo que se pierden, con lo cual ya no es un problema de clases o de economía sino geográfico.

P. ¿Qué riesgos entraña ese desequilibrio?

R. La alineación social. La pérdida de identidad. Se ve, por ejemplo, en Shangai, que cada vez se separa más del campo de China.

P. ¿Qué tiene que hacer una ciudad para atraer el talento?

R. Ha de ser una ciudad que tenga un alma auténtica. No basta con que sea preciosa y encantadora. Tiene que tener cafés, monumentos, universidades, parques, crear música...

P. Una vez dijo que para una ciudad tener gays era un síntoma de creatividad.

R. Se trata de que la ciudad sea de mente abierta.

P. ¿Qué es más revolucionario en Estados Unidos, que un presidente sea negro o que sea mujer?

R. Sueño con que Barak Obama sea presidente y Hilary Clinton vicepresidenta.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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