El mejor momento para hacer exámenes es al mediodía
Un análisis de medio millón de pruebas británicas establece que las 13.30 es la hora en la que los alumnos logran mejores notas
El ritmo circadiano, el reloj biológico que determina el ritmo de la actividad humana según las horas del día, es importante para determinar la manera en que los seres humanos desarrollan su actividad. Y para el éxito de esa actividad. Es un clásico la división entre alondras, quienes tienen sus capacidades cognitivas a tope por la mañana, y los búhos, aquellos que empiezan a desplegar toda su energía según se va aproxim...
El ritmo circadiano, el reloj biológico que determina el ritmo de la actividad humana según las horas del día, es importante para determinar la manera en que los seres humanos desarrollan su actividad. Y para el éxito de esa actividad. Es un clásico la división entre alondras, quienes tienen sus capacidades cognitivas a tope por la mañana, y los búhos, aquellos que empiezan a desplegar toda su energía según se va aproximando la noche. Ese ritmo también tiene su importancia en el rendimiento de los estudiantes que, dependiendo de a qué grupo pertenezcan, prefieren estudiar a una hora u otra. Eso lo pueden elegir. Sobre lo que no tienen decisión es sobre la hora de examinarse.
Un estudio de investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y de Bolonia ha analizado medio millón de resultados de exámenes y, por si los profesores se animan a ayudar un poco a los estudiantes, han concluido que las 13.30 horas o, genéricamente, mediodía, es la hora de las mejores notas. Esto, además, es significativamente más perceptible en los exámenes de STEM (acrónimo inglés para asignaturas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
Los investigadores Alessio Gaggero, de la UGR, y Denni Tommasi, de la Universidad de Bolonia, han utilizado el sistema de educación superior británico para su estudio por las características más subjetivas del método de examen. Allí, los exámenes universitarios los distribuyen de modo “casi aleatorio”, explican, los Student Services Offices (Oficinas de atención al estudiante, en español) de cada universidad. Por ley, los universitarios en Gran Bretaña solo pueden tener un examen diario en horas prefijadas: las nueve de la mañana, las 13.30 y las 16.30. Es un programa informático el que realiza la distribución de exámenes, y profesores y alumnos se enteran a la vez de cuándo y a qué hora es el examen.
La investigación se centra en este sistema educativo porque el azar informático (con la excepción de ciertas variables como los espacios disponibles, el número de estudiantes de un examen concreto y la duración del examen principalmente) suprime cualquier condicionamiento humano que hubiera podido tomar decisiones como, por citar un ejemplo, situar los exámenes difíciles a primera hora.
Analizados esos 503.358 resultados de exámenes de 51.555 estudiantes realizados entre 2014 y 2010, los investigadores describen una curva de rendimiento en forma de U invertida. Es decir, de los tres horarios, las mejores notas salen a las 13.30. Entre los dos horarios restantes, Alessio Gaggero explica que “el de la tarde, el de las 16.30, es por muy poco el siguiente mejor”. Así, el tempranero de las 9.00 resulta el que menos conviene a los estudiantes. Por tanto, todo indica que el mediodía es la hora media que mejor va tanto para alondras como para búhos.
La investigación, publicada en The Economic Journal (Oxford University Press), demuestra que “los estudiantes rinden peor al no ser evaluados en el pico de sus capacidades cognitivas”, que es al mediodía, y, por otro lado, también que los resultados son peores en los exámenes matutinos, los de las nueve de la mañana, porque ahí los búhos pueden llegar con cierta privación de sueño.
Hasta ahora, se han analizado, según los investigadores, la relación entre el rendimiento en pruebas importantes (del tipo de la clásica Selectividad o entrevistas de trabajo) con factores externos como calor o, incluso, polución. Menos estudiados son factores internos como el del ritmo circadiano, que se relaciona con el factor externo de la hora del día a la que tiene lugar la prueba. A la hora de identificar los efectos de qué hora del día es más interesante para el alumno, los investigadores sugieren que hay otros tres factores que pueden también influir. La exposición a la luz solar, el tipo de tarea cognitiva y la edad del alumno.
En el caso de la luz, las diferencias en los resultados son más significativas entre los distintos horarios en los exámenes de invierno. Es decir, a días menos luminosos, más se percibe un mejor rendimiento a mediodía. En lo que se refiere a los tipos de tarea cognitiva, la mejora de rendimiento es más palpable en los exámenes en los que se requirió “inteligencia fluida, es decir, memoria de trabajo, pensamiento lógico, resolución de problemas y razonamiento abstracto”. Finalmente, los estudiantes menores de 20 años son también los más sensibles a tener diferente rendimiento según la hora, explica Gaggero. La suma de todos los resultados indica que, en los exámenes de invierno, sobre todo y para estudiantes de los primeros cursos de Ciencias, tener las pruebas pasado el mediodía les ofrecerá una pequeña ventaja natural que, si han estudiado (eso es inevitable), les permitirá sacar todo su potencial.
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