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‘The Apprentice’ tenía difícil asustarnos más sobre Donald Trump. Lo consigue

La película biográfica sobre el magnate explica lo que aprendió de Roy Cohn, un abogado sin escrúpulos adicto a la mentira y la extorsión. El retrato resulta brutal, a pesar de que la realidad de hoy no lo es menos

Sebastian Stan, como Donald Trump, y Jeremy Strong, como Roy Cohn, en 'The Apprentice'.

La dificultad al realizar un biopic satírico sobre Donald Trump es que el personaje real supera cualquier cosa que contemos de él. El presidente de EE UU se ocupa de convertir en un show todo lo que hace, con su CEO Elon Musk y su vicepresidente J. D. Vance en papeles destacados. La escena de la bronca con Zelenski en el Despacho Oval, una encerrona a un líder que resiste al invasor, habría result...

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La dificultad al realizar un biopic satírico sobre Donald Trump es que el personaje real supera cualquier cosa que contemos de él. El presidente de EE UU se ocupa de convertir en un show todo lo que hace, con su CEO Elon Musk y su vicepresidente J. D. Vance en papeles destacados. La escena de la bronca con Zelenski en el Despacho Oval, una encerrona a un líder que resiste al invasor, habría resultado increíble en una película, pero ocurrió delante de las cámaras. Incluso la brillante parodia que realizó Saturday Night Live al día siguiente se quedaba corta para lo que habíamos visto. El espectáculo no ha dado un respiro desde entonces: el caos de los aranceles, las amenazas a todos sus aliados, los deportados encadenados, la firma compulsiva de decretos, la motosierra de Musk y Milei, los Tesla expuestos en la Casa Blanca, el que llama golfo de América, la ruptura del idilio con Wall Street.

The Apprentice (La historia de Trump), película del director iranodanés Ali Abbasi, disponible en Movistar+, es una muy ácida biografía del primer Donald Trump, desde que, a partir del imperio empresarial de su padre, empezó a construir el suyo en el decadente Nueva York de los setenta hasta que despega en los ochenta con la inauguración de la icónica Trump Tower. En ese periodo lo veremos evolucionar, casi transformarse: primero es un joven impetuoso e inseguro, ansioso de reconocimiento; luego se irá volviendo narcisista, despiadado y ruin. Y la lista de adjetivos podría ser más larga.

En unos premios Oscar muy poco politizados, porque Hollywood está tan en shock como la oposición demócrata, el filme dio la sorpresa con dos nominaciones (Sebastian Stan como actor principal y Jeremy Strong como actor de reparto). Strong bien pudo estar en la primera categoría, porque su papel no es nada secundario. El título parafrasea el concurso televisivo que presentó Trump, donde decía eso de “You’re fired!” (estás despedido), pero eso no aparece en la película, que se refiere en realidad a que el magnate era el aprendiz de un maestro de historial turbio y pocos escrúpulos: Roy Cohn. Un abogado de estilos mafiosos, un activista ultraconservador tras cuya máscara durísima se ocultaban secretos, un seguidor de Maquiavelo cuya frialdad recuerda a la del mismo Strong en Succession.

El momento fundacional del trumpismo, según esta película, puede situarse cuando el hijo de un millonario con el que tiene una difícil relación encuentra a un segundo padre en el mentor que le fijará el rumbo a seguir. Cohn le dicta los tres mandamientos que aplicará a rajatabla. El primero: ataca, ataca, ataca; el segundo: no admitas nada, niégalo todo; el tercero: pase lo que pase, nunca asumas una derrota y declárate el vencedor. En dos palabras, agresión y mentira. Otra forma de decir lo mismo: “¿Qué es la verdad? La verdad es lo que yo digo”.

No hace falta decir que el retrato resulta muy poco amable, pero evita la moralina. Empezamos con un joven Trump persiguiendo a los inquilinos morosos y acabaremos con que, de la mano de Cohn, recurre a la extorsión y el chantaje contra cualquiera que se interponga en sus planes. También lo veremos traicionar a su familia o embestir como una fiera contra las autoridades locales que no le dan lo que quiere. Por no mencionar que el propio Cohn será desechado como un clínex cuando al magnate le convenga (antes de que muera de sida, enfermedad que negó hasta el final para no salir del armario, en 1986).

Maria Bakalova y Sebastian Stan, como el matrimonio Trump en 'The Apprentice'.Vértigo Films

Esta ficción se atreve incluso a retratar a Trump en lo más íntimo, y lo peor no es que se drogara con anfetaminas, se pusiera pelo o se hiciera una liposucción. Es terrible la escena en la que viola a su primera esposa, Ivana Zelnickova, después de plantearle la separación como quien despide a un empleado (ella lo contó en el trámite del divorcio). Todo resulta grotesco, pero no paródico; todo tiene base en las noticias y biografías publicadas. Si The Apprentice tenía difícil asustarnos más sobre el hombre más poderoso del mundo, lo consigue. Ver del tirón todo lo que hace en solo un puñado de años resulta brutal, aunque la realidad de hoy no lo sea menos, y apenas van 50 días de este segundo mandato.

La película se presentó en Cannes en mayo y se estrenó en EE UU (en pocas salas) en octubre, semanas antes del martes electoral de noviembre. Recibió la esperada respuesta, de madrugada, del auténtico Trump: lo consideró un “trabajo difamatorio, barato y políticamente repugnante”, una “injerencia electoral de Hollywood”. Sus abogados reclamaron por carta a la productora que cancelara el estreno, pero no consta que haya presentado la anunciada demanda.

Dice el director Ali Abbasi que esta película no es sobre Trump, sino sobre su relación con Cohn, sobre cómo el poder corrompe y sobre esta “realidad rota”, en la que se confunden la verdad y la mentira. En cierto modo, el descarnado retrato de la inmoralidad del hoy presidente de EE UU está situándonos ante un problema de la sociedad entera: nada de lo que sepamos va a disuadir a los que le votan a él o a otros como él.

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