Frío y enfermedades respiratorias: ¿qué sabemos de esta relación?

Las bajas temperaturas, aunque no son causa directa de las patologías, ponen una alfombra roja a los virus. Así funciona este fenómeno y esto es lo que podemos hacer para prevenirlo

Las patologías respiratorias son una de las causas principales de muerte en España. En 2022 se contabilizaron 43.024 fallecimientos relacionados con estas enfermedades, según el Instituto de Salud Carlos III.
Las patologías respiratorias son una de las causas principales de muerte en España. En 2022 se contabilizaron 43.024 fallecimientos relacionados con estas enfermedades, según el Instituto de Salud Carlos III.Martinns (Getty Images)

Es una de las creencias más extendidas: exponernos al frío nos enferma, nos lleva directos al resfriado, la aspirina y la cama. Pero no es así: nos ponemos malos cuando contraemos un virus, no cuando cogemos frío. Lo constatan los expertos, que desmienten el mito de que las bajas temperaturas nos enfermen per se: “La llegada del frío provoca un notable aumento en la incidencia de dolencias respiratorias. Pero es crucial distinguir entre evidencias científicas y saberes comunes: el frío no causa un resfriado, pero sí puede aumentar la probabilidad de contraer infecciones”, señala Sara Heili, jefa asociada del servicio de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid). Como sugiere Heili y refrendan las estadísticas, el frío facilita la vida a los patógenos durante los meses de invierno: en diciembre de 2023, según el Instituto de Salud Carlos III, la prevalencia de enfermedades respiratorias pasó en una semana de 523 casos por cada 100.000 habitantes a casi 800 casos por cada 100.000 habitantes. En la actual campaña 2024-25, aún en marcha y con datos en constante cambio, el panorama es similar: la tasa estimada de gripe en la primera semana de enero duplicó a la del resto del año, estima el mismo organismo. La tendencia, con ligeras variaciones, se repite año tras año. ¿Cómo funciona, entonces, esta relación entre frío e infecciones? ¿Qué sabemos y qué no de ella?

El frío pone una alfombra roja a los virus

Uno de los últimos hallazgos en torno a esta relación se produjo en 2023, cuando un grupo de investigadores de la universidad de Harvard (EE UU) demostró que el frío reduce la efectividad del sistema inmunológico local de las vías respiratorias. “Las bajas temperaturas pueden desencadenar una inflamación en los pulmones”, explica Heili, “disminuyendo así la creación de vesículas extracelulares, un escudo vital contra las infecciones virales”. Es decir, los virus tienen menos obstáculos que esquivar, con lo que su potencial infeccioso crece.

Así merma el frío nuestras defensas

La principal puerta de acceso de los virus respiratorios es la nariz. Es ahí donde nuestro cuerpo coloca la primera defensa antes las infecciones

Esta primera defensa son unas microscópicas vesículas que encapsulan proteínas, lípidos y ácidos nucleicos

En la práctica, estas vesículas actúan en las vías respiratorias 'cazando' y eliminando los virus antes de que causen la infección. Se encargan, además, de coordinar una respuesta defensiva y controlar los niveles de inflamación de la zona

Se ha descubierto que el frío, concretamente las temperaturas inferiores a cuatro grados, reduce la producción de estas vesículas a casi a la mitad. Y las que se generan cuentan tan solo con la mitad de su potencia antiviral

Fuente: Estudio de la Universidad de Harvard publicado en The Journal of Allergy and Clinical Immunology (2023)

Esta primera línea inmunitaria debilitada, con menos capacidad antivírica, es uno de los efectos más recientes y reveladores que se asocia al invierno. Pero el frío también altera el comportamiento de los virus –hay más de 200 tipos solo para el resfriado, como el adenovirus o el coronavirus; diversos virus de la gripe; el virus de la covid o el virus respiratorio sincitial, entre otros–, según José Daniel Alcázar, jefe del servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Málaga: “Son termosensibles. Con temperaturas bajas se reproducen con más facilidad y se vuelven más virulentos. Por ejemplo, las neumonías proceden en su mayor parte de gérmenes que habitan de manera normal en la garganta. Cuando baja la temperatura se vuelven patógenos y pasan a ser un problema”.

El frío acusado, además, fomenta la aparición de ciertos organismos biológicos que juegan a favor de los procesos víricos. “Se emiten más mediadores proinflamatorios [una especie de mensajeros que regulan la respuesta inflamatoria del organismo] como la histamina y los leucotrienos, unas moléculas que tienen el potencial de incrementar la inflamación en las vías respiratorias”, retoma la doctora Heili, que además de neumóloga es responsable de la Unidad de Cuidados Intermedios Respiratorios de la Fundación Jiménez Díaz. “Eso empeora el daño en la mucosa y puede propiciar el acceso de agentes patógenos”.

El frío también trastoca nuestros hábitos. Cae el termómetro y pasamos mucho más tiempo a cubierto, en contacto más estrecho. “Las bajas temperaturas favorecen una menor ventilación de los espacios cerrados que habitamos, como por ejemplo colegios, domicilios o centros sanitarios, lo que facilita la infección entre personas”, señala Carlos Agustí García-Navarro, neumólogo del Hospital Universitari Sagrat Cor (Barcelona). La gripe, por ejemplo, es muy contagiosa: “Una persona con gripe puede infectar a los demás incluso días antes de iniciar los síntomas y hasta cinco-siete días después”, subraya.

