Las donantes de leche materna también se van de vacaciones: “Cada gota cuenta”
La bajada de reservas en verano preocupa a los sanitarios, que temen volver a activar el protocolo de emergencia en el próximo cuatrimestre. De ser así, se establecerá un orden de prioridad entre los bebés receptores ingresados
Dalia cambia las sábanas de la cuna de su niño tras haberlo aseado, mientras este descansa en los brazos del padre. Se encuentran en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid desde el 16 de mayo, cuando esta mujer, de 35 años, que pide no dar su apellido, sufrió un parto prematuro en la vigésimo cuarta semana de embarazo tras la rotura de la bolsa amniótica que protege al feto. Después de una cesárea de emergencia, nació su hijo con tan solo 520 gramos de peso. Ahora las enfermeras le preparan biberones cada tres horas en cantidades de 35 mililitros, pero la mayoría de leche que toma no es de su madre, sino de una donante. 770 bebés al año recurren en la comunidad al Banco Regional de Leche Materna Aladina-MGU. Pero en los últimos tres veranos han caído las donaciones, sobre todo, durante este mes, según explica la coordinadora del servicio, Nadia García: “El objetivo es recaudar 2.300 litros anuales y solo hemos recolectado 1.050, sin tener aún los datos de julio”. Lo habitual es que en el segundo semestre los datos empeoren por la importante bajada de las entregas estivales, provocada porque las donantes en activo y el resto de mujeres lactantes se van de vacaciones y rompen su rutina.
La neonatóloga está preocupada. “Se necesitan recaudar 192 litros mensuales, algo que nunca se consigue en agosto”, asegura. Las cifras actuales son similares a las del año pasado, cuando en otoño tuvo que aplicar el protocolo de emergencia al disponer de menos de 50 litros. Este plan prioriza qué bebés pueden acceder a un alimento crucial. “Hay que blindar a los niños nacidos antes de la vigésimo octava semana de gestación o con un peso inferior a 1.000 gramos” por delante del resto de receptores.
El periodo estival suele salvarse porque la leche donada, una vez pasteurizada, aguanta tres meses. Es decir, en junio se pueden preparar biberones con las entregas de abril, el problema llega en la siguiente estación. “Necesitamos donaciones todo el año”, reivindica García. En Cataluña, los sanitarios están expectantes. Durante el mes de julio han tenido casi un 40% menos de donantes nuevas que el resto del año y la cantidad entregada ha caído un 23%.
“En verano, como la temperatura es muy elevada, aparece más contaminación en la leche y se descartan mayores cantidades”, señala Vanessa Pleguezuelos, responsable del Banco de Leche Materna de Cataluña, disponible desde el 2010: “Ahora mismo contamos con 65 litros para abastecer a 21 hospitales. En las últimas dos semanas hubo muy pocas donaciones. En septiembre la situación puede empeorar”. Ella también activó el protocolo de emergencia el pasado diciembre. De media, 50 recién nacidos al mes utilizan este servicio.
En Madrid, cuando los datos son buenos, los ingresados que se benefician de estas donaciones son los bebés que no superan los 1.800 gramos o que tienen una edad gestacional inferior a la trigésimo cuarta semana, también los niños con malformaciones congénitas cardiacas al nacer o digestivas que requieren cirugía. Además, suelen ser receptores los menores con retraso del crecimiento intrauterino, los niños que han nacido en parada cardiorrespiratoria o con enfermedades metabólicas.
“Al haber tenido tres pérdidas gestacionales anteriores, poder tener a mi hijo fue un milagro, pero la preocupación de que fuese tan pequeño me invadía”, cuenta Dalia tras explicar que el menor ha recibido cuatro transfusiones de sangre y asistencia de oxígeno. “Me preguntaba si se pondría bien, si crecería o si le perdería”, añade. Por la prematuridad del parto, en primavera sus pechos aún no segregaban leche y la ansiedad que padecía también dificultaba su producción.
Tardó en poder extraer 20 centilitros diarios que su bebé toma complementados con las donaciones de otras madres. El niño ya ha conseguido dejar la incubadora y Dalia espera estar pronto en casa. Pero le preocupa la bajada de reservas: “Es alarmante. Podría decirse que las donantes han salvado la vida de mi hijo”.
El Banco Regional de Leche Materna Aladina-MGU, creado en el año 2007, abastece a ocho hospitales de la comunidad. Hay 22 servicios de este tipo en España, presentes en todas las autonomías excepto en Navarra y La Rioja. Palma de Mallorca fue la ciudad pionera al desarrollar el recurso en el 2001. “El nacimiento de niños prematuros va en ascenso por el aumento de la edad de las madres, la reproducción asistida con embarazos múltiples y el estrés asociado a la falta de conciliación”, comenta García. El calor extremo también puede influir en el adelanto del parto.
