Nuestra vida depende de ello
Los lectores escriben sobre la necesidad de creer en la ciencia, los incontables bulos que se han difundido tras la catástrofe de Valencia y la pobreza
Estamos sujetos a fenómenos naturales que en un momento arrasan con vidas, posesiones, sueños y posibilidades. La ciencia es una ayuda siempre. La meteorología ha avanzado muchísimo en unas décadas, y aunque no siempre acierte a largo plazo, suele mostrar toda su capacidad en plazos cercanos. La Aemet ha sido capaz de predecir con precisión dónde iba a haber una dana y avisó con tiempo. La gente lo supo, pero solo los mandos políticos podían tomar decisiones. Al parecer, minimizaron el rol de los científicos. ¿Qué hace que, a pesar de los esfuerzos de divulgación, la gente no crea en la ciencia? Y más que los políticos con capacidad de organización y toma de decisiones lo obvien, y luego se excusen diciendo que “no era seguro” que ocurriera. Se espera que los episodios extremos aumenten. Esta dana ha sido un récord, pero no va a ser el último. ¿Podemos aprender de ello? ¿Podemos divulgar mejor la ciencia? Nuestra vida depende de ello.
M. Nieves Casañ-Pastor. Barcelona
Bulos y más bulos
Seguir la tragedia de la dana en Valencia es un reto tan emocionalmente agotador como desalentador. No solo por la dimensión de la catástrofe, sino por los bulos que circulan sin freno. Su inatajable propagación perjudica tanto a quienes buscan información confiable como a medios y autoridades, que dedican tiempo y recursos a desmentirlos en lugar de concentrarse en la coordinación y ayuda directa a las víctimas. Sin esa maquinaria propagandística interesada en sembrar el odio y la polarización, los expertos de la Aemet, el general jefe de la UME y otros organismos y autoridades no tendrían que dedicarse constantemente a desmentir informaciones. La responsabilidad de verificar y compartir información veraz se convierte en momentos como este en una tarea de todos.
Alejandro Alemañ Miralles. Elche (Alicante)
Bajos salarios
A pesar de los avances económicos, España enfrenta una realidad alarmante: los salarios siguen siendo bajos, por debajo de la media europea. El 13,7% de los trabajadores están por debajo del umbral de la pobreza, lo que refleja una creciente desigualdad social y pone en riesgo el bienestar familiar y la estabilidad económica. La situación es especialmente preocupante para los jóvenes, que se ven obligados a aceptar empleos precarios, mal remunerados y temporales. Además, el aumento del coste de vida y un salario mínimo insuficiente agravan la situación, dificultando la cobertura de necesidades básicas. Es necesario un cambio en la visión del desarrollo económico, que implique no solo aumentar el salario mínimo, sino también crear empleo digno, reducir la temporalidad y aplicar políticas fiscales más justas para lograr una sociedad más cohesionada y próspera.
Alba Burcio Mateos. Madrid
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