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Por qué se quedaron sin agua los bomberos de Los Ángeles: una demanda sin precedentes, tanques vaciados y presión baja

Bulos y acusaciones sobre el desabastecimiento de las bocas de riego de la ciudad han circulado en algunas de las horas más críticas de los incendios

Varios bomberos luchan contra el fuego de Palisades, zona de Los Ángeles, el 8 de enero.Foto: Associated Press/LaPresse | Vídeo: EPV
Nicholas Dale Leal

Las mangueras de los bomberos que luchaban contra el fuego que todavía arde en Pacific Palisades, el más grande de varios incendios simultáneos que están devastando el área de Los Ángeles, se secaron en la madrugada del miércoles. A las tres de la mañana, hora local, el último de tres tanques de un millón de galones (unos 3,7 millones de litros) que sirven la zona se quedó sin agua. Janisse Quiñones, ingeniera jefe y consejera delegada del departamento de agua y electricidad de Los Ángeles, explicó la causa en una rueda de prensa unas horas más tarde. “Llevamos el sistema al extremo. Se registró una demanda cuatro veces superior a la normal durante 15 horas seguidas, lo que redujo nuestra presión del agua”, aseguró.

A pesar de que antes de que comenzara el fuego los 114 tanques de agua que abastecen todo Los Ángeles estaban llenos, la necesidad sin precedentes para luchar contra el que ya es el incendio más catastrófico de la historia de la ciudad tuvo su efecto. Cuando se vaciaron los tres enormes tanques de Palisades, ubicados en zonas altas de las colinas de la zona, rellenarlos con reservas desde elevaciones más bajas fue una tarea complicada por simple gravedad. Pero también por la enorme demanda que desviaba el agua disponible en diferentes direcciones: el consumo era más rápido que la capacidad de reabastecimiento. Se creó entonces un efecto dominó que afectó la presión de los hidrantes de incendio de los que los bomberos dependían para luchar contra las llamas, que todavía no se han controlado y siguen expandiéndose.

La explicación de Quiñones y otros funcionarios de la ciudad, sin embargo, no ha sido suficiente para silenciar bulos que se han esparcido por las redes sociales y algunos medios de comunicación de manera tan descontrolada como los incendios mismos.

En la mañana del miércoles, antes de expresar solidaridad con los afectados, el presidente electo, Donald Trump, culpó al gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, en una publicación en Truth, su propia red social. “El gobernador Gavin Newscum [el insultante apodo que le ha dado al californiano y que es un juego con su apellido y la palabra “scum”, una manera de llamarle basura] se negó a firmar la declaración de restauración hídrica que se le presentó y que habría permitido que millones de galones de agua, procedentes del exceso de lluvia y nieve derretida del norte, fluyeran diariamente a muchas partes de California, incluidas las zonas que actualmente están ardiendo de forma prácticamente apocalíptica. Quería proteger a un pez esencialmente sin valor llamado “smelt”, dándole menos agua (¡no funcionó!), pero no se preocupó por la gente de California. Ahora se está pagando el precio definitivo. Exigiré que este gobernador incompetente permita que el agua dulce, limpia y hermosa FLUYA HACIA CALIFORNIA. Él es el culpable de esto. Encima de todo, no hay agua para las bocas de incendio, ni aviones contra incendios. ¡Un verdadero desastre!”.

El mensaje de Trump hace alusión a una situación que en realidad no tiene nada que ver con el problema de abastecimiento de los tanques de agua. En 2019, cuando era presidente, su Administración presentó un plan para desviar agua del delta de Sacramento-San Joaquín, al norte del Estado, cerca de San Francisco, hacia las interminables granjas del productivo Valle Central, pero no hacia la ciudad de Los Ángeles, que queda todavía más al sur. Ese plan no salió adelante porque tanto ambientalistas como funcionarios estatales alertaron de que ponía en riesgo poblaciones de salmón, eperlano (el “smelt” al que hace referencia Trump) y trucha.

Peter Gleick, investigador sénior del Pacific Institute, una organización sin ánimo de lucro que se centra en la sostenibilidad global del agua, también rechazó las críticas de Trump. “Esas luchas llevan mucho tiempo en marcha y no han afectado en modo alguno al suministro de agua para la extinción de incendios en el sur de California”, dijo a Associated Press. Si bien alrededor del 40% del agua de la ciudad proviene del norte del Estado, los embalses del sur que se llenan en parte con recursos de allí, están a niveles más altos que el promedio para estas fechas del año. En otras palabras, no hubo desabastecimiento, sino que los sistemas existentes no dieron abasto ante una situación sin precedentes.

Otra línea de acusaciones falsas o desinformaciones se ha dirigido contra el sistema del llamado acueducto de Los Ángeles, que suministra el agua del río Owens a la ciudad. En redes sociales los dedos apuntan al departamento de aguas municipal y otros responsables de la ciudad. Una de las voces más fuertes ha sido la de Rick Caruso, empresario inmobiliario dueño de un centro comercial en Palisades, antiguo comisario del departamento de agua y reciente candidato a la alcaldía, elección que perdió contra la actual regidora, la demócrata Karen Bass. El argumento principal es la falta de mantenimiento e inversión en el sistema que conduce el agua a la ciudad.

Quiñones también se ha referido a esto. “Estamos luchando contra un incendio forestal con sistemas urbanos de abastecimiento de agua, y eso es realmente difícil”, dijo la ingeniera jefa del acueducto de la ciudad. Algo similar ha dicho a AP Mark Pestrella, el director del departamento de obras públicas del condado de Los Ángeles, y ha agregado: “Por eso el apoyo aéreo es tan crítico para la lucha contra el fuego. Y, por desgracia, el viento y la visibilidad del aire lo han impedido”. Apenas en la tarde del miércoles los vientos amainaron lo suficiente y permitieron que los helicópteros y aviones despegaran y vertieran agua sobre los incendios masivos.

Los expertos apuntan que, si bien es posible que el estado del sistema de aguas —que se sabe que no ha recibido la inversión necesaria a lo largo de los años— haya tenido un papel en el desabastecimiento y falta de presión en los hidrantes de incendio en las horas más cruciales, como sugieren Caruso y muchos más en redes sociales, es demasiado pronto para saberlo ahora. Se necesitarán estudios y análisis posteriores, señalan.

Pero, dicen, la situación no es particular de Los Ángeles. En lugares propensos a los incendios forestales, los sistemas públicos de abastecimiento de agua se están viendo afectados por la creciente demanda de los bomberos, ya que el cambio climático está agravando estos episodios. Además, los grandes incendios urbanos también pueden derretir o dañar las tuberías, provocando fugas y reduciendo la presión del sistema. En Hawái, el incendio de 2023 que arrasó la histórica ciudad de Lahaina y mató a más de 100 personas ardió tan rápido en una zona tan densa que las tuberías reventaron, dificultando el mantenimiento de una presión de agua suficiente para las labores de extinción. Todavía es pronto para saber si algo similar ha sucedido en Los Ángeles.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
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