5G, un pilar fundamental de la transición digital y ecológica
La conectividad 5G es necesaria para que Europa alcance los objetivos climáticos. La eficiencia de esta tecnología limita las emisiones como ya demuestran las fábricas inteligentes
El progreso puede tener consecuencias negativas, aunque la tecnología puede resolverlas. Desde la primera revolución industrial el hombre ha visto cómo los avances tecnológicos, del barco de vapor a la invención del automóvil o el uso exponencial de internet, implican prosperidad y avance social. Pero esto ha venido siempre asociado a un aumento de la contaminación. La cuarta revolución industrial, en la que nos vemos inmersos ahora, está cambiando esa lógica. Lo hace en un momento crítico: el coronavirus ha debilitado la economía y nos encontramos en un ciclo de expansión que el avance tecnológico puede amplificar. Pero también ha demostrado la fragilidad de la sociedad ante catástrofes naturales, subrayando el cambio climático como uno de los grandes retos en los años venideros. Tenemos que crecer más y tenemos que contaminar menos. Afortunadamente, ahora contamos con un aliado para conseguir ambas cosas: el 5G.
El informe de Ericsson Connectivity and Climate Change concluye que el uso de la tecnología 5G en cuatro sectores de altas emisiones en Europa podría generar un ahorro anual equivalente a retirar uno de cada siete coches, es decir, más de 35 millones de vehículos, de las carreteras de la Unión Europea. ¿Cómo puede ser esto?
Como plataforma de innovación abierta, el 5G va a tener un impacto directo en prácticamente todos los sectores industriales. Un mayor intercambio de datos puede abrir las puertas a la fabricación inteligente, la mejora de los sistemas de transporte y las redes eléctricas inteligentes. Las tomas de decisiones, en todos estos procesos industriales, se basarán en datos y se tomarán en tiempo real. Todo esto supone un menor uso de energía y, por lo tanto, una reducción de la contaminación.
Pero estas conclusiones no solo se apuntan sobre el papel, ya hay lugares que demuestran que el uso del 5G supone un ahorro energético. La Fábrica Inteligente 5G de Ericsson (en Lewisville, Estados Unidos), fue diseñada para utilizar un 24% menos de energía, un 75% menos de agua en interiores y un 97% menos de emisiones de carbono en comparación con otros edificios similares. Estos logros le han llevado a ser premiada dos veces en 2021 por el Foro Económico Mundial (FEM).
“Este caso ilustra que podemos hacer cosas buenas por el medio ambiente, pero también que podemos cambiar la forma en que estructuramos la fabricación en el futuro. Podemos ser mucho más flexibles en la fabricación y estar más cerca del consumidor final, evitando muchos envíos”, explica Börje Ekholm, CEO de Ericsson.
La tecnología 5G es vital para lograr estas metas de descarbonización, las cuales serán difíciles de alcanzar a menos que se acelere el despliegue de la infraestructura digital en Europa.Börje Ekholm, CEO de Ericsson
Las fábricas del futuro serán más eficientes, más flexibles y reducirán envíos y logística. Pero la de Ericsson de momento no es la norma, sino la excepción. El despliegue del 5G en Europa aún no es total y se debe acelerar con el fin de poder cumplir con los objetivos de descarbonización fijados para el continente para 2030. “Este nuevo análisis demuestra que la conectividad, y en especial la tecnología 5G, es vital para lograr estas metas de descarbonización, las cuales serán difíciles de alcanzar a menos que se acelere el despliegue de la infraestructura digital en Europa”, señala Ekholm.
Johan Rocktröm, director del Potsdam Institute for Climate Impact Research, coincide en el diagnóstico. Cree que el 5G es una tecnología habilitadora, que permitirá que se desarrollen otros avances beneficiosos para el medio ambiente: “desde proporcionar los medios para innovar en distintos sectores hasta popularizar el transporte sin conductor para vehículos pesados. Incluso hacerlos más eficientes energéticamente, con la popularización de un transporte eléctrico digital sin carbono”.
Rocktröm recuerda la importancia del objetivo internacional (sellado en el Acuerdo de París) de limitar el calentamiento futuro del planeta a 1,5 grados desde la era preindustrial. “En su momento fue una especie de meta para ver hasta dónde podría hacer frente la economía. Pero la evidencia actual es tan clara que hoy sabemos que esos 1,5 grados centígrados suponen en realidad un límite biofísico, más allá del cual tendremos impactos muy dañinos en la economía y el sustento de los seres humanos y de todas las especies de la Tierra”.
Si se combinan las distintas tecnologías punteras que hay en la actualidad [5G, energías renovables, coches eléctricos, clean tech…] y se aplican sector a sector, es posible reducir las emisiones a la mitad.Johan Rocktröm, director del Potsdam Institute for Climate Impact Research
Puede parecer con estos datos que estemos abocados al fracaso, pero no es así. El mismo año que se firmaba el Acuerdo de París (2015) la Agencia Internacional de Energía señalaba que la energía solar sería más cara que los combustibles fósiles hasta el 2040. Los avances tecnológicos se empeñaron en corregirla. Ahora mismo, la solar es la fuente de energía más barata en casi todo del mundo. Esto es así gracias a los avances tecnológicos, que han desarrollado paneles más eficientes en tiempo récord.
La ciencia y la tecnología están allanando el camino para volver a la senda del 1,5. Para conseguirlo tendríamos que cortar por la mitad nuestras emisiones en la próxima década. “¿Pero es eso posible?”, se pregunta Rocktröm. Él mismo se contesta citando el informe Exponential Roadmap. 36 solutions for 2030: “Si se combinan las distintas tecnologías punteras que hay en la actualidad [5G, energías renovables, coches eléctricos, clean tech…] y se aplican sector a sector, es posible reducir las emisiones a la mitad”.
Los avances tecnológicos han traído en el pasado muchos aspectos positivos, pero algunas externalidades negativas. Pero en el ecosistema actual se ha roto esa lógica y los efectos colaterales ya no son tolerables. La autopista hacia el mañana no puede venir con peajes. Lo positivo es que esa carretera aún está en construcción, y las empresas que la están haciendo tienen esta idea en mente. “Empresas como Ericsson, en la frontera digital, están muy conectadas con el tejido de la sociedad moderna, por lo que creo que es una gran oportunidad. Y una responsabilidad”, señala el científico.