Las seis barreras que frenan la inclusión digital en el mundo rural y cómo derribarlas
Facilitar el acceso a las tecnologías es una condición necesaria y básica para una transformación de envergadura de los sistemas agroalimentarios, pero no es suficiente. También es imprescindible impulsar la formación
Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la sección Planeta Futuro por su aportación informativa diaria y global sobre la Agenda 2030. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
Como en otros sectores de la economía, el conocimiento y las tecnologías son claves para explicar el desarrollo reciente de la agricultura. También son centrales para enfrentar los desafíos que se ciernen sobre los sistemas agroalimentarios e impulsar el desarrollo sostenible.
La revolución tecnológica a la que asistimos está asociada a la disponibilidad de equipamientos, herramientas y sistemas aplicados a los procesos de producción, transformación y comercialización. Todos estos factores impactan en todas las actividades económicas. Y la agricultura no es ajena a esos procesos.
Los beneficios potenciales que ofrece la digitalización de la agricultura son cuantiosos, pero su expansión en América Latina y el Caribe marcha a ritmo apenas incipiente debido a seis barreras:
1. Problemas de infraestructura reflejados en una brecha de 34 puntos porcentuales de diferencia entre la conectividad urbana y rural. Sumando 24 países de la región, unos 77 millones de habitantes de la ruralidad carecen de acceso a conectividad de calidad.
2. Restricciones de acceso y asequibilidad de las tecnologías, servicios y dispositivos, en comparación con los países desarrollados, entre los países de la región y, dentro de ellos, entre el ámbito urbano y rural.
3. Déficits en la promoción y regulación del sector que redundan en una escasez de planes de estímulo a la digitalización.
4. Limitaciones en el desarrollo de habilidades digitales en la población rural por los obstáculos en el nivel educativo. En la región solo el 17,1% de los habitantes cuenta con aptitudes digitales específicas.
5. Distancia entre las tecnologías y su ajuste a los contextos de aplicación por las diferencias culturales, lingüísticas y de habilidades que limitan su adopción.
6. Mujeres y jóvenes rurales rezagados en mayor medida de los beneficios de las tecnologías.
Los obstáculos muestran que facilitar el acceso a las tecnologías es una condición necesaria y básica para una transformación de envergadura de los sistemas agroalimentarios y el mundo rural. Pero universalizar el acceso no es suficiente. Se requiere también impulsar la formación en habilidades digitales para desarrollar capacidades que permitan a sus usuarios dar un salto cualitativo.
Unos 80 millones de habitantes del medio rural carecen de acceso a conectividad de calidad
El uso intensivo y dúctil de las tecnologías tiene un enorme potencial para tornar más eficientes, inclusivos y sostenibles los procesos productivos y los servicios públicos y privados. También mejora la productividad y la calidad de los productos y servicios, promueve oportunidades de empleo, así como la formación en el medio rural, y amplía las posibilidades de conocimiento. Todos estos factores son cruciales para alcanzar un desarrollo sostenible y robustecer los sistemas agroalimentarios.
Nos enfrentamos a una urgente y gran tarea que requiere una amplia coalición entre los Estados, la cooperación internacional, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil. Nos unen objetivos imprescindibles para la construcción de un capital social inestimable: conectar al mundo rural y preparar a su población para un uso intensivo e inteligente de las tecnologías, construyendo puentes.
Manuel Otero es director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.