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La moda salda deudas con el reciclaje: así se transforman los residuos textiles en los hilos más deseados

El reciclaje textil se ha convertido en un proceso clave para la transformación que vive la industria de la moda. Así es como todas esas prendas que pensamos ya inservibles se transforman en una nueva materia prima con la que confeccionar un futuro más sostenible

«El reciclaje juega un papel importantísimo en el modelo circular que está impulsando la industria», asegura la ingeniera textil, Ana Rodes. «Por un lado, busca reducir la producción de materias primas, como el algodón o el poliéster, reutilizando los materiales que ya tenemos. Por otro, minimizar la cantidad de residuos que generamos en el proceso», puntualiza la Responsable de Sostenibilidad de Recover™. Pionera en reciclaje mecánico, la compañía alicantina se ha convertido en un referente en la producción de algodón reciclado. En sus instalaciones, situadas en la localidad de Banyeres, los residuos textiles se transforman en una espojosa fibra de algodón gracias a este proceso sencillo. Una materia prima de alta calidad y bajo impacto con la que se podrán hacer todo tipo de hilos.

La historia de Recover™ comenzó en el seno de Hilaturas Ferre a mediados de los años cuarenta. La familia empezaría a reciclar tejidos por necesidad, ante escasez de materias primas derivada por la guerra. En aquella época aún se dedicaban a la producción de fertilizantes y necesitaban el tejido para confeccionar los sacos para su distribución. La historia ha cambiado mucho en estos años, Recover™ es ahora una marca independiente —en el mundillo se conoce como el spin off de Hilaturas Ferre, del que sigue siendo su socio estratégico—, pero sus motivos son los mismos. Reciclan para cubrir la demanda de la industria por las fibras recicladas, cada vez mayor: su objetivo de cara a 2025 es producir hasta 200.000 toneladas de fibra reciclada al año. Pero, sobre todo, reciclan por convicción, con la seguidad de que este es el camino a seguir.

Las firmas llevan años implicándose con el reciclaje de forma voluntaria. Han acercado los servicios de recogida de ropa usada a sus clientes, inculcándoles la importancia de dar una nueva vida a la ropa que no queremos. Incluso han elevado el uso de fibras recicladas a tendencia, un material cada vez más frecuente en sus diseños. Sin embargo, los expertos echaban de menos un marco legislativo como el que propone la Unión Europea. «Ha lanzado un paquete completo de nuevas regulaciones que van a transformar la industria textil. Hay nuevas regulaciones en términos de ecodiseño, nuevas regulaciones sobre la gestión del residuo textil y nuevas regulaciones que afectan también al greenwashing [el ecoblanqueo]», celebra Rodes. Sin ir más lejos, con la entrada en vigor de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados a partir de 2025, la ropa contará con su propio contenedor.

El ecodiseño es otra de las palabras clave en el futuro del reciclaje. Como advertía el Análisis de la recogida de la ropa en España elaborado por Moda re-, a nivel global solo un 15% de los tejidos posconsumo –es decir, todas esas prendas y accesorios que acabamos tirando–, logran reciclarse. Para aumentar el porcentaje, desde la fase de diseño, las firmas han empezado a priorizar la creación de prendas monomateriales y diseños minimalistas, para hacerlas más reciclables. “Si en vez de una cremallera podemos poner un cordón del mismo material de la prenda será mucho mejor porque no hay que quitar nada. Al arrancar botones y cremalleras te llevas un trocito de textil que reduce lo que se puede reciclar”, subrayan desde Recover™. Con esta apuesta por la sencillez se espera aumentar la eficiencia de las tecnologías de clasificación y reciclaje con las que contamos en la actualidad.

El reciclaje mecánico tritura los residuos textiles hasta crear una nueva fibra, que conserva el color del material original, sin necesidad de tintes. 
El reciclaje mecánico tritura los residuos textiles hasta crear una nueva fibra, que conserva el color del material original, sin necesidad de tintes. Recover

Las grandes balas de tejidos que se distribuyen cromáticamente a lo largo de la nave de Recover™ son, en su mayoría, preconsumo. Estos residuos, generados en el proceso de producción textil antes de lanzarse al mercado, están muy valorados en las plantas de reciclaje porque se conoce con exactitud su composición, lo que facilita su clasificación y garantiza la uniformidad de la fibra final. Desde la compañía reconocen que son los que mayoritariamente logran pasar sus estrictos estándares de calidad –reciben las balas previamente clasificadas por material y color–, de esta forma, se aseguran que el material soportará el proceso mecánico. Porque en cuanto los operarios depositen los tejidos en el circuito, pasarán por numerosas fases de corte y triturado hasta convertirse en una fibra nueva, con la longitud suficiente para volver a hacer prendas.

Recover ha logrado escalar el proceso de reciclaje mecánico, con una fibra única reciclada con la que los diferentes hiladores crean hilos de todo tipo.
Recover ha logrado escalar el proceso de reciclaje mecánico, con una fibra única reciclada con la que los diferentes hiladores crean hilos de todo tipo.Recover

¿Reciclaje mecánico vs. químico?