Pero la neonatóloga cree que la promoción de la lactancia materna no es una prioridad. En España, la tasa de mujeres que llegan a amamantar a los seis meses, solo con pecho o por lactancia mixta, es del 47%, según el Instituto Nacional de Estadística. El dato está por encima de la media mundial (41%), pero muy por debajo del 70% que aconseja la Organización Mundial de la Salud.
“Se escucha mucho hablar de la donación de sangre, pero no tanto de la de leche”, afirma García. En casos de vulnerabilidad, cuando la madre no puede dar el pecho, tener este recurso disminuye el riesgo de infección, mejora el sistema respiratorio y evita la enterocolitis necrotizante, una patología intestinal que presenta altas tasas de mortalidad. “A un niño en riesgo no se le puede ofrecer un producto artificial de fórmula hasta la trigésimo cuarta semana”, asegura. “Lo ideal es la leche materna, pero la segunda mejor opción es la leche humana donada”, concuerda Pleguezuelos.
En Madrid identifican tres tipos de donantes: Un 75% que tiene excedente de leche o quiere ayudar, un 20% cuyo hijo está ingresado o no puede ser amamantado porque es inmaduro para succionar y precisa utilizar un sacaleches y un 5% que dona porque su bebé ha fallecido en vida o de forma intrauterina y establece la lactancia para proceder al destete o transitar el duelo. La media de tiempo que estas mujeres acuden al banco ronda los tres meses y medio en la región.
Sara Cervigón, de 31 años, es donante desde junio. Decidió serlo porque su hija estuvo una semana ingresada en los primeros días de vida. Tenía que extraerse la leche, ya que la niña, con problemas respiratorios, no podía succionar. “Me empezó a salir muchísima, llenaba el congelador de mi casa y el de mis padres”, explica.
Ella forma parte de la minoría que no ha querido interrumpir el proceso de donación cuando se ha ido de vacaciones en julio y ha entregado los tarros en Santiago de Compostela. Hasta el momento ha dado 50 litros de leche en Madrid y 10 en Galicia de manera continuada, a excepción de una semana que precisó antibióticos y no pudo realizar la extracción: “Es una satisfacción enorme cerrar el bote lleno, sé que va para un bebé que intenta salir adelante”.
Tanto en la Comunidad de Madrid como en Cataluña las donantes cuentan con un servicio de recogida a domicilio a través de una aplicación móvil. No pueden guardar la leche en casa más de cuatro semanas. La Fundación Ronald McDonald financia la recolecta en la región madrileña y sus alrededores desde 2019. El transporte, llamado Milktruck, cuenta con un camión acondicionado a -18 grados para no romper la cadena de frío. Este recurso benefició a 808 bebés en 2023 e impidió la caída de las donaciones en la pandemia de la covid.
Águeda Sió, residente en Torregrosa (Lleida), también es donante desde hace un año y medio. Ya ha brindado más de 50 litros y tarda alrededor de 40 minutos en realizar una extracción: “Reconozco que el proceso es más sacrificado teniendo vida laboral, pero cuando hay ganas, una se busca la vida”.
Las donantes tienen que superar una entrevista y un análisis de sangre al entregar un alimento y un fluido biológico. No pueden consumir tóxicos como alcohol o nicotina. A todas les facilitan de forma gratuita biberones de cristal estériles, etiquetas para escribir la información de la donación, bolsas isotérmicas, sacaleches, si lo precisan, con piezas de repuesto, acumuladores de frío, gorros y mascarillas, imprescindibles para la extracción. El proceso es escrupuloso, las medidas de higiene son imprescindibles. Ellas congelan la leche en casa, salvo si tienen al niño ingresado.
Cuando las donaciones llegan al banco, los sanitarios comprueban su estado, limpian su superficie externa, las registran y las guardan en congelación a -20 grados. De cada bote se realiza un cribado de aroma y un análisis de acidez y composición nutricional para clasificarlo según las necesidades de los recién nacidos. La leche se pasteuriza mediante un proceso de calentamiento y enfriamiento rápido para proceder a realizar un cultivo de la muestra y comprobar que no hay crecimiento de bacterias que impidan el consumo.
Diana González, residente en Barcelona de 47 años, se ha convertido en donante tras ser su hijo receptor: “Necesitaba devolver a la sociedad lo que me había dado. Nos regalaron vida de forma desinteresada”. Sufrió una preeclampsia y dio a luz en la trigésimo primera semana de gestación tras una cesárea provocada. “Sentía angustia, no tenía nada preparado, ni siquiera el alimento, y el bebé era muy delicado y vulnerable”, expresa. Su cuerpo fue incapaz de producir leche hasta 15 días después del parto. Mientras tanto, recurrió al banco. El niño empezó tomando solo dos mililitros donados por sonda nasogástrica. Por ello, García advierte: “Cada gota cuenta”.
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