La doctora Heili habla de una de las derivadas más graves de la llegada del frío: el empeoramiento de algunas enfermedades respiratorias crónicas como el asma, la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o las bronquiectasias. “En estos casos, es el frío por sí mismo el que puede desencadenar una broncoconstricción, lo que afecta a la función pulmonar de varias maneras, como por ejemplo estrechando los bronquios y reduciendo la capacidad de inhalar y exhalar aire de manera eficiente”, desarrolla.

La exposición al aire seco y frío, a su vez, es una especie de resorte para el asma: lo activa y provoca “una respuesta exagerada de las vías respiratorias, lo que llamamos hiperreactividad bronquial, y finalmente puede aumentar la resistencia al flujo de aire en los bronquios, dificultando el intercambio de gases”, prosigue. Como curiosidad, la experta explica que uno de los test más comunes para evaluar la salud bronquial se realiza exponiendo al paciente a un aire frío y seco, similar al que se da en invierno. “Entonces comparamos los valores de la función pulmonar antes y después de la aplicación del frío”, detalla.

Vacunación, la prevención primordial

En estos meses invernales, es más probable que un simple resfriado puede transformarse en una infección más seria, como una bronquitis o una neumonía, alertan los especialistas. “En el agravamiento de las enfermedades influyen factores como la edad, la debilidad del sistema inmunológico que puedan tener pacientes con cáncer y enfermedades autoinmunes o hematológicas, y la existencia de comorbilidades, especialmente cardiovasculares y pulmonares”, cuenta Heili. Por eso mismo, prosigue, la inmunización es la “piedra angular” de la prevención. “Las vacunas antigripales, anti-VRS (virus respiratorio sincitial) y antineumocócicas no solo protegen al ser humano, sino que limitan la expansión de las enfermedades virales y alivian el peso del sistema sanitario al reducir los casos más severos”.

El efecto multiplicador del frío en las enfermedades respiratorias

  • Durante la temporada de gripe 2022-23, que se concentra en los meses de diciembre y enero, las tasas de hospitalización aumentaron un 60% respecto al resto del año.
  • En diciembre de 2023, por ejemplo, la prevalencia de enfermedades respiratorias pasó en una semana de 523 casos por cada 100.000 habitantes a casi 800 casos por cada 100.000 habitantes.
  • Las patologías respiratorias son una de las causas principales de muerte en España. En 2022 se contabilizaron 43.024 fallecimientos relacionados con estas enfermedades.

Fuente: Instituto de Salud Carlos III

Una vacunación que, entiende el doctor Alcázar, cobra aún más importancia en los segmentos de población más vulnerables: los crónicos, los inmunodeprimidos, los mayores de 65 años y los niños. “A estos pacientes, si les toca la gripe, van a ponerse muy malos. No es que tengan más cantidad de patologías, es que van a tener una agudización grave. Y es aquí donde las vacunaciones tienen todo el sentido del mundo”, tercia.

Según el Observatorio de Vacunación Antigripal, en la temporada 2023-24 el 65% de la población mayor de 65 años se vacunó, un 3% menos que el curso anterior. En esta campaña, el último informe del organismo refleja una menor intención de vacunación, con un 55% de los españoles manifestando que no lo harán.

Esta caída en las intenciones vacunatorias deriva del hartazgo que arrastramos de la época covid, coinciden los expertos consultados. Hay que combatirlo. “La pandemia ha generado una desconfianza en la vacunación. Debemos hacer un esfuerzo entre todos para luchar contra la desinformación y recuperar la confianza”, reclama Heili. “El personal sanitario tiene la responsabilidad del manejo clínico de las infecciones respiratorias, pero también debe divulgar y favorecer que la población de riesgo cumpla con el programa de vacunaciones”, añade el neumólogo Agustí. Según la OMS, al año mueren cuatro millones de personas por infecciones respiratorias agudas.

Recomendaciones al alcance de todos

Más allá de la vacunación, la prevención más eficaz –la vacuna de la gripe, por ejemplo, reduce a la mitad el riesgo de muerte–, no hay ninguna receta milagrosa para evitar la caída. Aunque sí existen ciertas recomendaciones cotidianas de fácil cumplimiento y que siempre resultarán útiles. “La preservación de una salud integral impecable, acompañada de una alimentación equilibrada, una vida activa y un estilo de vida saludable, entro otros, pueden mitigar el peligro de infección”, señala la doctora Heili.

También es vital el uso de la mascarilla, que tanta pereza provoca desde los tiempos pandémicos. “La mascarilla es uno de los mecanismos defensivos más eficaces. Previene el contagio y combate el frío en las vías respiratorias, calentando la respiración y humedeciéndola”, asegura el doctor Alcázar. “No hay que abandonarla, sobre todo si estamos enfermos o vamos a visitar a personas delicadas”.

A ello se suma “la importancia de purificar los ambientes, ventilar las estancias, consultar siempre en caso de duda al especialista, vacunarse y evitar la automedicación”, enumera Heili. E inculcar cierta cultura médica: “Es crucial educar a la población para que puedan detectar signos que demandan atención inmediata, como la dificultad respiratoria o la fiebre alta persistente. Este ejercicio no debe llevarse a cabo sólo en los meses complicados sino todo el año y por todos los medios posibles”, señala.

El objetivo, concluye la experta, es minimizar el golpe de los meses más fríos, que se produce cada año con exacta recurrencia: “Es nuestra responsabilidad como médicos informar, prevenir, y educar a la población. Se pierden demasiadas vidas por una epidemia que es previsible y dimensionable”.

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