El proceso de reciclaje mecánico destaca por su simplicidad: todo lo que entra, en cierto modo, sale. Así que, otra de las ventajas es que permite obtener una materia prima de color sin necesidad de añadir tintes a mayores. Los textiles pasan por una fase de corte básico y otra de extracción, en la que se retiran cremalleras, botones y demás fornituras. El control es exhaustivo: tanto a nivel manual como por visión artificial, se busca algún tipo de impureza o material que pueda poner en peligro la mezcla. «A continuación, se le añadiría el producto antiestático, el único producto químico de todo el proceso, que relaja la fibra y la prepara para la siguiente fase», señalan desde la compañía. En cuestión de minutos, a través de las distintas máquinas de triturado, se irá obteniendo una nube de algodón reciclado, lista para embalar y enviar a los distintos hiladores. «Con esto hemos conseguido escalar el proceso porque únicamente tenemos un producto, sin embargo, se puede utilizar para hacer multitud de números de hilo para multitud de aplicaciones: ropa, accesorios, textil hogar…», señalan.

Se trata de una tecnología con un impacto medioambiental muy bajo. Según datos de la compañía, un kilo de algodón reciclado supone un ahorro de 2.216 litros de agua y el ahorro energético —alrededor de 15,29 kilovatios—, permite reducir 1,73 kilos de emisiones de carbono. Durante la última década, las diferentes compañías de reciclaje mecánico han logrado optimizar el proceso para responder a la demanda, pero hay un factor que todavía se les resiste: la longitud de la fibra, que se va acortando en cada ciclo de reciclaje, hasta convertirse en un excedente más de producción. Aunque desde Recover™ están desarrollando proyectos de I+D para darle salida a esas fibras, para los expertos su combinación con el reciclaje químico permitiría solventar sus limitaciones.


El principio tecnológico es distinto y, como señalan en el informe de Moda re-, su futuro a largo plazo es prometedor ya que permitiría tratar una gran cantidad de residuos con eficiencia. En el reciclaje químico, el producto pasa también por una fase inicial de clasificación y corte, pero las fibras son tratadas con una serie de sustancias químicas a altas temperaturas, en donde se rompen molecularmente hasta obtener sus unidades fundamentales. Conocidas por el nombre de monómeros, tienen una calidad muy similar a la del producto virgen.

«Sabemos que actualmente, y en un futuro próximo todavía más, existe una gran oferta de residuo textil posconsumo que se puede reciclar, pero la demanda de material reciclado para la fabricación de nuevos productos es todavía escasa. Esto es debido a que los costes de material reciclado a menudo son más elevados que el material virgen, y a que las tecnologías de reciclaje químico todavía están en una fase inicial y son difíciles de escalarse a nivel industrial», apuntan en el informe de Moda re-. A pesar de estos retos pendientes, la empresa recoge también numerosos proyectos e investigaciones que están logrando optimizar el proceso químico y reducir su huella ecológica.

Infinited Fiber, desarrollada por el Centro de Investigación Técnica VTT de Finlandia, encabeza la lista. Mediante una tecnología de reciclaje químico, esta empresa logra convertir los textiles ricos en celulosa en una nueva fibra, equivalente a la viscosa, de menor impacto medioambiental. En Suecia, la planta de Renewcell, fundada por Mikael Lindström y Gunnar Henriksson, del Instituto Real de Tecnológico de Estocolmo, también ha despertado los elogios de la industria. Utilizando energía hidroeléctrica y una serie de productos químicos –aunque son tan secretos como la fórmula de la Coca-Cola, aseguran que se tratan de sustancias ecológicas– logran gestionar anualmente hasta 120.000 toneladas de textiles de algodón y viscosa. Se descomponen en una especie de pulpa blanca, de la que se separan los contaminantes y otros contenidos no celulósicos, a la que le dan forma de papel, siendo la base que numerosos fabricantes utilizan para hacer viscosa, rayón o lyocell, frenando la deforestación ocasionada por estas fibras.

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Hilaturas Ferre

Potencia hiladora

España es el mayor productor de Europa de hilo reciclado, según datos recogidos por TEXFOR, con un volumen de alrededor de 61.000 toneladas anuales. Una cifra a la que contribuyen buenamente desde Hilaturas Ferre, empresa que factura hilos con un 90% de algodón reciclado. “El hilo es más grueso cuanto más contenido de algodón reciclado lleva y, fundamentalmente, se utiliza para textiles del hogar o, incluso, calcetines. Cuando nos movemos al mundo de la moda, especialmente en prendas para mujer, se busca un hilo más fino, lo que nos limita el contenido de algodón reciclado, pero sigue siendo fundamentalmente sostenible”, explica Paqui Ferrer, directora comercial de la compañía. No es el único material con el que trabajan: para hilar el algodón reciclado y ganar resistencia, se tiene que mezclar con otras fibras de soporte, permitiéndoles desarrollar las soluciones de poliéster, lana reciclada, cáñamo, lino, bambú o ecovero que completan su catálogo. Al gusto del cliente.

El proceso de una hilatura open end (o por rotor) destaca también por su sencillez. La composición se hace en el laboratorio y, una vez conseguida la proporción exacta, se prepara a escala industrial en la barca. En esta máquina, las fibras se abren y se mezclan con la ayuda de un antiestático –de nuevo, la única sustancia química empleada en el proceso–, pasando al cuarto de mezclas, para consolidación final. El cardaje es el siguiente paso, en donde las fibras se peinan y se colocan en paralelo, consiguiendo la mecha: una larga culebra de tejido que se va depositando en bidones. «La mecha es lo que posteriormente llevamos al rotor, donde digamos que va retorciendo y tirando un poco de la mecha hasta crear el hilo», explica Ferrer. El ejercicio es tan hipnótico como prácticamente limpio: no interviene agua ni químicos, solo una ordenada hilera de máquinas que transforma la fibra reciclada en los hilos más buscados del mercado. Un fin de ciclo que, con las tecnologías adecuadas, en el futuro se espera infinito.